Opinión Política
EDUCACIÓN E HISTORIA

El Tigre de Álica

Es uno de los personajes más controvertidos en la historia del occidente de México durante la segunda mitad del siglo XIX

 

Por Alfredo Arnold

El nombre de Manuel Lozada tiene la peculiaridad de producir una reacción desfavorable en la historia de Jalisco, pero al mismo tiempo un sentimiento de admiración entre los nayaritas, donde existen monumentos dedicados a su memoria.

Su verdadero nombre era Elpidio García González, pero al quedar huérfano de padre fue a vivir con un tío de quien tomó el apellido. Nació en 1828 en la Sierra del Nayar o Sierra de Álica, de ahí su sobrenombre de “El Tigre de Álica”. Creció con sus primos, aprendió los trabajos del campo y fue peón. Ya de joven trabajó en una hacienda y al fallecer su patrón y estar enamorado de la hija de éste, llamada María Dolores, se la robó en tres ocasiones por lo que fue perseguido y arrestado.

Manuel Lozada era un indio puro, un cora que vivió dos etapas distintas: la primera como bandido en la que se convirtió en el terror de la población acomodada de Tepic, y la otra como militar y gobernante de Nayarit. Fue un activista que luchó por los derechos agrarios de los coras y huicholes. Lanzó su “Plan Liberador de los Pueblos Unidos de Nayarit” y fundó escuelas.

México atravesaba por los tiempos convulsos de la Guerra de Reforma, la segunda Intervención Francesa y el Imperio de Maximiliano. Lozada se identificó con los conservadores, aunque al enterarse de que Maximiliano había sido fusilado cambió de partido.

Entre sus andanzas, en noviembre de 1859 tomó la ciudad Tepic tras siete días de combate. Durante el Segundo Imperio fue recompensado por Maximiliano con el grado de general, en tanto que de Francia le llegó el nombramiento de “legionario” de parte de Napoleón III.

Nayarit era entonces territorio de Jalisco, el VII Cantón de Jalisco; fue hasta 1917 cuando se convirtió en estado. En su lucha, o franca rebelión por los derechos agrarios, Lozada quiso tomar Guadalajara. Avanzó triunfante por Magdalena, Etzatlán y Tequila, pero ya cerca de la capital jalisciense fue derrotado en la batalla de La Mojonera por Ramón Corona, quien fue su acérrimo enemigo. Ahí, Lozada fue herido, tomado preso y fusilado. Esto fue en el año de 1873, tenía 45 años.

El naturalista norteamericano Henry Edwards visitó Tepic en compañía de su esposa en 1872 y describió en su libro “A Mingled Yarn”, publicado en 1882 en Nueva York, la impresión que le había causado “El Tigre de Álica”, aunque sólo lo conoció por referencias. A continuación, un breve extracto de dicha obra:

“Manuel Lozada, general y jefe natural del Distrito de Tepic, como se hace llamar, por años había sido el terror del distrito en que gobierna como déspota y hasta ahora había derrotado todos los intentos del gobierno de desalojarlo. La vida de este hombre está llena de terribles incidentes, que la relación de ellos suena casi increíble. No obstante, cientos de testigos, muchos de los cuales han sufrido personalmente su crueldad, pueden dar amplio testimonio de su verdad.

“Él es indio pura sangre y uno de los monstruos más degradados que hayan manchado las páginas de la historia antigua y moderna. Nació en Tepic (en realidad nació en un pueblo llamado San Luis, cercano a Tepic) alrededor de 1824 (nació en 1828), por ende, tiene 50 años de edad y en los primeros años de su vida trabajó como peón y arriero en un rancho vecino.

“Muy temprano en su vida dio muestras de su naturaleza cruel y sanguinaria. Un día, un hombre llamado Morales pasaba por la choza de su madre, le pidió agua la cual por una u otra razón le fue negada por la inhóspita india. Morales le dio un epíteto oprobioso y se marchó. Lozada, entonces un muchacho de unos dieciocho años de edad, informado de esto juró venganza; enroló los servicios de tres compañías y siguió a Morales por dos días hasta que encontró sus rastros. Cuando lo tomó mataron su caballo, a él lo ataron a un árbol. Le arrancaron las plantas de los pies y lo obligaron a caminar varios kilómetros hasta que su exhausta naturaleza no le permitió continuar, entonces le robaron todo lo que poseía y literalmente lo cortaron a él en pedazos. Al conocerse esta atrocidad las autoridades intentaron arrestarlo, pero escapó con algunos de sus seguidores a las montañas, lugares bien conocidos por él y en medio de los que desafió la persecución.

Elpidio García González, pero al quedar huérfano de padre fue a vivir con un tío de quien tomó el apellido. Nació en 1828 en la Sierra del Nayar o Sierra de Álica

“Se ofrecieron miles de dólares por su captura vivo o muerto, pero no tuvo efecto y aunque varias veces bajó de las montañas y obligaba a Tepic a contribuir, siempre se las manejó para escabullirse del alcance de los militares y replegarse a los salvajes y rocosos desfiladeros donde nadie se atrevía a seguirlo.

“En 1860 el Partido Conservador tomó el poder e invitó a Lozada, quien vino a Tepic y se proclamó su gobernador”.

Mucho más escribió Edwards sobre “El Tigre de Álica”, siempre en un tono negativo y así lo conocieron en Estados Unidos.

¿Héroe o villano? Aquel tiempo no se prestaba para definiciones, la prioridad era sobrevivir, sobre todo cuando las rebeliones y revueltas ocurrían con frecuencia en las regiones apartadas de la gran capital mexicana o de las ciudades más tradicionales y antiguas. Por lo visto, Manuel Lozada fue un gran héroe y un gran villano.

 

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