Por Juan Carlos Hernández A.
Maestro en Gestión Social y Políticas Públicas
@juancarleis2020
Es complicado saber con exactitud porqué nuestros representantes en la Cámara de Diputados no se habían hecho notar sino hasta el pasado día de la no aprobación de la reforma energética de nuestro país –ver su utilidad o no, sus ventajas o desventajas, es tema para especialistas en el ramo-; lo que no es complicado saber es cómo así, con posturas de votación quizá razonadas y motivadas por defender lo que mejor conviene para de México, es como sí se hacen notar y no parecen dar la percepción de que son oposición invisible, pues dieron muestra clara de que si están y si existen.
En un país democrático, como lo es el nuestro, es natural que se manifiesten diversas posturas ideológicas y partidistas, pues ha sido la voluntad, en su momento, de los electores en elegir la pluralidad de partidos políticos en su representación de las dos Cámaras, la de diputados y la de senadores. Ellos, las y los legisladores, son representantes de la ciudadanía, para eso están. En ambas Cámaras, las posturas de contrapeso entre ellos mismos y, por supuesto, de los poderes Ejecutivo y Judicial, y en ello radica la no sumisión total ante nadie. Eso es algo que se debe aquilatar. Pero también se debe preservar, pues se necesita gobernanza, gobierno y gobernabilidad en bien del país. Evitar quebrantos económicos de alcance internacional fue lo que se previó.
Salir al paso de una propuesta de reforma no votada como quizá se esperaba, es una clara muestra de no sumisión, de no negociación y menos de compra de voluntades, ello hay que reconocerlo. ¿Hay ética profesional en la oposición? La hay. Sólo esperemos que no sea por una sola ocasión. En temas de interés nacional es menester que exista el análisis profundo, la discusión equilibrada en el sentido no pragmático, pero sí en el sentido común. Hay quienes señalan que la reforma a la Ley Minera (el caso del litio, México se encuentra en décimo lugar entre 23 países) ya estaba amparada (nacionalizada) en el artículo 27 en la Constitución Política; sin embargo, de nuevo se vio una actuación ahí si de un bloque mayoritario de casi todas las fuerzas políticas para aprobarla.
Ahora vendrán otros intentos de reformas. Otras, como la electoral, que se sabe no busca una utilidad de ahorro solamente, sino también la de hacer un calado de amplio alcance a la estructura, modificación al INE y hasta de desaparición de las instancias electorales locales, tribunales electorales y así por el estilo. Eso y otras ideas fueron las planteadas en la propuesta de 2021, habrá que ver qué se presenta para este 2022.
Pero hay que tener cuidado, pues las instituciones conforman al andamiaje de los países democráticos en el mundo, y ello implícitamente hace que exista la democracia al contribuir al fortalecimiento en una época de cambios sociales. En ello México no es la excepción. Podrán, sí, ahorrar unos pesos, pero la estabilidad política puede ser socavada en sus instituciones que la cuidan, por decir lo menos. Será loable otro análisis a conciencia sobre el tema de parte de las y los integrantes del Legislativo (ambos). Hacerse notar con sabiduría, prudencia e inteligencia. Será encomiable ver su actuación en la palestra de las decisiones nacionales, pues una reforma electoral no es menos importante que cualquier otra.
Así, en las recientes reformas aprobadas es de celebrarse la actitud legislativa en donde mostraron definición, prevaleciendo la concordia en bien de los intereses de los mexicanos; esto es, cuidar con pies de plomo y uso de la razón lo que debe protegerse como patrimonio de la Nación. Ahora lo que venga deberá ser revisado. Legislar en bien de todos, sin intereses particulares, sino más bien generales, este y no otro a de ser la dinámica por mostrarse en el actuar de ambas Cámaras, la de diputados y senadores: velar por el bienestar de los mexicanos.
Sea, pues. ¡Sur sum corda!