Por Carlos A. Lara González
Dr. en Derecho de la Cultura y Analista de la Comunicación y la Cultura
@Reprocultura
Todavía no digieren en Morena el revés más reciente que les acaba de dar la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que determinó que es inconstitucional que se haya eliminado el Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (FIDECINE), a través de un decreto presidencial que modificó, entre otras, la Ley Federal de Cinematografía.
Se lo advertimos al cuatroteismo en mayo de 2020. Les dijimos que el decreto carecía de certeza jurídica y generaba incertidumbre, tanto para los ejecutores del gasto como para los beneficiarios de los apoyos y proyectos. Acto seguido, Mario Delgado, en una reunión con la comunidad de productores cinematográficos, organizada por la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, y en la que se encontraba Guillermo del Toro, dirigiéndose a él, luego de deshacerse en halagos por su trabajo y pedirle un saludo para su hijo que se encontraba ahí presente, se comprometió a no desaparecer el Fidecine. No pasaron 24 horas, y ya le veíamos tragándose sus palabras y aplaudiendo como foca la terquedad presidencial de seguir intentando gobernar por decreto.
Siguen haciendo chile con el rabo porque la Corte destacó, por una parte, que con la desaparición del FIDECINE se eliminó el único mecanismo previsto en la ley que garantizaba el acceso y participación permanente en la industria cinematográfica, el cual forma parte del derecho a la cultura establecido en la Constitución. A estas alturas, no saber esto es de una ignorancia supina. Pero es que, por otro lado, la Corte exhibió al propio Ejecutivo al señalar que aun cuando en sustitución del FIDECINE se creó el Programa Fomento al Cine Mexicano (por cierto, un programa a modo), este no está previsto en la Ley Federal en la materia. Por tanto, su creación vulneraba el principio de reserva de ley, al estar regulando una materia que es competencia exclusiva del Congreso Federal. Esto lo sabe cualquier pasante de derecho.
Hace unos días, y por segunda ocasión, el grupo parlamentario de Morena en la Cámara de Diputados intentó pasar de manera exprés una iniciativa que pretendía reformar el artículo 14 de la Ley Federal de Cinematografía para censurar las producciones cinematográficas, tratando de argumentar la existencia de discriminación o promoción de ciertos estereotipos, cuando en el fondo lo que buscaban era poder desaprobar los contenidos audiovisuales. Intentaban cerrar la pinza con su Programa de Fomento al Cine, para hacer cine a modo. A este grupo de cabestros legislativos los invitaría a tomar clases de teoría del Estado, a leer lo elemental, el artículo 4 de la Constitución, que es el marco normativo de sus labores legislativas, para que se enteraran cómo debe ser el apoyo del Estado a la promoción y desarrollo de la cultura: “CON PLENO RESPETO A LA LIBERTAD CREATIVA”. Ese mismo artículo señala que la ley establecerá los mecanismos para el acceso y participación a cualquier manifestación cultural. ¿Qué ley? pues la Ley de Cultura y Derechos Culturales, donde se establecieron los principios rectores de la política cultural del ESTADO mexicano (no del gobierno, burros, del Estado).
El artículo 7 señala que la política cultural del Estado mexicano, a través de sus órdenes de gobierno, atenderá a los siguientes principios (y luego de los dos puntos), el primero de ellos es el “Respeto a la libertad creativa y a las manifestaciones culturales”.
La iniciativa afortunadamente fue retirada por la oposición. Pero si insisten en presentarla, los estaremos esperando con un bello amparo, total, ya son clientes. No deja de ser una vergüenza que este gobierno apostara a gobernar mediante decretos. Afortunadamente fracasó. Terminó siendo el sexenio de los amparos en todas las materias. Por su terquedad, ignorancia e ineptitud. Por cierto, gracias al Dr. Eduardo de la Parra por llevar este juicio de amparo, probono.