Opinión Política
OPINIÓN

Salarios mínimos

Por Alfonso Gómez Godínez

@ponchogomezg

Con bombo y platillo el gobierno federal anunció el monto de incremento del salario mínimo a partir del 1 de enero de 2024. El anuncio es un aumento del 20% que equivale a 248.93 pesos diarios, un estimado de 7,467 pesos mensuales.

Independientemente de la carga ideológica y política de dicho anuncio, los economistas empezamos a posicionar nuestros puntos de vista. En la diversidad de opiniones, algunos señalarán que dicho incremento impulsa un nivel de salarios que recuperará el poder de compra o consumo de la clase trabajadora y que un mayor consumo fortalece el crecimiento económico. Otros afirmarán que se corre el riesgo de reactivar las presiones inflacionarias, ya que los incrementos van a repercutirse en los precios y eventualmente llevará a presionar la política monetaria establecida por el Banco de México.

En el mismo sentido, se hablará de que el aumento al salario mínimo eleva el costo laboral de los trabajos formales por los correspondientes aumentos en los costos de la seguridad social.  En la mesa, se hablará que el impacto va sobre las micros y pequeñas empresas que son las que generan el mayor número de empleos formales del país y tendrán problemas para solventar su nómina.

La discusión versará sobre los indicadores macroeconómicos -el tema central de los economistas – también nos concentraremos en revisar si el incremento de los salarios mínimos se refleja en indicadores de bienestar social, índice de pobreza, etc. Sin embargo, olvidamos otros temas que tienen que ver con el bienestar de las personas. Si suponemos que el incremento a los salarios mínimos no se lo comerá la inflación, nos debemos preguntar: ¿qué pasará con el consumo de los trabajadores, considerando que por su bajo nivel de ingreso la mayor parte del incremento se va hacia ese rubro?

Así, la interrogante es si el incremento salarial elevará su nivel de bienestar por un mayor consumo o debido a sus prácticas habituales de consumo su potencial mayor poder de compra no significa en automático un mayor bienestar. La existencia de mercados monopólicos, la falta de información, el predominio de productos chatarra, la publicidad engañosa determinan hábitos de consumo poco favorables al bienestar físico y de salud de los consumidores.

Evidentemente que la mejora del poder de compra de los trabajadores es una condición fundamental para la mejoría de sus condiciones de vida. Aquí sustentamos que sin políticas públicas que orienten, informen y generen conciencia desde el lado del consumo, poco o nada se podrá por alcanzar para una vida más digna.

La obesidad, la diabetes y otras enfermedades crónico-degenerativas que acortan la esperanza de vida de las personas y que afectan sus ingresos y calidad de vida, tienen que ver con el tipo y calidad del consumo de las personas. Qué bueno que puedan fortalecer su poder de compra, pero la pregunta es, ¿para qué?

 

Post relacionados

La buenaondez como conducta cultural mundialista

Opinión Política

Redes sociales: ¿Realidad o fantasía?

Opinión Política

¡¡¡Las Malditas Ciclovías!!!

Opinión Política

Dejar un comentario