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El super peso, paradojas gubernamentales

Por Alfonso Gómez Godínez

@ponchogomezg

Cerramos la semana de debate presidencial con una recargada fortaleza del superpeso. El peso se colocó en una cotización al mayoreo de 16.48 pesos por dólar, algo no previsto ni por los acérrimos defensores del actual gobierno de la 4T. De hecho, la fortaleza del peso se ha convertido en tema de campaña para los promotores de la continuidad del proyecto de López Obrador.

Que lejos quedó la cotización por arriba de 25 pesos por dólar que se registró en marzo de 2020 en plena irrupción de la crisis del Covid, pero, también, que lejos han quedado los procesos devaluatorios de fin de sexenio que se registraron en los gobiernos de Echeverria, López Portillo, De la Madrid y Salinas.

Planteo una paradójica hipótesis. En los gobiernos anteriormente señalados existe una clara responsabilidad de esos gobernantes en las crisis devaluatorias que enfrentó en peso. Con Echeverria (1970-1976) su enfrentamiento con los grandes capitales nacionales, su desliz con la comunidad judía, sus posicionamientos tercermundistas y una creciente expansión del gasto público alimentaron la devaluación del peso.

Con López Portillo (1976-1982), el excesivo endeudamiento externo, la petrolización de la balanza comercial y de las finanzas públicas que estalló con la caída del precio del petróleo, la expansión del estatismo, la desconfianza y pugnas con el sector empresarial alentaron una profunda caída de las reservas internacionales y pérdida del valor del peso que inclusive llevaron, en el borde de la desesperación presidencial, a la nacionalización de la banca y al establecimiento del control de cambios, medidas que buscaron detener la fuga de capitales y proteger las raquíticas reservas del Banco de México.

Con Miguel de la Madrid (1982-1988), debo de reconocer que no le quedaba otra alternativa, se tuvo que devaluar en forma constante y permanente el tipo de cambio. Las razones tuvieron que ver con la necesidad de generar un saldo positivo en la balanza comercial (favoreciendo la competitividad de las exportaciones) y con el excedente poder abonar al pago de la deuda externa que se había reestructurado bajo el Plan Brady. Recordemos que en esos años se cerraron los mercados internacionales de capitales para México y en lugar de importar capital (prestamos que favorecieran la cotización del peso) nos convertimos en exportadores de capital que no es otra cosa que salida de dólares con la consecuente depreciación del peso.

Con Carlos Salinas (1988- 1994), se decidió utilizar al tipo de cambio como instrumento para combatir la inflación. Eso llevó a anclar el tipo de cambio para anclar a la inflación. El mecanismo fue utilizar un mecanismo llamado “banda de flotación” donde el peso flotaba de manera controlada entre un límite superior y otro inferior. A mediados de 1992, algunos economistas le plantearon a Salinas ampliar la banda de flotación debido a que se registraba una sobrevaluación del peso.

Recordemos que en esos años el peso flotaba sobre los 3 pesos por dólar. La sobrevaluación del peso generó un creciente déficit comercial, por lo que se aconsejó mover la franja a lo que Salinas se negó de manera determinante. El desequilibrio externo que provocaba esa sobrevaluación se agravó con los acontecimientos políticos de 1994 como el arribo del EZLN, el asesinato de Colosio y de Ruíz Massieu.

El punto culminante fue el enfrentamiento entre el presidente en funciones Salinas y el presidente electo Zedillo sobre la pertinencia de mover la banda de flotación. El desacuerdo entre ambos personajes alimentó una creciente incertidumbre sobre la política cambiaria y detonó que en la segunda semana de diciembre de 1994 se devaluara el peso en más de 100%. Salinas culpó a Zedillo acusando errores de instrumentación y Zedillo acusó a Salinas de haber dejado una economía colgada de alfileres.

Hoy el superpeso supone explicaciones que rebasan la responsabilidad gubernamental. Sin duda el factor determinante es el ingreso constante de inversiones financieras en dólares producto de los altos diferenciales de las tasas de interés entre Estados Unidos y México. La Reserva Federal tomando decisiones en política monetaria donde atiende la inflación, pero también -por su doble mandato- atendiendo el crecimiento económico. En nuestro país, el Banco de México ha sido enfático en mantener altas tasas de interés con la finalidad de alcanzar su cometido constitucional de enfrentar a la inflación. Mientras se mantenga ese diferencial el capital financiero entrará a México ya que esos montos de intereses compensan los riesgos de ingresar a la economía mexicana.

Otro factor, donde tampoco el gobierno tiene una gran responsabilidad, son los históricos ingreso de dólares por medio de las remesas. Los flujos financieros y los ingresos de remesas han llevado a un monto de reservas internacionales en manos del Banco de México de alrededor de 217 mil millones de dólares. Monto que fortalece a nuestra moneda.

Estos factores han sido lo suficientemente fuertes para evitar que ciertos focos amarrillos, responsabilidad del actual gobierno, como el déficit fiscal, la fragilidad de PEMEX, el clima político, la inseguridad y la debilidad del Estado de Derecho no se reflejen en una debilidad del tipo de cambio.

 

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