Opinión Política
EDUCACIÓN E HISTORIA

Parejas trágicas en el siglo XIX

Las esposas también fueron víctimas en los procesos de independencia y posteriores de la nueva nación mexicana.

 

Por Alfredo Arnold

Los movimientos políticos y bélicos que cimbraron a México después del Grito de Dolores, dejaron víctimas incontables en la población. Millones murieron combatiendo, lo mismo insurgentes que realistas, conservadores y liberales, ricos y pobres, hasta extranjeros; otros perdieron sus bienes, quedaron inválidos o fueron olvidados por los gobiernos a los que sirvieron con las armas. Pero aquellos aciagos años no sólo dejaron víctimas en la población masculina, sino que produjeron grandes tragedias entre las esposas, muchas de las cuales, sin haber muerto en las guerras que se libraron en esos casi cien años, quedaron condenadas a pasar el resto de sus vidas solas, viudas y en la miseria.

A continuación, mencionamos seis parejas históricas que pagaron un alto precio por haber vivido en ese terrible siglo que sufrió nuestra patria:

Pedro Moreno.

 

PEDRO MORENO Y RITA PÉREZ. Ambos nacieron en la población de Lagos, Jalisco y eran prósperos hacendados, hasta que Pedro se unió a la insurgencia haciendo participar incluso a sus trabajadores. Se le unió el español Xavier Mina y se hicieron fuertes en el cerro del Sombrero, desde combatían a las tropas del virrey. Rita participaba administrando los suministros. Cuando la situación se hizo insostenible en el campamento, Moreno y Mina huyeron y fueron interceptados en el rancho “El Venadito”. Mina fue apresado, pero Pedro murió peleando. Es uno de los poquísimos héroes que no murió fusilado, sino con la espada en la mano. Lo que siguió fue un tormento para Rita. Fue perseguida, encarcelada, sufrió la pérdida de tres de sus hijos y murió en la pobreza a la edad de 82 años.

 

JUAN O’DONOJÚ Y JOSEFA SÁNCHEZ-BARRIGA. Una pareja europea, rica e influyente, a la que le cambió la vida desde su llegada al virreinato que venían a gobernar. Don Juan, militar sevillano, fue designado por Fernando VII jefe político de la Nueva España, pero cuando llegó fue interceptado por Iturbide quien le hizo firmar los Tratados de Córdoba. O’Donojú recibió en la capital al Ejército Trigarante y fue incluido en el gobierno provisional, pero murió a los pocos días. Su viuda, Josefa, era una dama heredera de una importante fortuna que nunca pudo disfrutar ya que no volvió a España porque su marido había sido declarado traidor. El gobierno mexicano le asignó una pensión que nunca hizo efectiva. La dama vivió y murió en la indigencia.

Rita Pérez.

AGUSTÍN DE ITURBIDE Y ANA MARÍA HUARTE. Ambos nacieron en Valladolid (hoy Morelia). Eran la pareja ideal: jóvenes, ilustrados, apuestos y ricos. Iturbide alcanzó gran prestigio militar y fue comisionado por el virrey para terminar con la debilitada guerrilla insurgente en las montañas del sur. Sin embargo, hizo lo contrario: promulgó el Plan de Iguala, pactó con Vicente Guerrero y con O’Donojú, entró triunfante a la ciudad de México y más tarde se proclamó emperador. Meses después, Iturbide fue destituido y el Imperio Mexicano, cancelado. La familia Iturbide-Huarte fue desterrada a Italia; sin embargo, Agustín y su esposa se embarcaron nuevamente a México, donde el exemperador fue fusilado tan pronto como pisó suelo mexicano, mientras Ana María, embarazada, permanecía a bordo del barco que los trajo. La exemperatriz fue deportada a Estados Unidos y nunca se le permitió regresar. Se refugió en un convento donde vivió en la pobreza hasta el día de su muerte.

IGNACIO ZARAGOZA Y RAFAELA PADILLA. Jóvenes norteños, brillantes y acomodados. Tenían tres hijos cuando Rafaela murió en la ciudad de México, tenía apenas 25 años de edad. Era el año de 1862, cuando su esposo, ya viudo, se vistió de gloria al derrotar a los invasores franceses en la célebre Batalla de Puebla. Pero ocurrió que Ignacio murió en septiembre de ese mismo año. Tenía apenas 33 años el brillante militar. En enero murió su esposa, el 5 de mayo derrotó a los franceses y en septiembre murió él.

Maximiliano y Carlota.

MAXIMILIANO Y CARLOTA. La tragedia envolvió a esta pareja de príncipes europeos cuando parecía que la vida les sonreía. Maximiliano, austriaco y Carlota, hija del Rey de Bélgica. Por encargo de Napoleón III vinieron a México a instaurar un imperio que terminó mal. Maximiliano fue fusilado mientras Carlota volvía a Europa, afectada de sus condiciones mentales. Se dice que en algunos momentos de lucidez preguntaba por su marido, sin saber lo que había ocurrido en México. La exemperatriz de México murió en Bélgica en 1927, era una de las mujeres más ricas del mundo, pero por su estado mental ella no lo sabía.

Benito Juárez y Margarita Maza.

BENITO JUÁREZ Y MARGARITA MAZA. La vida de Benito Juárez ha sido idealizada por la historia oficial, pero no estuvo exenta de penurias a pesar de haber sido gobernador de Oaxaca y presidente de México. Estuvo en la cárcel y fue deportado, su primera época como presidente fue caótica: estuvo a punto de morir fusilado en Guadalajara y soportó en la soledad de la frontera los años del Segundo Imperio. Pero su drama familiar fue mayúsculo, ya que por mucho tiempo tuvo que vivir separado de su familia y de los doce hijos que tuvo el matrimonio Juárez Maza, sólo siete llegaron a ser adultos. Margarita murió a los 44 años, siendo Juárez presidente. Se afirma que la pérdida de su esposa le provocó un dolor del que nunca se pudo reponer. Juárez, que era veinte años mayor que Margarita, murió un año después que ella.

Seguramente, hay miles de historias trágicas de parejas en ese siglo XIX mexicano. Estas fueron sólo algunas de ellas.

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