Por Carlos E. Martínez Gutiérrez
Consultor en Desarrollo Urbano y Vivienda
@carlosemgtz
En nuestro país es patente la desigualdad, tanto en las ciudades, así como entre ellas; un gran porcentaje de la población sigue viviendo en la pobreza y privados de una vida digna, por eso uno de los objetivos del desarrollo sostenible de la nueva agenda urbana plantea de forma general lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.
Dicho documento reconoce que se necesitan datos desglosados de calidad, accesibles, oportunos y fiables para ayudar a medir los progresos, además de que siguen sin existir datos de referencia para varias metas
En nuestro país diversos organismos públicos y privados continuamente están monitoreando el desarrollo de las ciudades emitiendo diferentes índices o indicadores en diferentes temas. Uno de ellos es el Índice de Competitividad Urbana elaborado por el Instituto de Mexicano para la Competitividad A.C. (IMCO) donde mide la capacidad de las ciudades mexicanas para generar, atraer y retener talento e inversión, así como ciudades competitivas que maximiza la productividad y el bienestar de sus habitantes.
El índice de competitividad del año 2022 recién publicado estableció que de los 2469 municipios que conforman los 31 estados y la Ciudad de México, evaluó 42 zonas metropolitanas y 24 zonas urbanas relevantes por el tamaño de su población o economía, con una muestra de 66 ciudades en 362 municipios que reúnen 62% de la población nacional el 83% del Producto Interno Bruto (PIB) y 88% de la inversión fija bruta.
Los indicadores tomaron como base el Derecho, El Medio Ambiente, la Sociedad, El Sistema Político, Los Gobiernos, La Economía, Precursores, Relaciones Internacionales e Innovación. Resalta el subíndice de Gobierno donde mide la forma en que los gobiernos municipales son capaces de influir positivamente en la competitividad de sus ciudades, así como el establecimiento de políticas públicas orientadas a fomentar el desarrollo económico local, la capacidad para generar ingresos propios, la calidad de la información de sus finanzas públicas, y el impacto del gasto público para fomentar un desarrollo urbano ordenado.
El resultado de dicho estudio confirma lo que muchos suponíamos, establece una clasificación de muy alta competitividad al área metropolitana de Monterrey, de alta a las áreas metropolitanas de Guadalajara, Saltillo, Valle de México, Querétaro, Chihuahua, Aguascalientes y ciudades como Mazatlán, Culiacán y Piedras Negras, a partir ahí baja los índices como media, baja y muy baja para el resto de las ciudades evaluadas.
Las áreas metropolitanas y ciudades con mayor índice de competitividad no necesariamente son las mejores planeadas desde el punto de vista de la planeación urbana y regional, han crecido en muchos rubros como sociedad y economía, pero no han tendido un desarrollo integral convirtiéndolas también en ciudades desiguales.
El documento pone de manifiesto la desigualdad en muchos rubros que existe en las ciudades y por supuesto en el país en cuanto a las oportunidades de desarrollo de la población, por eso no es de extrañarse que en pleno siglo XXI sigue la migración a las grandes ciudades en busca de mejores oportunidades, impactando las más competitivas, carentes también de una planeación integral, con planes urbanos que obedecen más una lógica reactiva y mediática así como intereses inmobiliarios, que a un desarrollo urbano integral.
Pero, además, pareciera que a las administraciones federales les convienen esta lógica y desigualdad y a los gobiernos locales también, se conforman unos con regalar recursos y otros con estirar la mano, muy lejos están de una planeación regional y local donde se potencialice las capacidades de cada territorio o ciudad aunadas a inversiones estratégicas, y más lejos todavía de convertirse en gobiernos promotores de desarrollo que produzcan, atraigan inversión, desarrollen talento, así como ciudades competitivas, productivas y planeadas que den bienestar a sus habitantes.
Si se quiere combatir la desigualdad desde lo local, se requieren gobiernos con capacidad, innovación, creatividad, liderazgo, entre otros muchos aspectos. De ahí el reto para los gobiernos locales, tanto de los Estados como los Municipios, de romper estos círculos viciosos, de ellos depende dar mejores servicios, oportunidades de desarrollo y por supuesto mejor calidad de vida a la población y no solo dejar pasar el tiempo estirando la mano.