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Desinformación y democracia

REFLEXIONES

Por Gonzalo Leaño Reyes

Recientemente tuvo lugar un evento internacional en el que expertos periodistas y comunicadores discutieron acerca de uno de los principales problemas que han debilitado la actividad periodística a nivel global: el problema de la desinformación intencional y de la desinformación involuntaria, es decir, todas aquellas acciones que realizan diferentes entes individuales o colectivos, públicos o privados, difundiendo noticias equivocadas, manipuladas o simplemente inventadas.

Esta práctica no sólo debilita al periodismo, sino que produce un enorme daño social al desinformar a las audiencias, seguramente dividiéndolas y polarizándolas, y vulnera la democracia.

El periodismo serio, a pesar de que no es éste el único problema que se enfrenta, ha generado valiosas iniciativas para disminuir los efectos de la desinformación y restaurar la confianza de la sociedad en lo que publican. En el evento al que hacemos referencia y que se denominó “Cumbre Global de la Desinformación”, fueron expuestos diferentes proyectos que se han implementado en varios países para descartar la información engañosa. Fue organizado por la Sociedad Interamericana de Prensa y participaron más de veinte ponentes de varios países de América y Europa.

Así como las fake news (noticias falsas) se han puesto de moda, las herramientas de fact checking (verificación de datos) se proponen como herramienta para combatirlas. Como resulta lógico, la confirmación de las noticias no sólo es difícil porque en ocasiones hay que decidir rápidamente entre publicarlas o no, sino que también el verificarlas implica un costo.

En la “Cumbre Global de la Desinformación” se enfatizó el tema de la desinformación electoral. Un caso sobre este problema lo presentó un periodista brasileño quien se refirió al proceso electoral del expresidente Jair Bolsonaro, pero el asunto tiene una amplia aplicación en otras circunstancias y concretamente en México ahora que nos hemos anticipado a los tiempos electorales. Es necesario que los aspirantes a puestos públicos, los partidos políticos y los gobiernos en sus tres niveles, asuman posiciones honestas desde su función de emisores informativos. La mentira, las medias verdades, las acusaciones infundadas, los razonamientos torcidos, las declaraciones por encargo, etcétera, deben dejarse de lado.

Es urgente restaurar el imperio de la verdad; el periodismo ya está haciendo su parte, ahora falta que los demás actores sociales, sobre todo el Gobierno hagan lo propio y así, juntos, estaremos salvando las libertades y la democracia.

 

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