Opinión Política
EDUCACIÓN E HISTORIA

La Expropiación Petrolera

México llegó a ocupar el primer lugar como exportador y el segundo como productor de crudo.

Por Alfredo Arnold

La semana pasada se cumplieron 86 años de la Expropiación Petrolera decretada por el presidente Lázaro Cárdenas del Río el 18 de marzo de 1938.

Las compañías petroleras extranjeras llegaron a México poco antes de la Revolución y pronto se convirtieron en una importante palanca para un desarrollo que el país no aprovechó, precisamente por la lucha entre facciones que se desató después de la caída de Porfirio Díaz.

El general Lázaro Cárdenas había estado del mando militar en la zona petrolera de Veracruz y Tamaulipas durante el gobierno del presidente Plutarco Elías Calles, por lo tanto, conocía perfectamente lo que significaba el petróleo en manos de compañías extranjeras.

Cuando Cárdenas asumió la Presidencia, aprovechó una circunstancia laboral para decretar la expropiación, ya que después de una huelga de los trabajadores petroleros vino el laudo a su favor y las empresas se rehusaron a acatarlo.

Al consumarse la expropiación y tomar el gobierno control de las empresas y todos sus activos, se produjo la renuncia de los técnicos extranjeros que conocían el manejo de las plantas, por lo que la nueva empresa mexicana entró en crisis, la cual se agudizó porque las potencias le cerraron las puertas a la importación de petróleo mexicano; se tuvo que vender a las naciones del Eje (Alemania, Japón e Italia), hasta que el hundimiento de los buques mexicanos “Potrero del Llano” y “Faja de Oro”, atribuido a Alemania, obligó a México a entrar a la guerra al lado de los Aliados.

La historiadora Dora Alicia Carmona Dávila registra en su obra “Memoria Política de México”, los pormenores de la expropiación. Recordémosla:

“18 de marzo de 1938. Este día, se expide un decreto en el que declara expropiados por causa de utilidad pública y a favor de la nación, la maquinaria, instalaciones, edificios, oleoductos, refinerías, tanques de almacenamiento, vías de comunicación, carros-tanque, estaciones de distribución, embarcaciones y todos los demás bienes muebles e inmuebles necesarios para el descubrimiento, captación, conducción, almacenamiento, refinación y distribución de los productos de la industria petrolera, propiedad de las empresas extranjeras Compañía Mexicana de Petróleo El Águila, S.A., Compañía Naviera de San Cristóbal, S.A., Compañía Naviera San Ricardo, S.A., Huasteca Petroleum Company, Sinclair Pierce Oil Company, Mexican Sinclair Petroleum Corporation, Stanford y Compañía, S.enC. Peen Mex Fuel Company, Richmond Petroleum Company de México, California Standard Oil Company of México, Compañía Mexicana El Águila, S.A., Compañía de Gas y Combustible Imperio, Consolidated Oil Company of México, Compañía Mexicana de Vapores San Antonio, S.A., Sábalo Transportation Company, Clarita, S.A., y Cacalilao, S.A.

 

“Dispone que la Secretaría de la Economía Nacional proceda a la inmediata ocupación de los bienes materia de la expropiación y que la Secretaría de Hacienda pague la indemnización correspondiente a las compañías expropiadas, en efectivo y a un plazo que no excederá de diez años.

“La medida responde a la negativa de las empresas petroleras, dada su supuesta incapacidad económica, a aceptar un laudo que las condena a implantar nuevas condiciones de trabajo. Como se han roto las relaciones de trabajo y se hace inevitable la suspensión total de actividades de la industria petrolera, el poder público interviene para impedir que se produzcan graves trastornos a la población y para proveer a la defensa, conservación, desarrollo y aprovechamiento de los yacimientos petrolíferos.

“Desde la mañana de hoy, todos los periódicos habían anunciado que a las 10 de la noche, el presidente enviaría un mensaje a la nación por las estaciones de radio y así fue: ‘El presidente, de pie frente a una gran mesa donde había dos micrófonos, sostenía en la mano izquierda un documento, esperando la señal convenida de antemano con un técnico en radiodifusión que, frente a él, escuchaba algo a través de unos grandes audífonos. La tensión iba en aumento, (…) el radiotécnico levantó con lentitud el brazo derecho y luego lo dejó caer rápidamente. El presidente comenzó entonces a leer y su voz, siempre clara y firme, sonó ligeramente más grave que de costumbre: ‘La actitud asumida por las compañías petroleras negándose a observar el mandato de la justicia nacional…’ En la breve relación de hechos el presidente dio cuenta del conflicto laboral y jurídico que el país y esas empresas han sostenido. ‘Las compañías petroleras… se han obstinado en hacer, fuera y dentro del país, una campaña sorda y hábil… y lesionar seriamente los intereses económicos de la nación…’ La difamación, la desobediencia, el desafío de esas empresas cobraron su verdadera dimensión en la palabra enérgica del presidente: ‘Se trata de un caso evidente y claro que obliga al gobierno a aplicar la Ley de Expropiación en vigor…’ (…) Cuando el mensaje presidencial concluyó, en los barrios citadinos la gente se echó a la calle e improvisó grandes jolgorios (…) en los campos petroleros de Tampico y Veracruz, los obreros tomaron las instalaciones y organizaron, sobre la marcha, comisiones de administración y vigilancia”.

“La decisión tomada por el presidente Cárdenas es apoyada por el pueblo, largas colas hacen la gente de todas las clases sociales, los buenos mexicanos, en el Palacio de Bellas Artes para contribuir con lo que tenga: dinero, joyas, aves de corral, cerdos, etc., para el pago de la deuda petrolera. Creen que no importa el sacrificio, que lo importante es que el petróleo sea nuestro.

“El auge petrolero de 1910 a 1920 hizo de México el primer exportador y segundo productor de crudo. En este periodo, en 1912 el presidente Madero decretó una tasa impositiva de veinte céntimos por cada tonelada producida. Al triunfo de Venustiano Carranza, la Constitución de 1917 reestableció la propiedad exclusiva de la Nación sobre la riqueza del subsuelo, lo que provocó la resistencia inmediata de las empresas petroleras, apoyadas por sus países de origen, que llegaron a enviar flotas de guerra para amenazar los puertos mexicanos exportadores del crudo”.

 

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