Opinión Política
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Política, poder y democracia

Por Juan Carlos Hernández A.

Mtro. en Gestión Social y Políticas Públicas

@juancarleis2020

Hacer política para buscar el poder, es como la máxima regla de quienes desean y ostentan saberse poseedores del mismo. Nadie que haga política en ningún lugar tendrá otro objetivo que no sea estar cerca o en el lugar de la toma de decisiones que le da ese poder hacer; es así que en la práctica simplemente se ejerce una acción para generar una reacción que beneficie a quien la procura, cuidando que también se visualicen los alcances hacia otros.

Los gobernantes que emanan legítimamente del ejercicio de la política y con las consabidas elecciones, pues es la voluntad del elector elegir por quien desea lo represente, son y están para los gobernados como entes que resolverán a través también de políticas púbicas instrumentadas para tal fin, las necesidades apremiantes y básicas en el ejercicio de ese poder que le otorga la ciudadanía en un régimen democrático como es el de México.

La democracia es y ha sido en nuestro país al menos en los últimos 32 años la forma más segura y legitima de hacer política y de alcanzar el poder como fuente del ejercicio en la sociedad que representa la parte quizá más importante de donde emana ese poder. Nadie democráticamente hablando podría obtenerlo sin la intervención y participación de los protagónicos ciudadanos que son en todo sentido los principales provocadores y sostenedores en cada acción del sistema democrático. No hay otros.

Siendo así, entonces entenderemos que los primeros en ser consultados para cualquier acción, pretensión o intervención de la norma por excelencia como lo es la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pues ningún gobernante debería por sí mismo tomar decisiones sin consultar, sin preguntar a quienes sabe que con sus decisiones podrá afectar para bien o para mal.

Hoy día, tenemos que en México se ha visto muy movido en la opinión pública las temáticas de diversos partidos políticos por buscar y obtener, si a través de la praxis política, el poder, unos para conservarlo y otros para reencontrarlo con lo que ya no tienen o han perdido. Toda acción legitima en busca de ello es loable y reconocida si se hace por los causes legales para ello. Solo que, estamos viendo cosas y movimientos no inéditos, porque se han hecho otras veces, pero sì repetitivos que dejan un sabor como no grato, no dulce, al menos no entendible, por las formas.

La forma de hacer política en este país, por lo que se ve en la opinión publicada, no ha cambiado. Pese a que las personas si cambian, las maneras o el fondo es el mismo, ese de imponer, de opacar, de no ser claramente plurales, de ejercer el poder democráticamente correcto, es un ambiente que está ahí y al parecer no cambiará pronto. Ello no significa que sea ilegitimo, lo que digo es que se siguen las prácticas de antaño que creíamos desaparecerían con el nuevo siglo. Pero no es así.

De alguna forma el sistema de partidos son entidades públicas que representan intereses no privados sino de facciones, grupos de ciudadanos que simpatizan con la plataforma política que los determina, que los hace identificarse con la ideología y que es ahí donde embona también la participación de un sector de la ciudadanía según sus propios intereses. Sea como sea y mientras la ley de la carta magna no cambie, en México se llega al poder en y a través de los partidos políticos y las candidaturas independientes, no hay más.

Estar atentos para lo que venga, y de seguro será para inmiscuirnos más en la cosa pública, no podemos ser apáticos o indiferentes ante los intereses que genera el sí participar, en acrecentar y sostener la democracia, en hacer también política ciudadana en nuestro entorno, y en cuidar que quienes ejerzan el poder que se delega por el voto universal, libre y secreto, sea para bien de este país y, por ende, de la propia sociedad. Hagamos todo lo posible dentro de lo deseable. Sea pues.

 

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