NOTA DEL EDITOR
Por Julio César Hernández
@jcentresemana
Como secretario de Gobernación fue un hábil y efectivo negociador y cabildero para el presidente Andrés Manuel López Obrador, cubrió los “huecos” que dejó abierto su antecesora Olga Sánchez Cordero en Bucareli y resolvió no sólo los problemas pendientes sino los que se presentaron después de su designación, pero Adán Augusto López Hernández decidió finalmente irse a la aventura de buscar ser el candidato presidencial de Morena sin éxito.
Muchas cosas se dijeron alrededor de él durante y después de la campaña interna por la candidatura morenista que terminó en manos de Claudia Sheinbaum Pardo, pero fue llamado para formar parte de su equipo y hoy es el coordinador de la fracción parlamentaria de Morena en la Cámara de Senadores con una tarea nada fácil por cumplir apenas arrancado el primer período de sesiones: lograr la aprobación de la reforma al Poder Judicial sin contar con la mayoría calificada necesaria para ello.
A partir de la instalación de la nueva Legislatura el pasado uno de septiembre, la encomienda de López Hernández era lograr sumar a su bancada el voto que les es necesario para obtener esa mayoría calificada, voto que tendrá que salir de la oposición. Le quedan de plazo para sumar ese sufragio extra algunas horas si la agenda se cumple y a más tardar el próximo miércoles se somete al pleno para su discusión.
La habilidad de negociación y convencimiento de Adán Augusto ha sido puesta a prueba de manera intensiva, y si el fin de semana no “amarró” uno o más votos que le aseguren la mayoría calificada, en Palacio Nacional y en la casa de transición confían en que lo concrete ya.
Su homólogo en la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal Ávila, llegó a la discusión de la misma reforma prácticamente con “la mesa puesta”: una mayoría calificada gracias a la operación avalada por el INE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y un rápido movimiento para instalar una sede alterna que le permitió sesionar ante el bloqueo construido alrededor de San Lázaro que impidió a los diputados sesionar ahí.
Aparentemente los senadores no tendrán problema para sesionar en su sede, pero el reto de López Hernández y el resto de la bancada morenista y aliados está en llegar con los 86 votos necesarios para que la reforma Judicial salga adelante. La tarea no es fácil ante el pronunciamiento hecho públicamente por los 43 senadores de oposición de que todos asistirán a la sesión del Senado y su voto será en contra de la reforma. Pero ¿y si hubiese una o más ausencias por diversas razones? Eso facilitaría la tarea.
El ex secretario de Gobernación y hoy jefe de la bancada morenista en el Senado ha sido puesto a prueba y hay confianza en que logrará sacar adelante la encomienda sin que necesariamente se anuncie previamente con “bombo y platillo” para evitar el “linchamiento” al que convocó la senadora del PAN, por Aguascalientes, María de Jesús Marmolejo, a todo aquel que vote a favor de la reforma.
“Nosotros esperamos convencer, no a uno o a dos, a varios senadores que militan en otros partidos políticos y que puedan apoyar de manera razonada, consciente la reforma judicial”, declaró López Hernández a los medios de comunicación. Y aclaró: “No, no hay plan B. Cuando se hace política de buena manera, se intenta convencer. Muchos me han dicho: mira, esto no me gusta de la reforma, explícamelo, y nos sentamos…
“Yo creo que se va a aprobar. Al final serán varios los senadores de las bancadas opositoras que aprobarán y apoyarán esa reforma”, concluyó.
¿Confirmará Adán Augusto su habilidad para negociar y convencer a la oposición? Ya lo veremos.