La semana pasada vimos cómo cerca de cuatro mil artistas pidieron a la casa Christie’s de Nueva York cancelar una subasta de obras creadas con inteligencia artificial prevista para este jueves. Le acusan de complicidad con un «robo masivo» de la propiedad intelectual.
Por Carlos A. Lara González
@Reprocultura
Denominada «Inteligencia aumentada», es la primera dedicada a este tipo de obras e incluye firmas como Refik Anadol, Harold Cohen, Pindar van Arman o el dúo formado por Holly Herndon y Mat Dryhurst. Si la memoria no me falla, el 26 de octubre de 2018 esta misma casa de subastas subastó el retrato de un hombre vestido de negro, de aspecto puritano y rostro sombrío, siendo una de las primeras obras de arte en el mundo hechas por un algoritmo, mismo que aparece en la parte inferior derecha, justo en el espacio reservado a la firma del autor.
Fue la primera subasta de un cuadro realizado por inteligencia artificial, lo cual disparó una pregunta de lo más pertinente: ¿Quién es el autor? Considerando que 1) El algoritmo fue diseñado por un colectivo de artistas que trabajaba la fusión del arte con la inteligencia artificial; 2) Que en el desarrollo del algoritmo, estos alimentaron el sistema con datos de 15.000 retratos pintados entre los siglos XIV y XX e introdujeron un factor discriminatorio que distinguiera obras hechas por humanos y obras hechas por la máquina; y 3) Que la premisa del colectivo fue que la creatividad no era inherente solo a lo humano. Y es justo aquí donde comienzo a discrepar.
Las obras a subastar fueron creadas empleando modelos de IA entrenados con el trabajo de obras protegidas por derechos de autor sin una licencia. Demasiado explotados están ya los artistas por los humanos como para que ahora estos empleen IA para explotarlos aún más.
Cabe señalar que no es la primera vez que se presenta una demanda de esta naturaleza, en esta figuran varios de los que lideraron otra demanda colectiva en 2023 por los mismos motivos en contra de Midjourney, DeviantArt y Stability. Algunos de los artistas participantes en la subasta han contraatacado negando, primero, y señalando una cierta supremacía, después, por el empleo de IA. En lo personal creo que este tipo de arte ofrece a los artistas indolentes y a aquellos que se dedican a hacerse famosos, que no saben dibujar un dorso y que se instalaron en el arte objeto a vivir de la feliz ocurrencia, un sendero para vender creaciones envueltas en pirotecnia.
La casa de subasta Christie’s, simplemente decir que juega en la lógica del primer X en hacer Y. Es decir, juega a ser de las primeras en sentar este tipo de precedentes sin importar lo cuestionables que estos sean, pues no lo ven como parte de su trabajo. Y este es uno de los problemas que debe plantear el acelerado desarrollo de la tecnología, que es tan acelerado que no tiene una filosofía detrás que la respalde.
Es aquí es donde debería estar el análisis de este tipo de subastas entre los críticos de arte que aún quedan: en los retos civilizatorios que plantea la IA en el desarrollo (que no crecimiento) del arte.
De la misma manera que hemos solicitado en repetidas ocasiones detener subastas en galerías cuando se trata de bienes culturales extraídos de determinados países de forma ilegal, habría que considerar hacer lo mismo en estos casos por una razón, porque son las galerías las que fomentan el coleccionismo entre los consumidores culturales. Visto de otra manera, se tendría que hacer lo mismo que en el caso de los portales y plataformas de contenido digital, que con el desarrollo de los novedosos sistemas de software y streaming solían hospedar material protegido por derechos de autor, argumentando no tener responsabilidad alguna en su difusión, pues ellos solo hospedaban el contenido, decían, no lo generaban.
La legislación los ha llevado al orden, volviéndolos agentes responsables y han tenido que invertir en motores de búsqueda para evitar esta mala práctica. Intenten ahora subir un video a YouTube para que vean lo que digo. Ahora es necesario obtener una licencia por parte de los dueños del contenido e implementar medidas apropiadas para evitar alojar obras protegidas sin autorización. En el caso de los editores de prensa, se ha creado un derecho conexo que permite autorizar o no a los agregadores de noticias online la reproducción de sus publicaciones, así como decidir el cobro por ello, lo cual ha avanzado mucho en todo el mundo y seguramente ha generado nuevos modelos de negocio.
Entrenar algoritmos e inteligencias artificiales debe hacerse con un gran sentido ético. De lo contrario, sería lo mismo que hace John Kreese, el entrenador de Tang Soo Do (Karate coreano), en la serie televisiva Cobra Kai: entrena a los jóvenes para hacer daño bajo el lema «No mercy», pensando solo en avanzar, ganar y tener el poder. Del otro lado de la historia está Johnny Lawrence y LaRuso, intentando entrenar a las nuevas generaciones de chicos a partir de una filosofía de vida y un alto sentido ético. El problema de la tecnología no es solo la falta de una filosofía que le respalde, sino la falta de tiempo para desarrollar una algorética. Esto es, una ética capaz de ser entendida por los algoritmos. Sin embargo, podrían ser consideradas por el momento una suerte de agentes responsables en el terreno moral. Por el bien del arte.