Los casos de Ramón Corona, José María Mier, Aristóteles Sandoval y Juan Jesús Posadas Ocampo.
Por Alfredo Arnold
Las guerras, los conflictos políticos, las rivalidades personales y otras circunstancias manchan la historia de los pueblos y van quedando como hechos que a lo largo de los años adquieren distintas interpretaciones según los criterios de la historia y de quienes la reseñan, analizan e interpretan.
Recordamos en esta ocasión a cuatro personajes de distintas épocas que enlutaron particularmente al estado de Jalisco. Tres de ellos estuvieron en el poder público y uno en el poder eclesiástico: Ramón Corona, José María Mier, Aristóteles Sandoval y el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo.
RAMÓN CORONA
Oriundo de Tuxcueca, Ramón Corona Madrigal fue un destacado militar que luchó en el bando liberal durante la Segunda Invasión Francesa. La historia recuerda que fue él a quien el emperador Maximiliano le entregó su espada cuando el monarca de origen austriaco se rindió en Querétaro.
Para los franceses, Ramón Corona era un joven “rubio y bello”, “un tigre con cara de humano”. Tenía apenas 23 años cuando llegó a Sinaloa para pelear contra el ejército invasor. “Es el máximo héroe de la intervención francesa en Sinaloa”, refiere el historiador Lerma Garay.
En efecto, Ramón Corona alcanzó su celebridad militar en algunas batallas que tuvieron lugar en Mazatlán y sus alrededores. Su base se encontraba en lo que hoy es el poblado de Villa Unión. Tuvo serias diferencias con el gobierno sinaloense, pero sin lugar a dudas fue uno de los hombres fuertes de la resistencia mexicana en ese periodo. Su presencia evitó que los franceses accionaran sus cañones desde el mar contra la ciudad y él mismo se encargó de que la partida del último barco de la Armada francesa que estaba anclado frente a Mazatlán, el puerto más importante del Pacífico entonces, partiera pacíficamente, sin disparar y sin que le dispararan.
La popularidad de Ramón Corona quedó testimoniada en una espada de acero, oro y con incrustaciones de piedras preciosas, que en agradecimiento le obsequiaron residentes mexicanos de California y Nevada.
Finalizada la invasión, Corona se enamoró a primera vista de una joven y hermosa viuda norteamericana que se hacía cargo de los negocios de su difunto esposo en el puerto sinaloense, María Ann McKenty, quien había cambiado su nombre por el de Betty Bowman. En 1867 se casaron “por poder” ya que el general mexicano se encontraba en Guadalajara, pero luego se reunieron en la capital jalisciense.
Aquel mismo año de 1867 fue especial en la vida de Ramón Corona ya que además de la caída de los franceses, el fin del Segundo Imperio y su boda con Betty, fue designado representante del Gobierno de México en España, donde residió con su esposa durante una década. Se dice que fue amigo de la familia real y que daba espléndidas fiestas en la sede de la Embajada.
A su regreso a México fue designado Gobernador de Jalisco, cargo que ejerció desde 1887 hasta su muerte. Tenía sólo 52 años cuando, el domingo 10 de noviembre de 1889, caminaba en compañía de su familia rumbo al Teatro Principal y de pronto fue atacado por Primitivo Ron, un desconocido que le infirió cuatro cuchilladas que al día siguiente le causaron la muerte. En la refriega también resultó herida, aunque no de gravedad, su esposa Betty.
Nunca se supo el motivo de la agresión ya que el asesino fue muerto por la policía.
Los restos de Ramón Corona Madrigal descansan en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, en tanto que el municipio de Villa Corona, llamada antiguamente Tizapanito, recibió en su honor su nombre actual cuando fue declarado municipio en 1918.
JOSÉ MARÍA MIER
Otro Gobernador de Jalisco, José María Mier, murió en 1914 estando oficialmente en funciones. Ocurrió en plena Revolución; pertenecía al antiguo grupo porfirista; ya había sido gobernador de su estado natal, Nuevo León y llegó a Jalisco como jefe militar y gobernador, pero no completó ni siquiera cinco meses en el cargo ya que, ante la inminente llegada de las fuerzas de Álvaro Obregón a Guadalajara, abandonó la ciudad y fue muerto en El Salto de Juanacatlán cuando se dirigía a la Ciudad de México.
ARISTÓTELES SANDOVAL DÍAZ
En diciembre de 2020 en Puerto Vallarta, fue privado de la vida el exgobernador Jorge Aristóteles Sandoval, quien apenas un par de años antes había dejado de ser gobernador de Jalisco. El crimen aún no ha sido resuelto plenamente.
JUAN JESÚS POSADAS OCAMPO
Y hace algunos años, en 1993, fue privado de la vida, en un hecho que se atribuyó a una aparente confusión, el cardenal Jesús Posadas Ocampo, quien llevaba seis años al frente de la Arquidiócesis de Guadalajara. La versión oficial fue que iba al aeropuerto a recoger a un dignatario eclesiástico y, estando en el estacionamiento dentro de su automóvil, fue confundido y acribillado.
Estos hechos enlutaron la vida política de Jalisco y han pasado al recuerdo luctuoso del estado.