Las relaciones hídricas entre México y Estados Unidos están marcadas por tratados históricos y conflictos recurrentes derivados de la gestión compartida de ríos fronterizos.
Por Jorge Jaime Hernández
Sigue el protagonismo del presidente Donald Trump atrayendo la atención del mundo con su punto de vista y su manera de negociar. Lo que para él debería de suceder dentro del mundo que ha propuesto, para que ahora en ese mundo ideal los Estados Unidos se vayan a la punta y liderazgo ejerciendo esta supremacía a través de acciones unilaterales que le den armas para negociar una mejor posición en los mercados internacionales, mezclando la política y las cuestiones sociales… todo un caso.
Ahora, además de las cuestiones migratorias, la inseguridad, las diferencias entre las políticas de empleo, la situación jurídica y la balanza comercial, se suma la amenaza de aumento de aranceles por el incumplimiento de un tratado añejo sobre la distribución del agua de los Ríos Bravo y Río Colorado.
La deuda del agua entre México y Estados Unidos requiere una combinación de cooperación diplomática, inversión en infraestructura y conciencia ambiental, situación que desde hace tiempo sucede. Sin embargo, nos enfrentamos a un presente marcado por el cambio climático y el crecimiento poblacional, por lo que ambos países deben comprometerse a desarrollar soluciones sustentables que garanticen el acceso equitativo al agua y la preservación de los ecosistemas, atendiendo a que este recurso es vital. Se avizora que en el futuro será moneda de cambio internacional y ahora Trump empieza la presión con ese escenario.
Las relaciones hídricas entre México y Estados Unidos están marcadas por tratados históricos y conflictos recurrentes derivados de la gestión compartida de ríos fronterizos, especialmente el Río Bravo (Río Grande) y el Río Colorado.
La «deuda del agua» hace referencia a las obligaciones de entrega de agua estipuladas en tratados internacionales que, en ocasiones, no se cumplen completamente como en este caso, en que la presidenta Claudia Sheinbaum declaró que de manera inmediata se le dará agua a nuestro vecino del norte, explicando que debido a la sequía que se ha vivido en los últimos 3 años no se ha podido cumplir a cabalidad este acuerdo.
¿DE QUE SE TRATA ESTE CONFLICTO?
El Tratado de Aguas de 1944 es el principal marco jurídico que rige la distribución del agua entre ambos países. Según este acuerdo, México debe entregar 432 millones de metros cúbicos de agua anualmente a Estados Unidos desde el Río Bravo, mientras que Estados Unidos debe liberar 1,850 millones de metros cúbicos de agua a México desde el Río Colorado. No obstante, México ha enfrentado dificultades para cumplir con sus compromisos en periodos de sequía, lo que ha provocado tensiones diplomáticas en varias ocasiones, siendo ahora más mediático el amague comercial.
La deuda del agua no sólo es una cuestión de política exterior, sino que tiene consecuencias directas en la vida de miles de personas en ambos países. Sabemos que en Texas los agricultores dependen del agua del Río Bravo para el riego de cultivos, mientras que en el norte de México comunidades luchan por el acceso a este recurso para consumo humano y producción agrícola.
La reducción en los flujos de agua afecta ecosistemas, poniendo en peligro especies y reduciendo la capacidad de regeneración de los cuerpos hídricos. Es todo un problema que necesita cooperación de ambos lados, ya que la naturaleza, por lo general, no se puede controlar, pero se podrán planificar acciones que podrían superar los problemas de ambos lados.
Aquí el problema es la forma y la intención del trato de vecinos entre los Estados Unidos y México, sobre todo si somos socios comerciales, según el TMEC.
Cada vez que México enfrenta dificultades para cumplir con la entrega de agua, Estados Unidos presiona diplomáticamente para garantizar el cumplimiento del Tratado. Se han realizado diversas negociaciones bilaterales, algunas con éxito temporal mediante el almacenamiento de agua en presas mexicanas para su posterior entrega. Sin embargo, los efectos del cambio climático han intensificado las sequías, poniendo en riesgo la viabilidad del acuerdo en su forma actual y, según la misma presidenta de México, en estos últimos días se han tenido varias reuniones y mesas de trabajo en ese sentido. De ahí la declaración que hizo sobre la “entrega inmediata” de agua. No señala ni cómo ni fecha exacta.
Para resolver este problema se han propuesto diversas estrategias:
- Modernización de la infraestructura hidráulica: Mejorar las presas, canales y sistemas de distribución podría optimizar el uso del agua disponible y minimizar pérdidas.
- Cooperación binacional en gestión hídrica: Desarrollar mecanismos más flexibles en el Tratado para adaptarse a periodos de sequía extrema y fomentar el intercambio de tecnologías para la conservación del agua.
- Fomento de la eficiencia en el uso agrícola: Implementar técnicas de riego más eficientes y promover cultivos menos dependientes del agua podrían reducir la presión sobre el recurso.
- Incluso, siguiendo la actual, utilizando la Inteligencia Artificial para resolver esta situación, tomando en cuenta la tecnología disponible en todo el mundo.
Ahora es el agua y la diplomacia responde. Pero siguen los caprichos del Mandatario del norte. ¿Mañana qué se le ocurrirá con el afán de estar molestando? Los aguacates, los delfines, de nuevo el Golfo de México o cerrándose en la industria del automóvil, del acero, del aluminio, o de cualquier producto o servicio donde él “sienta” que su país es perjudicado. Eso no lo sabemos… pero lo podemos vislumbrar.
Esa es la cuestión… ¿Tú qué opinas? Medítalo.