Opinión Política
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Dos elecciones

REFLEXIONES

Por Gonzalo Leaño Reyes

El “día D” se acerca a paso veloz. Dentro de dos semanas acudiremos a las urnas para elegir presidente de la República, diputados, senadores, gobernador, diputados locales y alcaldes; una gran elección para México, que viene precedida de un proceso excepcionalmente largo y complejo, además de trágico por la violencia electoral que, seguramente, evitará que en muchas localidades alejadas la jornada del 2 de junio transcurra con normalidad.

Lo importante es que el día de las elecciones ¡ya está a la vista… finalmente!

Sin embargo, el proceso post electoral podría ser tortuoso en caso de que los números finales no resultaran ser suficientemente claros y convincentes.

Cuando hablamos de dos elecciones, como es el título de esta columna, no nos estamos refiriendo a elecciones federales y elecciones locales, pues, aunque son sancionadas por órganos distintos, van juntas, y para efectos del ciudadano se trata de un solo acto: ir a votar a la casilla que corresponda y listo.

Las dos elecciones a que nos referimos son la del 2 de junio y otra a la que no estamos invitados, que es la de noviembre en Estados Unidos, en donde también elegirán al próximo huésped de la Casa Blanca entre el demócrata Joe Biden que busca la reelección y el republicano Donald Trump que quiere regresar al poder después de haber gobernado durante el período anterior al que está por finalizar.

Aunque los mexicanos no votaremos en los comicios de nuestro vecino del norte, una buena parte de la viabilidad de los proyectos de quien gane las elecciones mexicanas dependerá de quién venza en los Estados Unidos.

La vida pública de México está íntimamente ligada a la norteamericana: Las remesas durante este sexenio le han quitado presión al Gobierno y dan liquidez al consumo; el T-MEC, que hasta el día de hoy sigue siendo el sostén de las exportaciones mexicanas a Estados Unidos, será objeto de revisión en 2026; las inversiones norteamericanas y la afluencia turística están muy ligadas al estado que guarden la relaciones entre los dos países; las oportunidades que ofrece el nearshoring podrían desvanecerse si no hay acuerdos claros; las relaciones con América Latina no parecen ir en la misma dirección actualmente; la frontera, la migración y las drogas son uno de los asuntos que más han complicado la relación bilateral.

De acuerdo a las tendencias, la relación México-Estados Unidos será sumamente asimétrica como no lo había sido antes: Trump-Sheinbaun, Trump-Xóchitl, Biden-Sheinbaum o Biden-Xóchitl. En cualquiera de los cuatro supuestos sería entre géneros opuestos y con una considerable diferencia de edades.

No pinta bien para cualquiera de las dos principales candidatas presidenciales la perspectiva de negociar con su futuro par norteamericano. Cualquiera que se erija como ganadora tendrá que apoyarse en un canciller excepcional, un secretario de Relaciones Exteriores de probada habilidad y experiencia.

Para cuando los estadunidenses vayan a las urnas, ya tendremos nueva titular del Poder Ejecutivo en México. Pero, mientras tanto, serán más de cuatro meses los que permanezca en vilo la nueva presidenta, en espera de saber quién será su dolor de cabeza o su aliado por los próximos años.

 

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