Por Carlos E. Martínez Gutiérrez
Consultor en Desarrollo Urbano y Vivienda
@carlosemgtz
Después de escuchar las diferentes intervenciones de nuestros diputados en las discusiones para la llamada reforma eléctrica, me quedo claro que pocos aportaron información suficiente para que los ciudadanos comunes que seguíamos las transmisiones entendiéramos la problemática del tema. La mayoría se centró en posicionamientos ideológicos donde algunos en lugar de hablar de energía hablaron corriente, sin ningún respeto para sus compañeros y menos para miles de ciudadanos que nos interesaba el tema y sus repercusiones.
Lo que si quedo claro es la visión de país por dos grupos con ideologías opuestas, una a partir de un modelo a base de un estado totalitario y benefactor, y otro, de libre mercado; el primero muy en la línea de los países del ex bloque socialista que nuestro país trató de copiar el modelo en los años 70s, donde el Estado benefactor era dueño de prácticamente toda la industria estratégica e importante del país, un país con una economía sumamente cerrada, con escasas o nulas posibilidades de importación de materias primas o bienes de capital que fortalecieran las cadenas de producción, causando lento y, por consiguiente, un atraso en el desarrollo del mismo, poca o nula competencia y por consecuencia bienes y servicios de regular a pésima calidad.
El otro modelo, puesto en práctica a finales de los 80s y reforzado con la inclusión de nuestro país al TLCAN en 1992 y diferentes tratados internacionales, se planteó una economía y desarrollo de país a base del libre mercado, donde a casi 30 años no ha sido la panacea que se planteó. Sin duda ha habido crecimiento en diferentes sectores de la economía de forma exponencial, sobre todo las empresas exportadoras han crecido en las zonas o ciudades con cercanía a las fronteras y puertos importantes, así como los corredores ligados al sector exportador o a las decisiones políticas; por supuesto que hay oportunidad de obtención mayores satisfactores, como de bienes y servicios de mayor calidad y costo.
Desgraciadamente se entró a un modelo donde se ha creado un capitalismo deshumanizado, se partió de la premisa que el mercado lo resuelve todo y esto ha ocasionado más desigualdad, tanto en las ciudades como en diferentes zonas del país; el crecimiento ha sido desigual y el estado ha sido incapaz de establecer políticas públicas que logren equilibrar el desarrollo integral, así como un desarrollo social, urbano, económico e institucional.
Los dos modelos tienen sus pros y contras y a partir de estos se han establecido políticas públicas que de mayor o menor medida han impactado de forma positiva o negativa a los ciudadanos. Pero tristemente nos dimos cuenta que lo de los diputados en la Cámara parecía un diálogo de sordos, cada uno tratando de imponer su modelo sin haber interlocutores que pudieran potenciar las bondades de cada uno de los sistemas y llegar a un modelo mixto.
Pareciera que tejer acuerdos es algo imposible de pedir y, peor aún, ante esta falta de diálogo, la actitud del grupo perdedor fue denostar a los contrarios como traidores a la patria, mandando un mensaje a toda la ciudadanía que el que no piense como ellos esta contra ellos. Que pena por estos representantes que se les olvidó que son nuestros representantes. La intolerancia y cerrazón a la máxima potencialidad, donde no cabe la diversidad de pensamiento y la libre manifestación de ideas; y peor aún, cómo van a lograr acuerdos por el bien de la ciudadanía cuando se requiere unión, y el país requiere energía y no corrientes que agredan.