La participación del abogado en este campo es cada día más importante y necesaria, afirma el especialista Adrián Ojeda Cuevas.
Por Alfredo Arnold
La industria fílmica y en general el mundo de las producciones audiovisuales ofrecen un amplio mercado de trabajo para los abogados, es un campo poco explorado a pesar de estar en franco crecimiento, particularmente en Jalisco, afirmó Adrián Ojeda Cuevas, especialista internacional en asesoría legal a productores cinematográficos, quien expuso la conferencia titulada “El derecho del entretenimiento y el rol de los asesores legales en las producciones audiovisuales”, ante estudiantes de posgrados en Derecho de la Universidad Autónoma de Guadalajara.
Cada vez hay más proyectos, muchas plataformas van a venir a filmar, hay producciones audiovisuales y contenidos locales en Jalisco, entidad que es líder en la república y por lo tanto genera oportunidades para los estudiantes que están en esta carrera y para los jóvenes egresados que se quieren especializar, añadió.
ÁREAS DE OPORTUNIDAD
Ojeda Cuevas mencionó las numerosas áreas de trabajo que ofrece esta industria, sobre todo las empresas extranjeras que vienen a producir a México:
La elaboración de contratos es básica, así como traducirlos al español. Esto involucra el derecho a la imagen, los derechos de autor, la persona física titular de los derechos, sin cuya anuencia o cesión nadie los puede explotar; si se trata de una “obra por encargo”, etcétera… En cada escena hay multiplicidad de elementos que hay que tomar en cuenta, incluso un cuadro en la pared que aparezca en una escena puede tener derechos de imagen.
Los elementos esenciales que se deben atender en la producción audiovisual son: el guion, el productor y el director. Cada vez hay nuevos elementos, como la controversia actual sobre la eventual participación de escritores de Inteligencia Artificial. El guion puede ser original, pero también puede ser transformado o adaptado (remake) y en cada caso requiere de un contrato especial.
Otros de los muchos aspectos legales que hay que tomar en cuenta son: el uso de imagen, los permisos migratorios de actores, los proveedores, derechos de privacidad, estímulos, licencias, registros al Instituto Nacional de Derechos de Autor, distribución en salas de cine o en plataformas de internet, liberación de contenidos, permisos administrativos; se tienen que revisar las escenas por si aparece hay algo prohibido, por ejemplo, niños fumando, etcétera.
Lo anterior, sólo por cuanto se refiere a la obra en sí misma, pero en ocasiones hay que resolver problemas que surgen por distintas causas, como ocurrió recientemente con la serie “El Último Rey” de Vicente Fernández, cuyos derechos se los disputaban Televisa y Netflix. En este caso, el problema no era la historia, que cualquiera la puede contar, sino la marca.
Las leyes privilegian la libertad de expresión, pero protegen el derecho a la privacidad, el patrimonio moral, el honor, los afectos, la reputación, los sentimientos y creencias. El retrato de una persona es un derecho personalísimo que requiere el consentimiento del sujeto para ser mostrado, pero el parecido no está protegido por la ley. Los lugares públicos pueden utilizarse libremente si aparecen formando parte de un contexto o tienen fines informativos, pero si se trata de patrimonio cultural sí está reglamentado. La pornografía infantil está muy regulada, pero en la práctica, en todo eso hay numerosos detalles de interpretación.
Se debe actuar con mucho cuidado, ser un conocedor de la Ley de Derechos de Autor, de leyes laborales y temas fiscales, entre otras materias legales.
FELIZ COINCIDENCIA
El expositor relató que su incursión en este campo fue casual:
Terminó su carrera de abogado en 1999 y entró a trabajar en una agencia de migración que dirigía su mamá. Ocurrió que en 2004 se estaba filmando en Rosarito, Baja California, la película “Troya” con Mel Gibson. El productor pidió doscientos extras para una escena y le llevaron doscientos mexicanos, pero él los rechazó porque no daban el tipo; tenían que ser precisamente griegos. Finalmente le consiguieron doscientos búlgaros, pero necesitaban permisos migratorios para entrar a México. La mamá de Ojeda se movilizó rápidamente, hizo los trámites pertinentes, “echó verbo con el tema de que se trataba de Mel Gibson” y finalmente consiguió que los dos centenares de búlgaros entraran al país.
“Esta fue la oportunidad de mi vida. Me di cuenta del potencial que había en los temas legales de las producciones cinematográficas y que además de conocer las leyes se escribieran los contratos en español. Imaginen lo que es para una película ajustarse a las leyes de ochenta países distintos…”, cuenta Adrián Ojeda.
Cuando llegó Netflix advirtió que no quería correr el riesgo de incurrir en la menor infracción en sus producciones, luego siguieron llegando plataformas de streaming y el campo de trabajo en el tema legal se multiplicó.
La filmación de la película Spectre de James Bond en Ciudad de México presentó problemas inéditos, por ejemplo, derribar viviendas reales o la petición de quitar el asta-bandera del Zócalo. “Unas cosas se pudieron hacer, otras definitivamente no; en este caso los contratos venían de Inglaterra, escritos con toda la solemnidad y gama de gerundios que utilizan allá”.
Antes de finalizar su conferencia, el Mtro. Ojeda reiteró su recomendación para que los jóvenes abogados contemplen este campo laboral como alternativa muy retadora y atractiva para su especialización.
Adrián Ojeda Cuevas estudió la licenciatura en la Escuela Libre de Derecho, hizo una maestría en Boston y trabajó en Ojeda-Ojeda y Asociados, despacho fundado por su familia en el año de 1968. Fue presidente de la Asociación Nacional de Abogados de Empresa (ANADE) y pertenece a la Barra Internacional de Abogados. Es especialista en Derecho de Entretenimiento y ha sido asesor legal de numerosas películas y series.