Opinión Política
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Sin restricciones institucionales

Charlas en la Cafetería del Barrio

Por Alberto Mora Martín del Campo

@alberto_mora

-El poder gubernamental sin restricciones institucionales deriva en autoritarismo y en la erosión de las libertades democráticas. Los académicos han advertido sobre los peligros de este fenómeno, destacando la importancia de instituciones sólidas e independientes, la importancia de fortalecer el Estado de Derecho, promover el pluralismo y garantizar mecanismos de control y rendición de cuentas.

“No olvidemos que en la historia, de manera recurrente, nos encontramos fuerzas políticas que buscan crear escenarios en los que el gobierno o sus líderes ejercen su autoridad sin estar sujetos a los límites impuestos por instituciones, debilitan el Poder Judicial, el Poder Legislativo, asedian a medios de comunicación independientes y las organizaciones de la sociedad civil.

“En otras palabras, tratan de crear un poder concentrado y sin controles efectivos donde el Poder Ejecutivo tiene libertad para actuar sin contrapesos institucionales”.

Así arranca la charla en la cafetería del barrio donde un Profesor universitario acude de manera recurrente a disfrutar los cafés tostados por el Taller de Espresso, siempre acompañado de personajes de la vida académica. En esta ocasión Pedro y Romina, miembros del Departamento de Sociología en la Escuela de Políticas Públicas.

Pedro olfatea el aroma intenso de su espresso, al tiempo que retoma la charla para afirmar:

-En una sociedad con aspiraciones democráticas se vuelve frustrante el debilitamiento del Estado de Derecho, porque el gobierno actúa sin restricciones, se pasa por alto las leyes y la Constitución, socavando el Estado de Derecho. Las decisiones del gobierno son guiadas más por los intereses del líder o del grupo en el poder que por normas legales establecidas, lo que genera arbitrariedades y falta de previsibilidad en la gestión pública.

“Sin duda, en una democracia, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, deben equilibrarse entre sí, sin restricciones institucionales. Cuando se concentra el poder en el Ejecutivo se va directo al autoritarismo. Esto reduce el papel del Legislativo y del Judicial quienes deberían actuar como frenos y contrapesos para evitar abusos.

“Sin instituciones que limiten al gobierno, es más probable que los derechos civiles, como la libertad de expresión, de prensa o de manifestación, sean suprimidos. Un Ejecutivo sin contrapesos puede censurar la disidencia, reprimir a la oposición y consolidar su poder mediante el control de los medios o la persecución de los críticos.

“La falta de controles institucionales lleva al gobierno a un aumento de la corrupción, el clientelismo y la arbitrariedad, lo que socava la confianza del público en el sistema político. Esto genera apatía política, desconfianza en las elecciones y un alejamiento de los ciudadanos en los procesos democráticos.

“Sin instituciones firmes e independientes, el sistema político pierde estabilidad y legitimidad. Las instituciones que deberían supervisar el poder, como los tribunales, los organismos de fiscalización, o los organismos de control constitucional, pueden ser cooptados o debilitados, lo que afecta la credibilidad del sistema y pone en riesgo la continuidad democrática.

Romina interrumpe a Pedro para comentar:

-Tienes razón, tus opiniones me llevan a recordar lo que nos enseña Linz cuando explica cómo la concentración de poder y la eliminación de contrapesos crean un entorno propicio para el surgimiento de regímenes personalistas y antidemocráticos. El politólogo español, en sus estudios sobre el autoritarismo y las democracias, subrayó el riesgo de que los sistemas democráticos puedan degenerar en regímenes autoritarios si no existen límites efectivos al poder del Ejecutivo.

“También Zakaria advierte que estos regímenes son especialmente peligrosos porque erosionan las democracias desde dentro. En su obra “El futuro de la libertad”, acuñó el término «democracia iliberal» para describir gobiernos que, aunque llegan al poder a través de elecciones, rápidamente socavan las libertades individuales y el Estado de Derecho al eliminar los controles institucionales.

“Y por ejemplo: Robert Dahl, en su teoría de la poliarquía, sostiene que para que un sistema político sea democrático debe haber pluralismo y competencia política. Un poder sin restricciones institucionales elimina la posibilidad de una verdadera competencia, ya que las decisiones se concentran en una sola entidad o líder, reduciendo el espacio para la oposición política y la diversidad de opiniones.

“Y, por último, el que se me viene a la memoria es el politólogo argentino Guillermo O’Donnell, quien introdujo el concepto de «democracia delegativa» para describir sistemas donde los presidentes, una vez electos, creen que tienen un mandato ilimitado para gobernar como quieran, ignorando las instituciones y los procedimientos democráticos. Para O’Donnell, estos regímenes son altamente inestables y pueden llevar a la degradación de la democracia”.

El Profesor solicita la cuenta y a manera de conclusión comenta:

-Amigos, recordemos que la democracia no se limita a las elecciones. Es necesario fomentar la participación y constante de los ciudadanos en la toma de decisiones a través de mecanismos de consulta, referendos y otras formas de participación directa.

“Muchos teóricos coinciden en que, para evitar el abuso de poder, es fundamental fortalecer las instituciones independientes como el Poder Judicial, el Legislativo y los órganos de control. Esto implica dotar a estos cuerpos de autonomía, recursos y legitimidad, para que puedan actuar como contrapesos efectivos al poder gubernamental.

“Queda claro que los politólogos recomiendan garantizar que las fuerzas de oposición tengan acceso real al poder y no sean simplemente oposiciones testimoniales o decorativas. Y esto se logra protegiendo los derechos políticos de todos los actores y asegurando que el sistema electoral sea competitivo y justo.

“Es esencial establecer mecanismos transparentes de control y rendición de cuentas. Esto incluye auditorías internas y externas, participación ciudadana en los procesos de decisión, y garantizar que los medios de comunicación y las organizaciones civiles puedan operar sin presiones.

“Para que el poder gubernamental no se convierta en un poder arbitrario, los tribunales deben tener la capacidad de actuar con independencia, revisando y limitando las acciones del Ejecutivo cuando sea necesario. Esto incluye evitar la politización de las designaciones judiciales”.

 

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