A nueve días de que se cierren las campañas y a 13 de la jornada electoral, los ciudadanos debemos de registrar varios puntos que pueden determinar el sentido del voto, pero no necesariamente quién sería el ganador de la contienda.
Por José Antonio Elvira de la Torre *
Cuando se publique este artículo faltarán menos de dos semanas para la elección del 2 de junio y las campañas estarán en su etapa final de 10 días. Hay hechos que ocurrirán y factores que deben seguirse observando, luego de que estas líneas se redacten, y que vale la pena tener en cuenta para analizar de una manera más completa la orientación de las preferencias electorales.
- Las concentraciones de la “marea rosa”
Las manifestaciones de ciudadanos, que en su gran mayoría no son militantes de partidos políticos, en diversas ciudades de México y de otros países, es quizá unos de los factores más significativos que resta por considerar rumbo a la jornada electoral. Las concentraciones anteriores han sido muy importantes, tanto en número como en significado, siendo, en algunos casos, las mayores concentraciones en temas de carácter político, no electoral, que se hayan presenciado en muchos años en nuestro país.
Que el pasado mes de febrero, en la Ciudad de México se llenara el Zócalo y se contabilizara una cifra de casi 500 mil personas asistentes, o en una ciudad como Guadalajara se concentraran casi 40 mil personas en el centro de la ciudad, pueden significar las mayores concentraciones no promovidas por partidos políticos o gobiernos, sólo comparables con reuniones de cierres de campaña de Fox en 2000 y López Obrador en 2018.
Estas muestras echaron por tierra la narrativa de que la única fuerza capaz de hacer algo semejante eran el presidente de la República y su partido político y que. en todo caso, las personas no satisfechas con el desempeño y resultados del Gobierno Federal eran una minoría que no debería ser considerada seriamente. No es posible predecir si esta organización de ciudadanas y ciudadanos será suficiente para propiciar el triunfo de una opción política, pero sí se puede establecer, independientemente de la postura y simpatía o rechazo de cada persona con este movimiento, que es un hecho esperanzador sobre la conciencia cívica y el grado de involucramiento y participación en los asuntos públicos del país. Al final de cuentas, la democracia se construye sobre la posibilidad de pensar diferente, la capacidad para expresar esas preferencias y, en última instancia, tratar de representar políticamente esas preferencias.
- El tercer debate presidencial
Si algo han mostrado los dos debates presidenciales anteriores es que no hay fórmulas perfectas. Las estrategias de las candidatas y del candidato que funcionaron para el primer ejercicio, no necesariamente lo hicieron para el segundo encuentro. La sensación que existe es que la tercera y final entrega será la más vista en todas las plataformas disponibles por ser la última gran oportunidad de ser vistos por una audiencia masiva (se calcula que en el primer ejercicio hubo una audiencia de más de 13.7 millones de personas, y para el segundo una aún mayor de más de 15.3 millones de personas). Por ello, es también de esperarse que las candidatas y el candidato sean más incisivos en sus críticas y cuestionamientos a sus competidores.
El reto de combinar un formato ágil y atractivo, con una discusión rica en contenidos que contrasten con efectividad tanto las ideas y proyectos de comunidad de cada candidata/o, como sus personalidades y capacidades personales, ha sido elusivo. Con la elección en la línea, es posible que veamos en el tercer debate una mayor confrontación (que es válida y positiva mientras no se convierta en calumnia), del candidato que va en tercer lugar en las preferencias hacia la candidata en la segunda posición y, a su vez, de ésta con la candidata que aventaja.
La estrategia de la candidata de la coalición “Sigamos Haciendo Historia” de eludir los cuestionamientos e ignorar los argumentos de la candidata de la coalición “Fuerza y Corazón por México”, fue más efectiva en el primer debate que en el segundo, por lo cual es factible que para este tercero sea menor aún, y tenga necesidad de apartarse un poco del guion prestablecido. En su equipo deben considerar que el costo de no responder, no explicar, e incluso de ofrecer datos y cifras erróneas (como ya ha ocurrido en los dos primeros encuentros), es menor que enredarse en un verdadero debate con su contrincante.
Para la candidata de oposición es justamente lo contrario, es su última gran ocasión para dejar en claro a los electores la viabilidad de sus proyectos y la utilidad de recibir sus sufragios, por lo que debatir y contrastar con su oponente será su principal objetivo.
- Los últimos estudios de opinión
Lo más probable es que en las últimas dos semanas tengamos un “tsunami” de encuestas. Algunas metodológicamente sólidas que resultan verdaderas herramientas para analizar tendencias y posibles resultados, y otras que no lo son, pero tienen el propósito de promover ideas y mensajes para incentivar o inhibir, según sea el caso, la participación electoral y la intención de voto.
Algunos actores, políticos o en medios de comunicación, querrán convencer que las encuestas son la prueba contundente de que se dará cierto resultado; mientras que otros las descalificarán diciendo que son manipuladas. Nada nuevo bajo el sol. Por supuesto que hay encuestas serias, pero incluso esas pueden presentar resultados diferentes a los de la jornada electoral, en virtud de que se tratan de ejercicios muestrales aleatorios y están influidas por el momento en que se realizan, o incluso, por el propio comportamiento estratégico de los electores de no hacer pública su preferencia antes de la elección, lo que se demuestra en el porcentaje de personas que no dicen no haber definido su sufragio, o simplemente negarse a contestar las encuestas.
- El cierre de las campañas electorales
Desafortunadamente hemos sido testigos de cómo el arreglo institucional en materia electoral ha sido insuficiente como en ninguna otra elección para generar condiciones de competencia política equitativa. Gobiernos y funcionarios en todos los órdenes y de diversas filiaciones políticas han utilizado recursos públicos para la promoción de sus intereses electorales o los de su partido.
Han sido frecuentes también las situaciones que ponen límites al ejercicio libre de la actividad periodística, la restricción a la disponibilidad y facilidad para acceder a información pública, dificultando la rendición de cuentas, por una parte, y la evaluación más informada de la ciudadanía sobre los desempeños gubernamentales.
El último tirón de las campañas mostrará con mayor nitidez la diferencia entre quienes tienen a su disposición la posibilidad y las herramientas para acceder a fondos privados que sobrepasan los topes legales de gasto en las campañas.
- El período de reflexión del voto
En estos tres días que deberían ser de silencio absoluto, es muy probable que vuelva a verse la estrategia de algunos partidos de contratar a celebridades e “influencers” para que a través de mensajes en redes sociales promuevan, velada o abiertamente, el voto por sus candidatas y candidatos, sobre todo en la elección presidencial y en algunas otras que sean esenciales en sus propósitos (gubernaturas, Senado, Alcaldías).
En espera de que no ocurra, pero existen enormes incentivos para que se generen escenarios de violencia que tengan como propósito inhibir el voto y hacer que las personas no acudan a sufragar, quizá no generalizada, pero sí en ciertos estados y municipios. Esparcir el temor a sufrir situaciones que expongan la integridad y seguridad de las personas, podría amplificarse en el período de veda y tener efectos muy negativos en el desarrollo de una jornada pacífica, democrática y efectivamente competida.
No falta mucho para conocer el resultado de la elección y sus efectos en la vida de las personas y en la calidad de nuestra democracia, que seguramente comentaremos en la siguiente oportunidad.
*El autor es profesor del Departamento de Estudios Políticos del Centro Universitario de
Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara.