Charlas en la Cafetería del Barrio
Por Alberto Mora
@alberto_mora
La división de poderes en un Estado de Derecho es esencial como mecanismo de autocorrección gubernamental. Impide la concentración del poder y fomenta la rendición de cuentas entre las ramas del gobierno. Entre el Ejecutivo, Legislativo y Judicial se establece un sistema de contrapesos que limita el abuso de autoridad y garantiza la protección de los derechos ciudadanos.
“Cada poder tiene la facultad de supervisar y corregir las acciones de los otros, asegurando así que el gobierno actúe en función del interés público y conforme a la ley, fortaleciendo la legitimidad democrática y la estabilidad institucional”.
Así arranca la charla en la cafetería del barrio El Profe, acompañado de dos académicos, politólogos destacados, que disfrutan de una mañana fresca saboreando los aromáticos cafés tostados por el Taller de Espresso. Ambiente propicio para intercambiar puntos de vista en torno a la trascendencia de la crisis interinstitucional que se vive en estos días.
Benito solicita un capuccino más para continuar con la charla, en el siguiente tenor:
-En mi entender, los mecanismos de autocorrección en una democracia son herramientas estructurales y normativas que permiten a los sistemas políticos corregir sus errores y adaptarse a las demandas cambiantes de la sociedad.
“Recuerdo bien que en «La democracia en América”, Tocqueville plantea cómo el autogobierno y la participación ciudadana constante actúan como un filtro de revisión y ajuste que previene los abusos del poder.
“Estos mecanismos incluyen desde un sistema de pesos y contrapesos en el gobierno hasta los procesos electorales regulares y las instituciones de control independientes como la justicia y los medios de comunicación libres”.
Emilio asiente con la cabeza, se incorpora a la argumentación afirmando:
-¡Exacto! y además autores como Habermas en «Between Facts and Norms», discute cómo la participación ciudadana y la comunicación en el espacio público son cruciales. Habermas argumenta que las democracias necesitan de una esfera pública vibrante donde los ciudadanos puedan deliberar y expresar sus desacuerdos.
“Esta deliberación pública actúa como un mecanismo de retroalimentación que permite a los ciudadanos cuestionar y evaluar la legitimidad de las decisiones gubernamentales, manteniendo así el sistema bajo un escrutinio constante y fomentando la autocorrección».
José Luis, quien había permanecido atento a los argumentos, se suma a la charla para agregar:
-Es esencial recordar también los peligros de la ausencia de estos mecanismos. Si pensamos en ejemplos históricos como en los gobiernos autoritarios donde la autocrítica institucional es reprimida, la falta de autocorrección lleva a un estancamiento del sistema y a una desconexión con la realidad social.
“Recordemos al politólogo Linz y cómo argumenta que cuando los líderes no están sujetos a la rendición de cuentas se produce una degeneración institucional que deslegitima el sistema a ojos de los ciudadanos.
“Sin estos mecanismos el abuso del poder y la corrupción prosperan, minando la confianza pública y debilitando la cohesión social”.
Benito vuelve a tomar la voz para añadir:
-¡Así es!. Además, si observamos, en las democracias modernas los mecanismos de autocorrección se manifiestan en los cambios de administración, la revisión de políticas públicas y el control del poder Judicial sobre el Legislativo y el Ejecutivo.
“Cuando hay una desviación del interés público, estos mecanismos ayudan a reencauzar el rumbo. La trascendencia de estos procesos es evidente. Sin ellos, como argumenta Robert Dahl en «La democracia y sus críticos», las democracias carecerían de la capacidad de responder a las necesidades de la ciudadanía, lo cual genera una crisis de legitimidad.
“Es una cuestión de adaptación. La democracia, para sobrevivir, necesita de mecanismos de autocorrección que impidan el monopolio de poder.
“Un gobierno democrático que no se autocorrige, pierde la capacidad de representar los intereses de sus ciudadanos y se vuelve obsoleto. Al final, la democracia no es solo el poder de la mayoría, sino la capacidad del sistema de corregirse en función de los valores democráticos fundamentales”.
El Profe pide una bolsa de café de especialidad, molido para máquina de espresso, solicita la cuenta y a manera de cierre expresa:
-En conclusión, todos coincidimos; los mecanismos de autocorrección son vitales para la salud y longevidad de una democracia. Su ausencia no solo conduce al abuso de poder, sino que también pone en riesgo la legitimidad y la estabilidad del régimen democrático.