El contacto oficial se rompió a causa de las leyes de reforma y posteriormente por la Guerra Cristera. el presidente Echeverría dio los primeros pasos para la reanudación.
Por Alfredo Arnold
Si tomamos en cuenta que el papa Juan Pablo II vino cinco veces a México, Benedicto XVI vino una y Francisco I una más, llegaríamos a la conclusión de que entre México y el Vaticano ha existido una relación muy cercana y amistosa. Pero no es así. El Estado mexicano rompió relaciones con el Papa a mediados del siglo XIX y todavía a principios del siglo XX, a raíz de algunos contenidos de la naciente Constitución de 1917, tuvo lugar la Guerra Cristera.
El conflicto del siglo XIX tuvo su origen en la promulgación de las Leyes de Reforma que arrebató sus bienes a la Iglesia La cristiada comenzó con la promulgación de la Constitución de 1917; en este conflicto se calcula que murieron más de 120 mil personas entre fuerzas federales y católicos.
Fue hasta 1992 cuando se restablecieron las relaciones diplomáticas. Los primeros pasos fueron dados por el presidente Luis Echeverría y continuados por sus sucesores. Al presidente José López Portillo le tocó recibir la primera visita papal a México.
En esta visita, por cierto, el Presidente invitó al Papa a la residencia oficial de Los Pinos, lo que causó el enojo y la renuncia del secretario de Gobernación Jesús Reyes Heroles. La respuesta de López Portillo fue que su mamá ansiaba ver a Juan Pablo II y no le quitaría su deseo; si había que pagar alguna multa, lo haría con gusto.
El restablecimiento de las relaciones diplomáticas ocurrió hasta el gobierno de Salinas de Gortari, y con el fin de quitarle peso político al restablecimiento de relaciones con el Vaticano, el gobierno también expidió la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público.
nuevo papa de la Iglesia católica con el nombre León XIV.
Inicia un nuevo pontificado con otro papa del Nuevo Mundo, León XIV, originario de los Estados Unidos y con años de experiencia en Perú, esperemos que las relaciones entre México y el Vaticano progresen y se afiancen en beneficio no únicamente de los católicos de México, sino de todos los mexicanos.
RESEÑA HISTÓRICA
A continuación, presentamos una reseña del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre nuestro país y la Santa Sede, de acuerdo a un documento oficial del gobierno mexicano. Dice así:
La Santa Sede es reconocida como sujeto sui-generis de Derecho Internacional y a la vez tiene a su cargo el gobierno de la Iglesia Católica, cuya cabeza es el Papa, Jefe de Estado y Sumo Pontífice de la Iglesia Católica Apostólica Romana.
La Santa Sede tiene su asiento en el Estado de la Ciudad del Vaticano que surgió como un ente de Derecho Internacional Público el 11 de febrero de 1929, como consecuencia de la firma de los Tratados de Letrán entre Italia y la Santa Sede. Mediante dicho instrumento fue reconocida la soberanía del Papa sobre el territorio de la Ciudad del Vaticano y algunos templos en la ciudad de Roma, además del Palacio de Castel Gandolfo.
Desde antes que existiera el Estado de la Ciudad del Vaticano, la Santa Sede ya sostenía relaciones con diferentes gobiernos. Enviados diplomáticos ante la Santa Sede con un cierto grado de estabilidad, se registran desde finales del siglo XV; y fue en el siglo XVI cuando comenzaron a establecerse representaciones permanentes.
Los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, se concentran en el Papa, quien por medio de la Secretaría de Estado, ejerce la representación de la Santa Sede en las relaciones con los Estados extranjeros.
Actualmente, la Santa Sede, mantiene relaciones diplomáticas con 172 países, además de contar con el status de Observador Permanente ante la ONU y ser miembro de otros organismos internacionales como la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa y el Consejo de Europa.
Las relaciones diplomáticas entre el México moderno y la Santa Sede se establecieron en 1992, luego de que las reformas al artículo 130 de la Constitución y la entrada en vigor de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público en ese mismo año, reconocieron la personalidad jurídica de las iglesias y asociaciones religiosas.
Las relaciones diplomáticas se hicieron oficiales mediante el intercambio de notas diplomáticas entre la Cancillería mexicana y la Secretaría de Estado de la Santa Sede, publicadas el 21 de septiembre de 1992. Posteriormente, el Gobierno de México anunció el nombramiento del Prof. Enrique Olivares Santana como su primer Embajador ante la Santa Sede y la Embajada de México inició sus labores el 20 de octubre del mismo año. Actualmente, las relaciones de nuestro país con la Santa Sede se encuentran en muy buenos términos.
El constante acercamiento y las visitas recíprocas permiten exponer de manera directa la opinión del Gobierno de México sobre temas en los cuales existen objetivos similares e incluso sobre aquellos donde no siempre existen posturas coincidentes.
También la relación en el campo cultural y académico ha comenzado a rendir resultados mediante la existencia de diversas formas de cooperación.
Nuestro país defiende y promueve una serie de principios que encuentran coincidencias con las posiciones de la Santa Sede en áreas tan sensibles y relevantes como la búsqueda de la paz y la seguridad internacionales, la solución pacífica de los conflictos, el combate al terrorismo, la reducción y eliminación del armamento y la prohibición de los ensayos nucleares, así como la protección al medio ambiente.
También la búsqueda de una mayor justicia social y de un desarrollo sustentable, así como la defensa de los derechos de los grupos más desfavorecidos de la sociedad, particularmente de los pueblos indígenas, los migrantes y las mujeres, entre los más significativos.
El vínculo entre México y la Santa Sede ha mostrado ser sumamente positivo.
(Hasta aquí el documento, que es mucho más amplio, pero por razones de espacio lo hemos resumido).