Charlas en la Cafetería del Barrio
Por Alberto Mora
@alberto_mora
-No se trata de lo que queremos escuchar. No se trata de lo que nos quieran decir. No se trata de lo que le convenga al gobierno publicar. Se trata de la verdad. En junio se registraron 89 feminicidios que, de acuerdo al informe de seguridad, es la cifra más alta en este año. En mayo fueron 84 casos, 83 en abril, 75 en marzo, 83 en febrero y 79 en enero. No hay políticas públicas ni eficientes ni suficientes para cuidar a mujeres en peligro.
Así arranca Juan la charla en la cafetería del barrio, acompañado de Gina, alumna de la carrera de Estudios Políticos y Gobierno en la universidad. Ambos cafeteros aficionados a ese sabor intenso, con notas a chocolate amargo y nueces que regala el grano de espresso oscuro filtrado.
-Tenemos una Fiscalía que dice ser la responsable de la seguridad pública y procuración de justicia -responde Gina a Juan, al tiempo que olfatea el aroma de su pequeña taza de café-. Se supone que es la institución encargada de la investigación de los delitos, de la seguridad pública, de mantener el orden y la paz pública; por lo menos eso dice la Constitución. Además, en su página oficial afirma que adopta como principios rectores la legalidad, inmediatez, objetividad, certeza, exhaustividad, imparcialidad, eficiencia, profesionalismo, honradez, lealtad, disciplina y respeto a los derechos humanos.
“Hay una Secretaría de Igualdad Sustantiva que antes se llamaba Instituto de la Mujer, y dice que impulsa acciones para hacer efectivo el derecho a la igualdad entre mujeres y hombres. Dice que aseguran el acceso de las mujeres y niñas jaliscienses a los recursos y beneficios del desarrollo y a una vida libre de violencia de género.
“Los municipios tienen organismos que dicen ser referente a nivel nacional en materia de asistencia social, que impulsan modelos innovadores de intervención, que ofrecen programas y servicios eficientes con calidad y transparencia, y que contribuyen al desarrollo integral de personas y familias para conformar una sociedad justa e igualitaria.
“Se creó el Sistema Nacional para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres; la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, que debería articular acciones de los tres niveles de gobierno para generar resultados eficaces en la lucha contra la violencia hacia las mujeres.
“Hay una Comisión de Derechos Humanos que tiene por objeto esencial la protección de los derechos humanos.
“Hay Convenciones, que versan sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer. Hay leyes como la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, el Reglamento de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la Ley para Prevenir y Sancionar la Trata de Personas.
“Ni leyes ni organismos, ni autoridades, han sido capaces de proteger a las mujeres amenazadas, violentadas, asesinadas. Somos nota internacional porque aquí a las mujeres les pueden arrojar cloro, acido, o incendiarlas y no pasa nada. Existe una falta de respeto del aparato gubernamental hacia las mujeres y sus familias. Me da tristeza cómo quieren ganar una discusión desacreditando, criminalizando a las víctimas, antes de reconocer sus graves deficiencias. Eso va a provocar más violencia contra las mujeres, eso envía un mensaje, eso significa que se puede agredir a una mujer y no va a pasar nada. Si la autoridad afirma que ninguna medida de protección es suficiente cuando se tiene la convicción de cometer un crimen, la impunidad cobra fuerza y deja la puerta abierta a los agresores para seguir perpetuando más conductas violentas contra mujeres”.
Juan solicita la cuenta, paga, y antes de partir retoma la charla para concluir: -Si una de cada cinco mujeres mexicanas ha vivido al menos algún tipo de acoso o violencia sexual; si la lucha incansable de las madres buscadoras, abrazan el desamparo de las autoridades que les deben acompañar; si en pleno siglo veintiuno mujeres y niñas indígenas son vendidas como mercancía, no cabe duda que tenemos un aparato gubernamental caro, muchas leyes y muy poca justicia para las mujeres.