Por José Antonio Elvira de la Torre
Prof. del Departamento de Estudios Políticos del CUCSH de la UdeG
Tercera colaboración sobre reforzamiento de la “integridad electoral” y mejora de la calidad de nuestra democracia, hoy específicamente sobre el modelo de comunicación política en campañas electorales.
La reforma de 2008 estableció la cesión de tiempo del Estado en radio y televisión a partidos políticos para la difusión de sus mensajes, prohibiendo su contratación por sí mismos o por terceros, con el propósito de: a) inhibir influencia de medios de comunicación en el electorado; b) ahorrar recursos de financiamiento público que los partidos destinaban a este propósito; c) mejorar el debate público de las campañas y la calidad de la información que sobre candidaturas y proyectos de comunidad presentaban los partidos.
Los resultados institucionales obtenidos han sido contradictorios:
- El financiamiento de campaña ya no se orienta a radio y tv, pero el esquema de acceso gratuito a tiempos que se sortean complicó en exceso la comunicación sobre los temas de interés público e imposibilitó en los hechos la discusión y debate necesarios en una contienda democrática. Es muy difícil que veamos una campaña tan interesante como la presidencial de 2006, donde los dos candidatos punteros, confrontaron ideas, proyectos y expusieron sus contrastes y diferencias (no sin algunos excesos), aportando elementos importantes para la decisión del electorado. Al no contar ya con la posibilidad de definir estratégicamente estaciones, públicos y horarios, el tiempo en radio y tv para transmitir un mensaje político con eficacia y propiciar la discusión de ideas en las campañas, es poco relevante.
- Las nuevas tecnologías y plataformas digitales no han tenido un impacto positivo suficiente en mejorar y fortalecer la discusión pública y las campañas políticas. Aunque cada vez mayor el gasto en difusión y promoción en redes sociales, la promesa de democratizar el acceso a la información y maximizar el espacio público (virtual) para debatir responsablemente y construir respuestas colectivas, ha cedido su lugar a la banalización de lo político y la confrontación estridente de posturas irresponsables, sordas a otras opiniones, ciegas a otras realidades. Denostar, bailar, cortarse el cabello o atuendos de colores, en lugar de explicarnos el proyecto de comunidad ideal que se nos propone y las acciones para lograrlo.
Sugerencias mínimas para un modelo de comunicación que busque mejorar la calidad de las campañas y el debate público que implican:
A). Mantener el acceso gratuito a tiempos de radio y tv, privilegiando la calidad de los espacios y horarios de transmisión, no la cantidad de spots. Por ejemplo, los horarios para trasmitir spots no por sorteo, sino en un esquema donde el INE ordene las preferencias de cada partido, con base en su estrategia de campaña y sus públicos objetivo.
B). Instituciones (reglas) que generen incentivos (positivos y negativos) para que partidos y candidatos utilicen plataformas digitales y redes sociales para deliberar el futuro de nuestras comunidades, contrastar visiones, proyectos y acciones, incluso con acalorados debates, pero sin denostar, mentir, ni propiciar conflicto, exclusión y violencia de cualquier forma.