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EDUCACIÓN E HISTORIA

“Las armas mexicanas se vistieron de gloria”… también en Mazatlán

El episodio de la Cordeliere fue una prueba de valor y heroismo durante la Segunda Invasión Francesa.

Por Alfredo Arnold

El día 31 de marzo no figura en el almanaque histórico de México, no es una fecha de relumbrón, mucho menos día de asueto. Sin embargo, para Mazatlán es un día relevante, quizá el más luminoso de su historia, equiparable a lo que significa el 5 de mayo para el resto del país.

El 31 de marzo de 1864, las fuerzas republicanas que defendían las playas mazatlecas, derrotaron en una singular batalla al buque francés La Cordeliere que intentaba tomar la plaza.

En esos días, la segunda invasión francesa ya estaba en marcha y Maximiliano de Habsburgo estaba a punto de darle el sí a la delegación mexicana que ofreció encabezar la restauración del Imperio Mexicano abdicado por Iturbide cuarenta años atrás.

El fuerte de Mazatlán

Hagamos un breve recuerdo de la historia:

El 5 de mayo de 1862, las fuerzas militares juaristas encabezadas por Ignacio Zaragoza habían derrotado al invasor francés en Puebla. Pero los galos no se fueron por completo, Napoleón III sustituyó al comandante de su ejército expedicionario y volvió a la carga, esta vez para doblegar a la milicia mexicana y avanzar hacia la capital.

En 1864, el presidente Benito Juárez abandonó la ciudad de México e inició su peregrinaje rumbo a la frontera de Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez) mientras que, en otro escenario, un grupo de mexicanos conservadores, encabezados por José María Gutiérrez de Estrada, se encontraban en el castillo de Miramar, en la costa italiana, en espera de la respuesta a la invitación que le habían hecho al príncipe austriaco Maximiliano de Habsburgo para que viniera a gobernar México.

El 10 de abril de ese año, Maximiliano aceptó la corona y viajó inmediatamente a México en compañía de su esposa Carlota Amelia, princesa belga y flamante emperatriz mexicana. Llegaron el 28 de mayo a Veracruz y el 12 de junio hicieron su entrada triunfal a la capital.

Todo esto se realizó con el beneplácito de Napoleón III, cuyas fuerzas ya dominaban el centro del país aunque no tenían control sobre todo el territorio, muy extenso a pesar de la gran anexión que se hicieron los norteamericanos en 1847. La costa del Pacífico no era precisamente “territorio francés” y uno de los puertos más apetecidos era precisamente Mazatlán, que tenía conexión marítima con Asia, gran afluencia de barcos mercantes norteamericanos, ruta terrestre hacia los Estados Unidos y una rica aduana. La Armada francesa tenía varios barcos apostados frente a las playas mazatlecas desde hacía tres años.

En Mazatlán, un viejo fuerte y un cañón que no disimula el paso del tiempo ni del agua de mar que lo salpica las 24 horas del día, recuerda con su nombre “21 de Marzo” aquella hazaña. Es la Casa del Marino.

Regresemos a marzo de 1864:

Frente a las tres islas estaba anclada la goleta La Cordeliere, de 43 metros de eslora, con una tripulación de más de doscientos hombres, equipada para la guerra, treinta cañones fijos y seis movibles.

Ignacio Ramírez “El Nigromante”, que se encontraba en Mazatlán, describió la escena en una carta dirigida a Guillermo Prieto: “A las ocho de la mañana, corrió por la ciudad el rumor de que los franceses preparaban un ataque; la población se puso en movimiento; las señoras salían a la calle; los ciudadanos pacíficos se dirigían al dominante cerro de la Nevería; los soldados se concentraban en sus cuarteles…”

El ataque francés se dio en dos tiempos. Era finales de marzo y Semana Santa. El primer intento fue el desembarco de 14 lanchas ordenado por el comandante Edmé Marie Martineau des Chenez; algunas llegaron a la Playa Norte. Tropas mexicanas hicieron frente a los franceses en la playa y estos tuvieron que regresar a sus lanchas y refugiarse de nuevo a bordo del barco. En esta brava acción destacaron el coronel Gaspar Sánchez Ochoa y los capitanes Marcial Benítez y José Gamboa.

Tras dos días de tensa calma, en la mañana del 31 de marzo La Cordeliere lanzó su primer cañonazo contra Mazatlán e inició el combate. Los defensores tenían solamente un cañón, pero lo utilizaron con tan buena puntería que después de varias horas la fragata francesa, a punto de irse a pique, arrió su bandera de guerra y huyó en busca de refugio a las tres islas.

La fragata inglesa Carybdis que también estaba anclada frente a Mazatlán y se mantuvo ajena al combate entre mexicanos y franceses, saludó la victoria tricolor con una fiesta que dio a los vencedores una semana después del combate. El capitán, almirante Turner, dijo en aquella ocasión: “Coronel de ingenieros Gaspar Sánchez Ochoa y vuestros valientes oficiales y artilleros, la bandera inglesa os saluda, porque la bandera inglesa saluda al valor donde quiera que lo encuentra, y lo que hemos presenciado es un combate imposible, audaz, temerario y altamente glorioso para los valientes hijos de México”.

Refiere el historiador Jesús Antonio Lerma Garay, que unos meses después del combate, se colocaron en el club Platt’s Hall de San Francisco, cuatro óleos que mostraban gráficamente el desarrollo de la batalla con la frase “Glorias de México”.

Coronel Gaspar Sánchez Ochoa.

Por cierto, el coronel Gaspar Sánchez Ochoa era oriundo de Guadalajara y participó en la famosa batalla del 5 de mayo en Puebla. Después de la defensa de Mazatlán fue ascendido a general, por unos días fue gobernador del estado y después sirvió como comisionado de México ante Estados Unidos. Pero debido a las envidias, traiciones, incertidumbre y confusiones de aquellos años, causó baja del Ejército y su memoria fue borrada como héroe de la Patria.

En Mazatlán, un viejo fuerte y un cañón que no disimula el paso del tiempo ni del agua de mar que lo salpica las 24 horas del día, recuerda con su nombre “21 de Marzo” aquella hazaña. Es la Casa del Marino.

Es obvio que algo hace falta; Veracruz va precedido por cuatro haches que recuerdan cuatro momentos heroicos, aunque no siempre victoriosos: la Independencia, la Intervención Francesa, la guerra con Estados Unidos y la Revolución. Mazatlán también merece por lo menos una, por este suceso de La Cordeliere, el H. Puerto de Mazatlán.

 

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