Por Alfonso Gómez Godínez
@ponchogomezg
México llegará a la cita con el año 2025 teniendo como evento fundamental el arribo de Donald Trump a la Casa Blanca. Un presidente que ha redefinido las prioridades de la potencia mundial. En ese cambio de prioridades nuestro país no aparece como socio, sino como un problema grave para la seguridad de Estados Unidos.
Qué lejos estamos de los años donde se construía una narrativa con nuestros vecinos del norte a favor de la prosperidad compartida, del bloque de América del Norte, de los socios con un destino común. Ese discurso ha quedado en las hemerotecas, ahora nos amanecemos con la amenaza continua, el chantaje y las acusaciones.
Estaremos próximos a recibir a un nuevo embajador estadounidense, Ronald Johnson, cuya formación y hoja de servicios no deja lugar a dudas. Es un militar que jugó un papel fundamental en la estrategia exitosa de combate a las pandillas que implementó el presidente Nayib Bukele en El Salvador. Especialista en temas de inteligencia, terrorismo y tecnologías de la información, su misión en México no debe dejar espacio a la duda.
México requiere con urgencia redefinir sus lineamientos de política exterior ante el nuevo gobierno de Trump. Los referentes axiológicos que reclaman la defensa de la soberanía, el respeto a nuestras decisiones y a la voluntad del pueblo, no tienen cabida en la visión y el pragmatismo estadounidense, no cabe una estrategia donde todo sea negro o blanco.
En los últimos meses nos veníamos preparando para la renegociación del Tratado de Comercial de América del Norte. El tablero ha cambiado radicalmente. Canadá se desmarca de alianzas con México, no somos iguales dicen, los gobiernos de las provincias canadienses elevan el tono de su discurso criticando lo que sucede en nuestro país, inclusive existe la posibilidad del arribo de un Primer Ministro canadiense con un discurso parecido al de Donald Trump.
Las turbulencias económicas y financieras que pudieran provocar las barreras arancelarias del gobierno de Trump a las exportaciones mexicanas y al flujo de inversión extranjera llegarían en un mal momento; una economía mexicana cuyo nivel de crecimiento rondará entre el 1.2 y 1.5% del PIB, con una fragilidad en las finanzas públicas y, como consecuencia, un posible deterioro de las notas otorgadas por las Calificadoras, encareciendo el crédito para el financiamiento público, la deuda y las tasas de interés.
Mientras eso sucede, tenemos a los líderes del Poder Legislativo del Congreso de la Unión, Adán Augusto López y Ricardo Monreal, enfrascados en denuncias y descalificaciones por temas de dinero, negocios y prebendas. En Estados Unidos alistan nombramientos, tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes, que serán fundamentales para aplicar las políticas de Trump en México.
Parece que no entendemos lo que viene desde el vecino del norte. Hoy la alianza con Estados Unidos transita por acuerdos de otro tipo, condición necesaria para cuidar lo económico y comercial. Sin prejuicios y fobias ancladas en el romanticismo histórico, México debe asumir la nueva realidad y buscar oportunidades y puntos de interés común. Recuperar la seguridad es una oportunidad.