¿Es factible recuperar el auge que tuvo el transporte ferroviario hace más de 100 años en México?
Por Alfredo Arnold
Con el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador inició un proyecto muy ambicioso en materia de comunicaciones: recuperar a los ferrocarriles como medio de transporte de pasajeros.
El proyecto inició con el Tren Maya, una obra encargada a la Secretaría de la Defensa que no fue concluida en este sexenio y que además se ha topado con amparos, críticas internacionales por la desforestación y otras dificultades que han ido surgiendo.
La próxima presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo, se ha comprometido a terminar la obra, pero no sólo eso, sino a emprender una verdadera cruzada para resucitar a los ferrocarriles.
El tren llegó a ser un medio de transporte muy solicitado. Debido a mi edad, recuerdo cuando íbamos a recibir a las Chivas a la estación después de lograr un triunfo en la ciudad de México. Yo mismo, utilizaba el tren para ir a la capital. Llegué a viajar hasta la ciudad de Hermosillo con la conexión Ferronales-Ferrocarril del Pacífico.
Era un lujo. La clase pullman tenía camas, alcobas, compartimientos, carro comedor y bar-fumador. Los presidentes viajaban en tren y había magnates que tenían su propio vagón que era enganchado al convoy (el coronel José García Valseca, dueño de la cadena periodística más importante de México, tenía su carro llamado “El Sol”).
El esplendor ferrocarrilero terminó en 1997. Para entonces, ese medio de transporte de pasajeros estaba en completa decadencia. Las autopistas y el bajo precio del boleto de avión hacían un contraste enorme con los trenes, que cayeron en desuso, excepto los de carga.
Un caso especial es el “Chepe”, pues, aunque ya existía la ruta desde 1961, fue a partir de este siglo cuando se le promovió como tren turístico, de Los Mochis, Sinaloa a Creel, Chihuahua, cruzando la Barranca del Cobre que ofrece vistas espectaculares. Sin embargo, el “Chepe” también comenzó a tener problemas, y aunque sigue funcionando, gran parte de su operación es el servicio de carga.
ESPLENDOR PORFIRIANO
En 1884 ya había conexión entre México y Estados Unidos por Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez), pero fue hasta unos años después cuando inició su esplendor, durante el gobierno de Porfirio Díaz.
Cuando Díaz llegó al poder había una red ferroviaria de poco más de 665 kilómetros y el presidente la incrementó hasta casi 20,000l kilómetros, lo cual favoreció el avance en materia social y comercial, ya que las principales ciudades del país estaban conectadas. En este singular desarrollo participaron compañías francesas, alemanas, inglesas y norteamericanas.
Uno de los proyectos más emblemáticos fue el tren transítsmico, que hoy intenta recuperar y modernizar el gobierno. Don Porfirio lo hizo de 1889 a 1909. También se estrenó el puerto de Salina Cruz. Contaba con diez trenes de carga, dos de pasajeros y 22 estaciones. Fue una obra complicada ya que atravesaba diez ríos, pero con la tecnología extranjera el proyecto se hizo realidad.
El gobierno porfirista tenía, además de ese ferrocarril interoceánico, varios sistemas ferroviarios que cubrían buena parte del territorio nacional, la mayoría de ellos fueron expropiados por el gobierno de Lázaro Cárdenas.
AUGE DE LAS CARRETERAS
Varios factores concurrieron para el declive de los trenes como medio de transporte. El primero fue la Revolución mexicana, ya que todos los bandos querían apropiárselos, los asaltaban y dinamitaban puentes y vías.
La huelga encabezada por Demetrio Vallejo en 1959 y la fuerza que había adquirido el Sindicato de Ferrocarrileros fue otro factor desestabilizador, pero lo que vino a dar el golpe final fue el auge de las supercarreteras, que reducen notablemente los tiempos de traslado y la accesibilidad a los viajes por avión, que antes estaban reservados para las personas acomodadas.
También han influido para crear desconfianza en los trenes de carga los bloqueos, a veces muy prolongados, por manifestantes de diversas causas. Miles de millones de pesos en pérdidas se han reportado actualmente por bloqueos de las vías.
TRENES SUBURBANOS
Lo que sí se ha hecho son trenes suburbanos (Metro o Tren Ligero) que aportan un gran servicio al transporte local de la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, pero aun siendo obras estales con cierto apoyo federal, se construyen actualmente a paso muy lento.
En los gobiernos de Enrique Peña Nieto y de López Obrador no se pudo terminar de construir un tren rápido de México a Toluca de apenas 60 kilómetros. Tampoco se completó el Tren Maya. Con esos antecedentes, ¿será posible que la próxima presidenta pueda llevar a cabo la resurrección de los trenes de pasajeros?
La tarea implica expropiar terrenos, rehacer las vías, construir estaciones, puentes y túneles, hacer adecuaciones viales en ciudades (en Guadalajara hay varios cruces de las vías con calles y avenidas muy transitadas), contar con tecnología avanzada para construir trenes que se muevan a base de energía eléctrica, etcétera.
Hablamos de tiempo, tecnología, solución a problemas urbanos y una inversión cuantiosísima. La iniciativa privada puede ayudar siempre y cuando existan condiciones de gobierno y de mercado para entrarle al negocio, pero se ve difícil que esto ocurra.
Sería fabuloso contar con trenes como los de Europa o Japón, pero una cosa es querer y otra, poder.