REFLEXIONES
Por Gonzalo Leaño Reyes
Parecía que después conocer los resultados contundentes de las elecciones del pasado día 2 de junio, una vez transcurrida y resuelta una contienda que fue particularmente aguerrida y en algunos casos manchada por la violencia contra candidatos en distintos lugares del país; una vez que el proceso electoral se resolvió, las aguas se calmarían y caminaríamos hacia una transición presidencial en armonía.
No ha sido así. Por el contrario, las posiciones de los contendientes se han radicalizado nuevamente en torno a varios asuntos, muy señaladamente respecto a la Reforma del Poder Judicial y a la asignación de legisladores plurinominales.
Sería más conveniente que el nuevo sexenio comenzara tranquilamente en todos los frentes, en lugar de iniciarlo confrontados. Así lo pensamos muchos ciudadanos, entre ellos un estimado político priista, de quien leí recientemente su columna titulada “Destino común”, en la cual hace un llamado a la concordia, a pesar de la existencia de los naturales desacuerdos que siempre han existido en una sociedad tan variada y extensa como lo es la mexicana.
Me refiero al licenciado Eugenio Ruiz Orozco, quien fue presidente municipal, senador y candidato a la gubernatura de Jalisco; esto último, en tiempos muy difíciles para su partido. En su texto, hace referencia a un libro que, dice, nos desnuda con dolorosa objetividad: “El perfil del hombre y la cultura en México”, en cuyas páginas explica las antagónicas visiones intelectuales de los mexicanos a través de la historia.
Finaliza su columna con una recomendación, que parecería utópica, pero es muy necesaria: “La crítica y la autocrítica son fundamentales para superarnos (…) Lo conveniente es dejar a un lado nuestros prejuicios para liberar nuestras inteligencias. Mirar al futuro sin ataduras y aceptar que, si estamos aquí, es porque tenemos un destino común (…) El nuevo gobierno debería conducir la reconstrucción de la armonía que debe prevalecer entre quienes compartimos territorio, símbolos patrios, idioma y muchas cosas más”.
Ciertamente, tenemos problemas que son comunes a todo el territorio y problemas particulares en distintas regiones. Si a lo que aspiramos es a un estado de bienestar y un desarrollo armónico, es necesario buscar la unidad nacional en los asuntos fundamentales de nuestro México.