Opinión Política
ANÁLISIS

PEMEX sobre la mesa

Durante décadas, PEMEX fue la empresa que amamantó al gobierno federal. Concebida bajo la retórica del nacionalismo revolucionario se cimentó como un pilar de la economía nacional. Productor y exportador del preciado insumo de la maquinaria industrial del mundo y de México, PEMEX era sinónimo de orgullo y esperanza nacional.

 

Por Redacción  

El aumento de los precios internacionales del petróleo a la par del descubrimiento de enormes yacimientos en la sonda de Campeche a principios de los años setentas del siglo pasado alimentó las ilusiones y la gula sobre los ingresos petroleros. El presidente José López Portillo anunciaba el inicio de una etapa de riqueza y prosperidad para los mexicanos que, vaya tragedia, se convirtió en una severa crisis económica. PEMEX la empresa de todos los mexicanos y que nos impulsaría al desarrollo y bienestar de los mexicanos se convirtió en un lastre con bombas por todas partes que amenazan con colapsar las finanzas del Estado mexicano.

 

¿Qué nos pasó?

La abundancia de riqueza petrolera nos encaminó por un camino equivocado. Asumimos que el pastel era interminable y nos volvimos adictos a su consumo. El sustento e incremento de los gastos públicos fueron financiados por la comodidad de las transferencias económicas de PEMEX a las arcas gubernamentales. Con discrecionalidad, falta de racionalidad y control, los ingresos petroleros nutrían los presupuestos, las transferencias a las entidades, los subsidios y los derroches. Postergamos las reformas fiscales para que el Estado mexicano tuviera más recursos y nos echamos en la hamaca con la ubre de PEMEX, por sí fuera poco, la riqueza petrolera nos sirvió como garantía para adquirir una desproporcionada deuda externa. Nos convertimos en monodependientes de los ingresos petroleros y monoexportadores de petróleo. Alrededor del 70% de los ingresos del gobierno provenían de PEMEX y el 70% de las exportaciones también.

Durante años de extraer leche a la vaca de Pemex para sostener los presupuestos de gobierno y obtener divisas provocaron que nos olvidáramos de la vaca. Sin recursos para PEMEX su infraestructura de volvió obsoleta, las refinerías dejaron de crecer y envejecieron, la exploración de nuevos campos disminuyó, solo el sindicato y la burocracia dorada floreció. Imparable y escandalosa la corrupción y las cuotas de poder que Miguel de la Madrid encerró al ex director general de PEMEX y Carlos Salinas a los líderes sindicales de la época. Sin embargo, poco o nada cambió.

 

Oportunidades perdidas

Una nueva oportunidad se presentó para rescatar a PEMEX, el incremento desmesurado de los precios del petróleo en los años de la alternancia foxista y del cambio de partido en el poder. Con Fox y Calderón la novela fue más de lo mismo.

Con Peña Nieto basta recordar los escándalos que tienen bajo proceso a su exdirector Emilio Lozoya y los entramados de corrupción y sobornos de Odebrecht- PEMEX. Durante el siglo XXI seguimos extrayendo leche a una cada vez más famélica vaca.

La llegada de López Obrador puso en el centro de su narrativa a PEMEX. Los discursos nacionalistas y de reivindicación de la soberanía ahogaron los intentos peñistas por abrir al sector privado la exploración y explotación de los campos petroleros, Un tufo de males olores acompañaron la constitución de varias empresas privadas que quisieron aprovechar la apertura peñista.

Después de un sexenio enfocado al “rescate de PEMEX”, nuestra empresa petrolera agoniza. La construcción de Dos Bocas ha sido un fiasco en su costo y en su actual inoperancia. La adquisición de la refinería de Deer Park transformó el sentido de sus finanzas a deficitarias. Seis años de apoyar una pésima gestión de su director general que consumió improductiva e insaciablemente recursos públicos. A pesar de rescates y apoyos fiscales la moribunda PEMEX nunca se levantó.

 

La hora decisiva

Hoy a la presidenta Claudia Sheinbaum le toca enfrentar las horas decisivas. La deuda externa de PEMEX ronda los 100 mil millones de dólares y abona negativamente a la estabilidad financiera de la empresa y del gobierno. Su deuda con proveedores de más de 20 mil millones de dólares amenaza con demandas de empresas extranjeras, el cierre de empresas nacionales y su impacto en el dinamismo económico y el empleo de las regiones petroleras. Por sí fuera poco los vencimientos de la deuda de PEMEX alcanzan entre 6400 y 8900 millones de dólares para este 2025 y más de 18 mil millones para 2026. La producción de petróleo sigue a la baja y con escasos recursos para explorar en búsqueda de nuevos campos petrolíferos.

En la mesa de PEMEX nos aparecen bombas latentes que urge atender. Los costos de no hacerlo serán de grandes dimensiones y de carácter intergeneracional donde los jóvenes y sus hijos cargarán con los errores cometidos. Por un lado, atender lo urgente, los vencimientos que debemos cubrir este y el próximo año y la decisión de emitir los Valores Fiduciarios Precapitalizados (P-Caps) y, por otro, el largo y complejo camino de resolver sus problemas estructurales.  Veamos la opinión de expertos.

 

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