Opinión Política
OPINIÓN

El uso y utilidad de la propaganda

Por Juan Carlos Hernández

Mtro. en Gestión Social y Políticas Públicas

@juancarleis2020

La propaganda es una herramienta de la mercadotecnia política que, sin duda, sin ella no sería posible llamar la atención en una campaña electoral debido a la alta emotividad que por sí misma tiene y que provoca el cambio o la toma de decisiones a quien va dirigida: los electores.

El uso y la utilidad de la propaganda tiene sus consecuencias en la actualidad, sus intereses e intenciones de quienes la planean para cambiar el estado de ánimo, quizás de pensamiento y de acción de quién la recibe.

El origen etimológico del término proviene del latín moderno propaganda, cuyo significado es «para ser divulgado». En tiempo de Tito Livio en Roma, fue utilizada para tratar de unir a la ciudad. Pero fue más adelante, en la primera y segunda guerra mundial, cuando se utilizó cómo arma psicológica en las mentes que fueron producto de mensajes alusivos a ideales, partidos políticos y personajes de ese tiempo.

Ahora, y de hace ya décadas, la propaganda se modificó para dar cavida a los profesionales que a través de ella lograron posicionar los perfiles de candidatos a puestos de elección popular y sobre ello no hay duda que se ha hecho un trabajo impecable en su propósito de convencer, sea con la verdad, con ella o a pesar de ella, a la ciudadanía de tal o cual idea. Porque la propaganda busca la aceptación antes que el uso de la razón.

La propaganda se constriñe al uso de una idea o ideología, no vende marca o producto, para ello está la publicidad y la mercadotecnia comercial. Así entonces, se presenta el ideal de un partido político, de sus candidatos y sus propuestas.

Por lo tanto, no encontramos en la propaganda el uso de la razón sino de la emoción, pues busca convencer antes que informar; ejemplos hay de sobra, solo eche un vistazo y sabrá que es así; además que se provocan temas polémicos y son dirigidos en ella misma. Otto Klineberg, la define como el control o manipulación de actitudes.

Hoy en día la propaganda sigue tan vigente como antes, nadie en su sano juicio dejará de usarla porque ya se ha probado que es parte de la estrategia no solo para la cuestión política, sino también para cualquier gobierno en turno de cualquier país.

Aunque el uso de la propaganda nació con la «propaganda fide» que fue utilizada para las misiones de evangelización por la Iglesia Católica, hoy ya es un concepto y uso muy distinto y al parecer no desaparecerá en las siguientes décadas. Aseverar que la propaganda es buena o mala, será solo con argumentos sólidos y científicos, analizados y debatibles para llegar a una conclusión óptima, empero el uso y abuso en ella existe.

Entender que la propaganda es un poderoso mecanismo de convencimiento, de persuasión de cambio de ánimo en las personas, ayudará a que estemos atentos para discernir lo que recibimos un día sí y otro también a través de la comunicación y por todos los medios. La propaganda es utilizada con los mecanismos de ejercer sentimientos, es casual y momentánea, versa sobre apariencias y es totalmente psicológica, mientras que comparada con la educación, ésta usa la razón, la verdad universal, es ordenada y sistematizada y, además, usa la lógica.

Con estas diferencias estamos ciertos que podemos resolver nuestros propios juicios en torno a lo que se nos presente en la marea de información; seamos analíticos, observadores y, sobre todo, razonemos lo que hay y lo que venga. No permitamos que se nos engañe y estemos atentos a los dimes y diretes que por supuesto están en la palestra pública. ¡Hágale pues!

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