LA NOTA DEL EDITOR
Por Julio César Hernández
@jcentresemana
¿Se puede esperar un proceso electoral más sucio -con todos los calificativos que cada uno le quiera incluir en esta palabra- que el realizado el pasado domingo con la elección de los nuevos integrantes del Poder Judicial federal? ¿Creíamos que los famosos operativos “tamal”, “ratón loco” y demás puestos en vigor durante el período priista en el poder era lo peor que podríamos ver? Pues no. Lo del domingo fue verdaderamente increíble.
Si ya de por sí el proceso mismo de elegir a los integrantes del Poder Judicial mediante el voto popular era ya una locura, lo sucedido en el transcurso del proceso y el día de la jornada electoral confirmó lo que muchos que no estuvimos de acuerdo con la reforma ni con la elección misma -y que por eso no participamos- habíamos pensado o augurado.
La desfachatez, el colmo de los colmos, fue atestiguar cómo millones de ciudadanos acudieron a su casilla y en la soledad de la mampara marcaron las boletas a favor no de su candidato favorito, sino de quien aparecía para cada cargo en juego en el “acordeón” que les fue entregado por quién sabe quién. Y lo peor: ¡Todavía lo presumían!
Pero bien dicen: “Palo dado ni Dios lo quita”. Ya de nada sirve quejarnos, lamentarnos, criticar lo sucedido. Lo que nos toca hoy, al ser ya constitucional la elección popular en el Poder Judicial, es ver cómo en los siguientes se pueden evitar todas las aberrantes anomalías vividas el domingo, comenzando por la elección del Poder Judicial que viviremos en 2027, cuando también elegiremos diputados federales, diputados locales y presidentes municipales.
Para ello, el primer paso es que las reformas que en la materia apruebe el Congreso del Estado no dejen espacio para este tipo de “experimentos” a favor de nadie, porque pecaríamos de inocentes si creemos que los intereses partidistas, de grupo, fácticos y los del gobierno mismo no querrán imponerse con una reforma “a modo”. Bueno, creo que estoy pecando de “inocente” si creo que algo así no sucederá.
Por otro lado, creo que el principal obstáculo que hoy tiene frenadas las negociaciones en el Congreso del Estado, o sea la insaculación de aspirantes, popularmente conocida como “tómbola”, no es del todo malo ya metidos en esto del voto popular, pues bien encaminado puede dar oportunidad a nuevos perfiles que, efectivamente, no cuentan con “palancas” o con un “padrino” que los incluya en la lista.
Y es que a decir de Miguel de la Rosa Figueroa, coordinador de la bancada de Morena en el Congreso, aquellos aspirantes que sean sometidos a la insaculación deben, previamente, cumplir con los requisitos de elegibilidad, someterse a un examen de conocimientos y obtener una calificación aprobatoria definida, que valide que tiene la capacidad para ser magistrado o juez en cualquiera de las materias en disputa. ¿Por qué satanizar este método si se puede llevar a cabo rigurosamente bien cuidado?
Lo reprobable es que pretenda ser una “tómbola” como la que puso en operación Morena en las elecciones del 2018, 2021 y 2024, donde se incluyó en la misma a personajes que no sólo no pasaron por un “filtro” previamente, sino que ni siquiera se acercaban al perfil requerido. Y fue así como personajes que nunca habían participado en política, ocupado un cargo de elección o militado en un partido político, se convirtieron en diputados y posteriormente hasta senadores. Y así nos fue…
Así, pues, pasada la elección federal, en Jalisco entramos ahora al proceso local que, sin duda, dará mucho de qué hablar y provocará muchas discusiones. Y de nuestra parte, nos dará mucho qué comentar.