Por Carlos E. Martínez Gutiérrez
Consultor en Desarrollo Urbano y Vivienda
@carlosemgtz
Todo asentamiento humano o conglomerado de construcciones prácticamente está compuesto de dos espacios: el espacio o áreas privadas y el espacio público, este ultimo de todos y de nadie en especial, donde los gobiernos municipales son los encargados de administrarlos, vigilarlos, mantenerlos y, sobre todo, cuidarlos, tareas que no siempre se realiza con eficiencia por las administraciones públicas.
Desgraciadamente en la mayoría de las ciudades el espacio público en zonas de actividad comercial se encuentra secuestrado de diversas formas; en las vialidades es común encontrar aparta lugares, puestos de comida, objetos de diversos tipos, por mencionar algunas situaciones que solo abonan al caos vial, al desorden y lo convierten en rehén de intereses con visos delincuenciales.
Pero el desorden no solo es en las vialidades o en ciertas zonas de la ciudad, es frecuente encontrar banquetas en mal estado, mobiliario urbano obsoleto y mal ubicado, instalaciones de diferentes tipos que invaden banquetas, postes, y diversos señalamientos que hacen complicado el desplazamiento de las personas; tapas en mal estado de diversas instalaciones subterráneas que se convierten en trampas muchas veces mortales para los transeúntes y más aún para los niños y adultos mayores.
Aspectos como limpieza de calles y banquetas, el riego y mantenimiento de parques, jardines y camellones, son procesos en la mayoría de las veces arcaicos, métodos que en las administraciones municipales causan muchos dolores de cabeza a funcionarios públicos, pero más aun a los ciudadanos que son víctimas de las ineficiencias de las administraciones municipales.
Todos los días hay rondines de policías, de inspección y vigilancia, de aseo público, obras públicas, por mencionar algunos funcionarios que se desplazan continuamente a través de la ciudad, que curiosamente no ven la invasión del espacio público, los baches, la basura, el desperfecto, la iluminación deficiente, etc. Esto nos habla de la falta de compromiso de los mismos funcionarios municipales en cuanto el cuidado de los espacios públicos, el trabajo colaborativo y en equipo.
El rezago en el mantenimiento y mejoramiento de la ciudad tiene que ver con el modelo de la administración pública basados en modelos de arriba hacia abajo, muy al estilo de los regímenes autocráticos, muy sectorizado y con poca comunicación y apoyo entre las diferentes áreas de la administración pública; pareciera que cada área son cotos de poder inamovibles, muy al estilo de los gobiernos posrevolucionarios de los años 30s o 40s.
Revertir estos esquemas requiere una verdadera reingeniería de los procesos de la administración pública, donde pongan al centro el servicio a los ciudadanos y no al revés, que hoy en día en mucho de los casos es tratado como su enemigo; los nuevos funcionarios deben de asumir que son servidores para el público, que es la ciudadanía en general.
El darle mantenimiento a la ciudad, eficientar y mejorar los procesos, diseñar instituciones, crear mecanismos innovadores, no puede solucionarse aplicando parches temporales debido a los tiempos electorales o periodos administrativos. Se requiere imaginación y voluntad, pero, sobre todo, querer la ciudad y trabajar de la mano con la ciudadanía.