Por Alfonso Gómez Godínez
@ponchogomezg
Al enterarme de la noticia de que Raymundo Gómez Flores recibió un justo y merecido homenaje por su trayectoria empresarial de parte del gobernador Enrique Alfaro, consideré oportuno abordar dicho tema.
Desde hace poco más de dos décadas tuve la oportunidad de conocer a Raymundo Gómez Flores. La vida nos empujó por proyectos políticos y académicos comunes y lo acompañamos en el Senado de la República. Lo conocí y me generó, además de la amistad y gratitud, una tormenta de reflexiones en torno a su persona y a su impacto en la vida económica y política del país y Jalisco.
No me quedó duda de que tenía enfrente a un hombre con una gran determinación, confianza y energía. Pero también a un personaje disruptivo, enemigo de las zonas de confort, de las inercias, de las simulaciones y del conformismo.
Dada mi formación como economista, identifiqué en Raymundo Gómez Flores el prototipo del empresario conceptualizado por uno de los más grandes economistas del mundo: Joseph Schumpeter. Empresarios singulares y que aparecen ocasionalmente.
Así, en medio del estancamiento y de las crisis económicas que se instalan de continuo, la irrupción de empresarios schumpeterianos generan procesos de innovación y cambios profundos que relanzan la economía a nuevas fases de crecimiento y desarrollo.
El empresario conceptualizado por Schumpeter es contrario al capitalista; el primero, el empresario, genera ganancias por medio de una profunda visión del largo plazo y del esfuerzo pertinaz por la innovación y la “destrucción creativa”: El capitalista, por el contrario, vive y disfruta de la renta y al paso del tiempo sus empresas se destruyen y desaparecen. Como prueba de sus teorías, Schumpeter identifica en los ciclos económicos de mayor crecimiento y prosperidad de Estados Unidos, la aparición de esa oleada de empresarios que le inyectan una nueva vitalidad a la economía y a la actitud de los capitalistas como los causantes del estancamiento y de las crisis.
Por sus rasgos personales, visión y manera de tomar de decisiones, quedé convencido de que Raymundo Gómez condensaba la idea del empresario ideado por el ex ministro de finanzas de Austria.
En su vida política, principalmente desde el Senado de la República, Raymundo Gómez no podía ser diferente. Fueron constantes sus luchas contra los políticos gatopardistas, los que proponían cambios para nada cambiar.
Como político, Raymundo Gómez rompía con los rituales de la simulación, el borreguismo y el silencio cómplice que han denigrado al quehacer político. La frase, “ya viene Raymundo” era sinónimo de que algo iba a pasar en las sesiones o juntas de trabajo, era la fuerza de unos y el desencanto de otros. Se acababa la modorra del trabajo legislativo.
Rompía con los protocolos para encontrar nuevas veredas en el trabajo legislativo. Hablaba fuerte, para ir al grano, a la raíz de los problemas, y dar con propuestas novedosas.
De cara al próximo año, donde se van a celebrar los 200 años de la fundación de Jalisco, resulta pertinente recuperar el esfuerzo visionario de Raymundo Gómez Flores para la transformación de nuestra entidad y que se plasmó en el libro “Jalisco a Futuro, construyamos un sólido futuro” publicado en 1999 por el Consejo Asesor Jalisco a Futuro.
En dicha obra multidisciplinaria, Raymundo Gómez coordinó el esfuerzo de diversos talentos y trayectorias para vislumbrar al Jalisco deseado para 2025. Es el momento de recuperar dicha obra. Debatirla y reescribirla, con ese esfuerzo disruptivo, emprendedor y de “destructor creativo” de Don Raymundo. Será para bien de Jalisco.