Su matrimonio con Jacqueline, la redecoración de la Casa Blanca, el nacimiento de sus hijos y su propio historial militar durante la Segunda Guerra Mundial le dieron una popularidad excepcional.
Por Alfredo Arnold
El pasado día 22 de noviembre se cumplieron 61 años del asesinato del presidente de Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy.
Fue probablemente el presidente más popular ha tenido Estados Unidos en más de cien años. En su breve estancia en la Casa Blanca combinó los ratos amargos como la crisis de los misiles que puso al mundo al borde de una tercera Guerra Mundial, con momentos familiares que emocionaron no sólo a los norteamericanos sino al mundo occidental.
Su matrimonio con Jacqueline, la redecoración de la Casa Blanca, el nacimiento de sus hijos y su propio historial militar durante la Segunda Guerra Mundial le dieron una popularidad excepcional.
Se le recuerda también por sus travesuras amorosas, por lo menos con la actriz Marilyn Monroe; aventuras que hoy serían objeto de severas críticas sociales. Los tiempos han cambiado.
Su nombre comenzó a ser conocido durante la Segunda Guerra Mundial cuando la embarcación que piloteaba fue atacada por un barco enemigo en el Pacífico, pero llegó nadando a una isla donde fue rescatado.
A los 46 años, John (Jack para sus amigos) era uno de los hombres más populares del planeta. Las siglas JFK eran signo de admiración y ejercían un contraste formidable con el primer ministro soviético, Nikita Krushchev, con quien sostuvo una formidable guerra sicológica.
Esto último ocurrió cuando la URSS intentó instalar misiles en Cuba, los cuales fueron detectados por aviones norteamericanos antes de que llegaran a la isla, gobernada entonces por Fidel Castro. Entonces, Kennedy lanzó una advertencia: o se regresaban los barcos soviéticos con su carga letal o serían atacados por la fuerza naval de los Estados Unidos. Durante tres días, el mundo contuvo la respiración ante la amenaza de una conflagración bélica entre Estados Unidos y la URSS, que sin duda se extendería a otras naciones. Aquello fue interpretado como el botón que podría detonar la tercera Guerra Mundial. Afortunadamente, los barcos soviéticos dieron media vuelta cuando ya casi chocaban con el escudo de la Marina norteamericana.
Aquella victoria sobre la poderosa URSS engrandeció la imagen de Kennedy. La paz que ganó Estados Unidos –y el mundo– después de la crisis de los misiles, convirtió a John en un verdadero héroe planetario y le favoreció para buscar la reelección presidencial.
Iniciaba su campaña de reelección cuando, contra la opinión de algunos asesores, decidió visitar la ciudad de Dallas. Y mientras desfilaba triunfalmente en un carro descubierto en compañía de su esposa y del gobernador de Texas, cayó abatido bajo el impacto de las balas disparadas desde lo alto de un edificio.
Lee Harvey Oswald le disparó. Oswald fue capturado rápidamente y dos días después éste fue asesinado por Jack Ruby a pesar de estar rodeado por agentes policiacos.
Han pasado más de seis décadas de aquello y los hechos no se esclarecen. Durante todo este tiempo han surgido todo tipo de teorías, pero no se ha llegado a una decisión inapelable. Los protagonistas de aquel episodio ya murieron.
El vicepresidente Lyndon Johnson juró como presidente a bordo de un avión militar teniendo a su lado a la primera dama Jacqueline, que aún vestía la ropa que llevaba cuando ocurrió el asesinato. Posteriormente se realizó el funeral en el Cementerio Nacional de Arlington, en Washington, donde reposan los restos de más de 400 mil soldados. Una fotografía histórica muestra a la viuda y a sus dos pequeños hijos, Caroline y John, haciendo el saludo militar a su padre fallecido.
El apellido Kennedy siguió pesando en Estados Unidos. El senador Robert (Bobby), hermano de John, se postuló en 1965 para la presidencia y fue asesinado cuando salía de una reunión demócrata en Los Ángeles. El hermano menor, Edward (Ted) falleció en 2009 después de una exitosa carrera política como senador por Massachusetts durante 43 años.
Jacqueline Bouvier se volvió a casar con el magnate griego Aristóteles Onassis y quedó nuevamente viuda en 1975. Regresó a Estados Unidos y murió en 1994. Caroline es política y su hermano John falleció en 1999 al desplomarse el avión que piloteaba.
La fama y la tragedia estuvieron ligadas a la familia.
John y Jacqueline Kennedy eran muy populares en México, país que visitaron en dos ocasiones. La primera fue en 1953 durante su luna de miel y la segunda en 1962 ya como presidente. En esta ocasión asistieron a la Basílica de Guadalupe. Ambos eran católicos.