Opinión Política
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Democratismos

Charlas en la Cafetería del Barrio

Por Alberto Mora

@alberto_moras

-El concepto de «democratismo» ha generado debates importantes en la teoría política. Según Giovanni Sartori, el democratismo podría describirse como una tendencia a sobrevalorar la democracia en su aspecto puramente formal y cuantitativo; es decir, la regla de la mayoría sin considerar los valores sustantivos de la democracia, como los derechos fundamentales o los controles al poder. En este sentido, ¿cómo lo entienden ustedes?

Así inicia la charla en la cafetería del barrio. El Profe con tres grandes amigos, hoy se dan cita para intercambiar opiniones y disfrutar de las mezclas de café, tostado por el Taller de Espresso.

El Doctor Gabriel retoma la charla comentando:

-Estoy de acuerdo con Sartori. Me parece importante añadir que el democratismo, como lo describe Pierre Rosanvallon, puede ser una forma de desnaturalizar la democracia, haciendo que los mecanismos mayoritarios justifiquen decisiones que socavan la esencia democrática misma. Por ejemplo, utilizar una mayoría legislativa para eliminar controles constitucionales no solo afecta el equilibrio de poderes, sino que también destruye las garantías contra el autoritarismo.

Toño solicita un espresso doble y se incorpora a la charla apuntando:

-¡Exacto! Es un problema que Alexis de Tocqueville ya anticipó en La democracia en América. Tocqueville hablaba del peligro de la «tiranía de la mayoría», en la que los mecanismos democráticos podrían volverse contra los principios fundamentales de la libertad. En este contexto, el democratismo sería un exceso de confianza en la mayoría, olvidando que las instituciones democráticas deben proteger también a las minorías.”

“Entonces, el democratismo, llevado al extremo, puede ser una herramienta peligrosa para justificar decisiones autocráticas. Pensemos en países donde las mayorías legislativas han sido utilizadas para concentrar poder. Un ejemplo evidente es el caso de Hungría bajo Viktor Orbán, donde el Fidesz, (Unión Cívica Húngara) con su mayoría parlamentaria, reformó la constitución para debilitar a la judicatura y concentrar más poder en el Ejecutivo. ¿Qué consecuencias ven en estos casos?”.

El doctor Gabriel apaga su cigarrillo, con una seña solicita otra ronda de cafés, para continuar respondiendo:

-Las consecuencias son devastadoras. Juan Linz, en su análisis sobre los regímenes autoritarios, destaca que la erosión del pluralismo institucional suele ser el primer paso hacia el autoritarismo. Cuando una mayoría legislativa elimina los controles constitucionales, desaparecen los contrapesos que limitan el poder del Ejecutivo. Esto puede derivar en un régimen híbrido, donde las elecciones se mantienen como formalidad, pero el sistema ya no es democrático.

“Un ejemplo claro es el de Venezuela durante la era de Hugo Chávez. La Asamblea Nacional, dominada por el oficialismo, aprobó reformas constitucionales que concentraron el poder en la presidencia, eliminando prácticamente toda independencia de los poderes. Según Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, en su libro How Democracies Die, este tipo de estrategias son los primeros síntomas de una democracia en declive.

“Aquí también entra el concepto de «democracias iliberales», como las describe Fareed Zakaria. En estas, las instituciones democráticas formales permanecen, pero los derechos fundamentales y las libertades son socavados.

Giovanni Sartori.

“Es fundamental fortalecer las instituciones y garantizar la independencia de los poderes. Como señala Bruce Ackerman, un sistema constitucional sólido debe prever mecanismos que dificulten las reformas apresuradas impulsadas por mayorías coyunturales. Pero también es esencial, fomentar una ciudadanía activa y educada que pueda identificar y resistir estos procesos de concentración de poder”.

El profe solicita la cuenta para poder llegar a tiempo a la posada, y a manera de conclusión comenta:

-Estoy de acuerdo. También es clave reforzar los marcos internacionales que promueven estándares democráticos. Organismos como la Comisión de Venecia o las observaciones de organismos como la Corte Interamericana de Derechos Humanos pueden jugar un papel crucial en frenar estas tendencias.

“Democratismo puede ser un concepto engañoso. Si bien parece enaltecer la democracia, en realidad puede justificar prácticas que socavan su esencia.

“Para evitarlo, necesitamos instituciones sólidas, ciudadanos críticos y un equilibrio de poder que respete la diversidad y pluralidad.

“La democracia no se limita a contar votos. Es un sistema que necesita, tanto procedimientos justos como valores sustantivos. Y que entendamos que las mayorías, aunque legítimas, no tienen un cheque en blanco. Como decía Karl Popper: «La democracia es el único sistema político donde los gobernantes pueden ser destituidos sin derramamiento de sangre». Pero para ello, necesitamos reglas que garanticen que las mayorías no destruyan el sistema.

“Siempre deberemos, por lo menos, ser vigilantes, de frente, a los excesos de poder, incluso cuando se justifican en nombre de la democracia”.

 

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