Por Carlos E. Lara González
Dr. en Derecho de la Cultura y Analista de la Comunicación y la Cultura
@Reprocultura
Es viernes 15 de diciembre, estoy a nada de salir de la ciudad, aún no sabemos quién será el campeón en Qatar 2022. Lo que sí sé es que ambos rivales tienen méritos para alzar la copa. Sé también que uno de ellos tiene al que podría igualar a Maradona y el otro al que podría acercarse en un futuro a Pelé, al más grande de la historia del fútbol.
Lionel Messi ha sido la revelación en Qatar por haber mostrado un nuevo estilo de juego desde la capitanía del equipo, por haber dejado de ser catalán, por haber inspirado a sus seguidores, por haber mostrado carácter y por haberse mostrado soberbio y arrogante. Me detengo en esto último. No era necesaria esta conducta para reclamar al cuerpo arbitral, tampoco al entrenador de Holanda Van Gaal, quien -como entrenador- dijo una gran verdad: Messi es un jugador que no juega mucho cuando el rival tiene la posesión de la pelota y que sus méritos estaban más en lo individual (a eso nos tenía acostumbrados hasta ese momento). Y qué decir de su viralizado “qué mirás bobo” al jugador de Países Bajos, Wout Weghorst, autor del doblete que lo hizo correr más en la prórroga e ir a los penales. Lionel reaccionó a lo Maradona, insuflado por la prensa, en particular la argentina que no hace más que alabarlo los 365 días del año, y más desde que quedó en la orfandad maradoniana. La hinchada también hizo lo propio, aplaudió la actitud sin dejar de repetir hasta desgañitarse, que es el mejor del mundo, que junto a Maradona tienen lo mejor del futbol mundial. Lo cierto es que aún no nace el argentino que pueda acercarse a lo hecho por Pelé. Y pasarán años.
Cuánto daño te hace la hinchada Lionel. Eres un jugador noble, sencillo, modesto. No eres altanero, soberbio ni engallado, pero la hinchada y la prensa argentina te quieren arrogante y soberbio. Ojalá no te vuelvas un bravucón y pedante como ese a quien llaman Dios en tu país. Ojalá hayas alzado la copa, te lo mereces. Ojalá sigas siendo ese afable jugador que sabe y suele derrochar talento y calidad humana dentro y fuera de la cancha. Lo mismo con un gol, que con una palmadita, un autógrafo, una foto. La afición argentina, tus seguidores, la hinchada entera merecen esa copa, se han entregado como nadie, pero tú Lionel, no mereces que te exijan ser lo que no eres.
Clotaire Rapaille, especialista en arquetipos culturales, creatividad e innovación, autor de diversos libros y ensayos sobre el código cultural de determinadas culturas, señala, por ejemplo, que el verbo de la cultura alemana es obedecer; que el de los italianos es actuar (alardear), el de los estadounidenses hacer y el de los franceses pensar. En relación a Argentina, dice que su verbo cultural es ser soberbio. En efecto, su futbol mantiene este verbo latente y manifiesto. Señala que dentro del objetivo de la cultura argentina está el parecer algo que no son, fingir que son algo o alguien que han dejado de ser. En términos futboleros, diríamos que siguen creyendo que son los poseedores de los dos mejores del mundo, pues dentro de su complejo de superioridad, dice, está el creer tener habilidades brillantes de las que otros son incapaces; individualmente son los mejores y más sofisticados. En tanto que en su complejo de inferioridad está su antigua gloria e ilusión de grandeza. El resto del mundo los ve como soberbios, antipáticos y problemáticos; poseen una arrogancia individual (son soberbios), este elemento juega como un mecanismo de defensa ante el fracaso social.
Los argentinos necesitan que Messi alce la copa, su verbo los conduce a la necesidad de contar con un Maradona (leyenda) y una leyenda viviente. Ojalá lo hayan logrado, pero no jugando PARA sino CON. Y, sobre todo, sin exigir a Lionel ser lo que no es.