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Modos y modales en la política cultural de Javier Milei

Por Carlos A. Lara González

Dr. en Derecho de la Cultura y Analista de la Comunicación y la Cultura

@Reprocultura

Hace meses comenté con amigos y colegas el fenómeno Milei. Decían que no tenía posibilidades, que estaba en un lejano tercer lugar; lo que no vieron es que estaba más harta la sociedad argentina de su clase política que salió a dar un 30% de los votos a quien se ha convertido en el favorito para ganar las presidenciales del 22 de octubre. Después de ver las reacciones se antoja pensar que, esta vez, fueron los jóvenes quienes orientaron el voto de unos padres que vivían del casposo recuerdo de su democracia, casi de la misma manera que les asisten en temas de tecnología.

Milei, un outsider que decidió ingresar a la política con una clara orientación libertaria, supo comunicar como pocos las convicciones de una agenda diferente durante la acalorada campaña hasta mover la esperanza de millones de argentinos. Economista, amante de los perros, de los Rolling Stones y las abrasadoras discusiones, disfrutó debatiendo e increpando a sus oponentes en cuanta entrevista, tertulia, conferencias, presentación y espacio se fue abriendo. En lo personal, he disfrutado mucho viendo a un político hablar con total libertad a la casposa clase política, llamando las cosas por su nombre.

Su simpatía por Ronald Reagan, Donald Trump y Jair Bolsonaro en materia de política social, nos deja entrever un poco su postura en materia de política cultural. No extrañaría que fuera pragmática, economicista y de corte privatizante en la implementación de planes, programas y acciones, no así, creo, en lo fundamental, en el respeto irrestricto al derecho de la cultura, concebida como un derecho humano (en cuanto a la prestación de bienes y servicios culturales). Ya veremos su modelo de financiación. El problema lo tendrá en la forma en que habrá de garantizar el ejercicio de los derechos culturales en una argentina muy hecha a la cultura de base antropológica y social, que ha venido ganando terreno en el desarrollo de programas de corte comunitario, plantada en la diversidad de creaciones y manifestaciones artísticas y culturales.

Y es que un economista que pretende dolarizar la economía, privatizar empresas públicas, dinamitar el banco central, permitir la compraventa de armas, una drástica reducción de ministerios de diez a ocho, seguramente se estará preguntando (de la mano de Baumol), porqué en una sociedad en la que sus gobernantes deben facilitar el bienestar de sus ciudadanos, ciertos bienes (productos) cuadros, o servicios, como las representaciones artísticas (la ópera), requieren un apoyo financiero, cuando la mayoría de los bienes y servicios generados en la economía dependen de su propia suerte en el mercado. Del otro lado tendrá a Adam Smith hablándole al oído, otro economista convencido de que las artes debían dejar su financiación a la iniciativa privada.

Alguien tendrá que explicar a Milei la anatomía y funcionamiento de los derechos fundamentales. Alguien tendrá que hacerle entender que el arte y la cultura disponen de tres fuentes de financiación a saber: El gobierno, el mercado y las organizaciones sin fines de lucro. Que estas fuentes son diferentes en cada país, que se generan con arreglo a su propia forma e instrumentos institucionales y, lo más importante, que en materia de derechos fundamentales no todo es el mercado.

En materia educativa ha dicho que habrá recortes, que fusionará este ámbito con salud y desarrollo social en un ministerio denominado “Capital Humano”, y la fomentará a través de un método de “vouchers”, donde la asistencia a los colegios no será obligatoria ni gratuita. Algo que escandaliza mucho, pues la educación no es propiamente un derecho potestativo como la cultura. “En mi gobierno no va a haber marxismo cultural”, ha dicho, lo cual es acertado y hasta aceptable. El problema son los extremos. El altercado con Lali Espósito muestra un extremo nada deseable. Luego de que la cantante posteara en su cuenta de twitter “¿Qué peligroso. Qué triste?”, en relación al triunfo de Milei, los libertarios y el propio Javier señalaron que hay artistas que viven del Estado, del esfuerzo ajeno, de la plata que se le roba a los argentinos de bien vía impuestos, lo cual tampoco es preciso del todo. El Estado es una de las fuentes.

En lo que toca a cultura quiero pensar que, desde el propuesto ministerio de Capital Humano, estará instalada en la carretera de la economía, lo cual no está mal. Veremos el modelo de financiación y fomento.

 

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