Por Juan Carlos Hernández
Mtro. en Gestión Social y Políticas Públicas
@juancarleis2020
Gobernar es algo serio que implica proponer el mejor plan, hacer las mejores y viables políticas públicas que, además, emanen soluciones reales a problemas reales que hoy día, ayer y hace algunos años atrás este país viene padeciendo.
La retórica, como gancho para llamar la atención y enfrentar los problemas nacionales del país, sin la serenidad y seriedad necesaria no es lo deseable, en cuanto y tanto no de sentido de solución a los graves problemas de economía familiar; consentir que las cosas van bien ahuyenta la participación de la gente, hablar y no resolver en los hechos causa desánimo, desesperación, antipatía y baja participación en la cosa pública.
Colectivizar la impunidad, la complicidad y el no cumplimiento de las leyes, hacer un día y otro también más tensa la relación gobierno-gobernados, al no ofrecer óptimas soluciones y oportunidades, ya no de crecimiento, sino de mantenimiento de la sincronía familiar, es lo que debe imperar no en discurso, sino en los hechos.
El pluralismo y la participación se requiere para fortalecer la democracia mexicana, el preámbulo de la democratización del país ha costado mucho y no de ahora sino desde hace más de 200 años, en que hacer que se respeten las leyes, es la constante y aun seguimos en ello.
Ahora somos un país de más libertades, con un empuje de trabajo de las clases medias y produciendo fuentes de empleo, en tanto que la clase media-baja y baja va trabajando a crear sus propias fuentes de trabajo, y qué bien, pues eso es aspirar a una mejor condición de vida, por cierto, religiosamente no franciscana, pues México no es un seminario de religiosos. Otro tema será la religión que profesa y practica esta humildad y pobreza, pero con hábitos y votos exprofeso para ello.
No, México necesita del esfuerzo de los mexicanos en aras de superar los malos tiempos, estos por los que atraviesan las familias. El país necesita sincronía en el manejo de la política, unión entre los distintos sectores que coadyuven a hacer posible la riqueza en todo sentido, no es loable caer en pobreza de ningún tipo e ideología. No ser conformistas, ni material, ni de espíritu, pues ninguna es conveniente.
Necesitamos gente buena, instruida y tolerante; que lo cotidiano del discurso pobre, no se convierta en normalidad, capaz de volver de piedra nuestros actos, que existan nuevas vías de comunicación y con ello recrear la unión y no la polarización; es necesario creer más, actuar con fe lo que hacemos.
Es impensable que la crisis y la pobreza de todo lo que usted ya conoce sea responsabilidad de una sola persona o entidad pública, al igual que será imposible resolverlo en 3, 6 ó 9 años, empero, la capacidad de los organismos civiles, que sí hay, como las muchas instituciones todas, tengan y permitan diversidad de propuestas organizadas para ayudar a generar oportunidades de crecimiento, por ello una vez más se necesita la gobernanza. No hay de otra. Por lo que los mensajes oficiales deberían ser motivadores, ejemplares y convincentes ante la opinión pública, pues si vamos a aceptar la crisis del discurso emparejado a la pobreza, en todo sentido, simple y llanamente este país se estanca aún más y la mentalidad, la proactividad nomás no se dará.
No todos tienen la facultad de analizar las palabras y lo que ellas causan, no todos son emocionalmente fuertes para saber distinguirlas. No todos tienen preparación de la inteligencia emocional y saber discernir. ¿Por qué hacer un discurso pobre? Qué propósito tiene querer emular a un santo, si fue y aceptó los votos de castidad, humildad y pobreza, pero ese era su propósito y oficio. El nuestro no.
La pobreza en todo se recrea y multiplica en ella misma. No estamos y somos hechos para eso. No lo propiciemos ni siquiera de palabra. En los hechos el promedio de los mexicanos hacemos el esfuerzo de salir avante de donde nos encontramos. Hagamos nuestra labor. ¡Sea pues!