Por Carlos Alberto Lara González
Dr. en Derecho de la Cultura y Analista de la Comunicación y la Cultura
@Reprocultura
El torneo Apertura 2023 de la Liga MX que está terminando, se ha vivido en medio de casos reprobables que poco o nada tienen que ver con el fútbol, pero lo manchan.
Dani Albes, acusado de agresión sexual a una joven, en un Pumas que arrastra un par de casos similares desde hace tiempo; la salida de Scarlett Camberos, no solo del Club América, sino del país por motivos de ciberacoso; Selene Cortés, del Club Pachuca, quien ha denunciado el mismo problema. Las fotos en redes sociales de la fiesta infantil del hijo del Cata Domínguez, jugador del Cruz Azul, haciendo apología del crimen organizado en compañía de sus amigos, fotografías que casi deja fuera del club al jugador. Fotografías que dicen más de lo que muestran. El campeón de goleo del torneo, Henry Martín, del Club América, simulando orinar la portería del adversario; el delantero de Chivas, Alexis Ayala, compartiendo una fotografía en redes sociales que muestra al delantero atlista, Julián Quiñones, como un perro atado bajo sus órdenes.
El periodista deportivo Rafa Puente, de la cadena ESPN, llamó “estúpida” a una compañera de oficio en plena transmisión. A la lista de infortunios se suman la botarga de Tigres haciendo señas obscenas en pleno partido y la afición mexicana gritando “Puto” en el partido ante Estados Unidos. Disculpas van, disculpas vienen, comunicados, cartas y sanciones, pero el problema prevalece. Pareciera un protocolo de actuación que inicia con una ofensa y continúa con un comunicado.
Estamos ante un problema de índole sociocultural que no puede ser atendido a partir de disculpas y sanciones directivas. El 37 % de los escándalos con futbolistas están relacionados al mal manejo de sus redes sociales; muestran actitudes racistas, intolerancia, polarización, abuso y ciberacoso. El 12 % con temas de mujeres dentro y fuera de los vestidores. El alcohol en exceso, el abuso sexual y el mal manejo de temperamento ocupan un 10 %, seguido de temas relacionados con pensión alimentaria y violencia de género. La violencia, la apología del delito, las malas conductas y las manifestaciones de racismo, deben ser erradicadas de todo el ecosistema deportivo.
Hace un par de torneos el Atlas (mi equipo), logró la hazaña de ser bicampeón del fútbol mexicano. El día de la hazaña, en medio del festejo en la ciudad de Guadalajara, los bicampeones, la directiva y los aficionados gritaban “el que no salte es un chiva maricón”. Debo decir que sentí una profunda decepción. Le dije a mi hijo que no llegamos hasta aquí para esto. Eso no era parte de la transformación que estaban llevando a cabo en el club. Este tipo de manifestaciones no pueden ser parte de la mentalidad que los ha llevado a ser bicampeones del fútbol mexicano.
Así que, observar el grito racista de la afición del Valencia (mi equipo español), al que aprecio y sigo desde hace más de 20 años, tampoco ha sido agradable. Me pregunto en qué momento el fútbol dejó de ser ese espacio de convivencia y recreación del sentimiento deportivo para ser escenario del racismo, intolerancia, polarización, abuso y el ciberacoso.
Decía la abogada afroamericana promotora de los derechos de la infancia, Marian Edelman: Las nuevas generaciones crecerán con el veneno que los adultos no tienen el valor de eliminar. Eso es lo que está en juego. Ojalá se entienda.