Por Juan Carlos Hernández Ascencio
Mtro en Gestión Social y Políticas Públicas
@juancarleis2020
No cabe duda que el diagnostico no es destino; no siempre lo que vemos es lo que sucede en realidad. Es multifactorial la motivación para toda ocasión, que aplica para que no sea o para que sí. Este país con todas sus instituciones al servicio público necesita más, que hacer una lista de buenas intenciones para avanzar en el tejido social tan maltrecho por múltiples motivos propios y ajenos; de hecho nos afecta más lo externo que nos provoca crisis que lo propio; así, pues, reza el dicho: “de bien intencionados están llenos los cementerios”, un día sí y otro también.
Hacer un diagnóstico para levantar la mano, para hacer presencia en aquello que se desea salir de donde se encuentra tal o cual situación, pues las aspiraciones son válidas cuando definimos defender una causa buena, que representa los intereses individual y colectivos a la vez. Nadie da lo que no tiene, lo que poseemos en verdad son más cualidades que defectos, así entonces podremos tomar decisiones que nos lleven a otro sendero de encontrar otro destino que no sea el mal diagnosticado.
La inclinación a hacer el buen trabajo para diagnosticar lo que se necesite está por encima de nuestra apatía, aún con precariedad intelectual y de voluntad, y a veces hasta de actitud; es mejor hacer lo posible por buscar su propio bien y eso, entonces, configurarlo hacia un mejor destino, pese a que el diagnostico fuera mal o inconveniente. Entendemos que entonces el diagnóstico no es destino. Por ejemplo, si le dicen que tiene una enfermedad y hace la lucha por combatirla, puede curarse; entonces su destino no será morir de ello, pese al diagnóstico.
Este país está ávido de paz, de sinergia social, de gente que proponga, que delibere en bien del interés común, que proyecte proactividad y seguridad en cada acción, personas que busquen en la humildad ser el mejor diagnostico a seguir con ejemplo de otros. Hay que sobrevivir en las vicisitudes que tenemos hoy día, no claudicar, no desistir, el que busca encuentra buscando la perfección en cada tramo de vida, en cada experiencia.
Hay que levantarse de dónde estemos sin otro motivo más que de hacer presencia y con ello analizar la situación, identificar las posibles soluciones, ello implica elegir la información pertinente para tomar la mejor decisión que no tenga consecuencias negativas para nadie y buscar mayor y mejor opción que genere el mejor destino, sin menoscabo de que hasta hoy se ha logrado en el país, hay mucho por hacer.
Determinar que la importancia en la educación y superación profesional de cada individuo es de donde se afianza el futuro de este país. El deseo de los mexicanos estriba en el cabal cumplimiento de la ley, la legalidad debe ser el ancla de partida, el impulso para crear las condiciones que se requieren para la solución a los problemas que nos aquejan un día y otro también, pero es claro que esto se logrará con alianzas estratégicas de varias instituciones que empujen al objetivo en la inteligencia de un ganar-ganar siempre en aras ideal de servicio ético y cabal.
Levantemos la mano y hay que reconocer lo que nos falta por hacer amparados en los esfuerzos del día a día, no claudiquemos, hoy más que nunca debemos agruparnos y consolidar la representación de la participación de la sociedad, necesitamos unidad en estos tiempos tan inciertos y áridos que nos plantea el mundo.
Levantar la mano y decir presente, hoy día México requiere de esfuerzos compartidos, empero pareciera que no los hay. Unamos talento y desarrollemos lo que tenemos más cercano como es nuestra propia familia y de ahí hacia adelante. Recuerde entonces que el diagnostico por pesimista que sea no será su destino. Una vez más: que no llegue el rumor de la discordia. ¡Sursum corda!