ENTRE COPA Y COPA
Por Alfredo Arnold
El Mundial de futbol de 1970, que por muchos expertos y aficionados que lo vivieron es considerado como el mejor de la historia, fue también un referente en cuestión de afinidad entre jugadores y público, por lo menos en Guadalajara.
El comportamiento de los jugadores fue muy respetuoso y en algunos casos, cordial; incluso de los ingleses que venían en calidad de campeones y fueron más distantes que los brasileños, checoslovacos y rumanos.
Lo mismo ocurrió en todas las sedes. Seguramente, es muy difícil para los aficionados de hoy, imaginar la cercanía de aquellas estrellas deportivas de 1970, como Pelé, Beckenbauer, Bobby Charlton, Gordon Banks, Mazurkiewics, Roberto Matosas, Teófilo Cubillas, Chumpitaz, Luigi Riva, Mazzola, etcétera, con el público, y no sólo con el público que iba a los partidos sino también con aquellos que los acompañaban en los entrenamientos.
En Guadalajara, sólo Inglaterra, que venía como campeón del Mundial anterior, se ocultó un poco del público para sus entrenamientos. Al parecer, entrenó en el Club Atlas Paradero y en el Country Club, aunque fue muy reservado en este aspecto, una actitud propiciada seguramente por los aficionados tapatíos que incluso les llevó “serenata” al Hotel Hilton donde se hospedaban, para espantarles el sueño la noche anterior a su partido contra Brasil.
Con Brasil, Checoslovaquia y Rumania ocurrió todo lo contrario. Los aficionados podían no sólo asistir a sus entrenamientos, sino que incluso se acercaban a pedir autógrafos o a tomarse fotografías. Brasil entrenaba en el Club Providencia, Rumania en el Colegio Cervantes y Checoslovaquia en el Colegio Fray Pedro de Gante.
Recuerdo que, al terminar un entrenamiento, el portero suplente de Rumania, Stere Adamache, se puso a detener disparos haciendo todo tipo de acrobacias, incluso el “escorpión” que años más tarde haría famoso al arquero colombiano René Higuita.
Los aficionados disfrutaban el tiempo del Mundial, y los jugadores también.