Opinión Política
EDUCACIÓN E HISTORIA

Un tapatío en la Presidencia

Valentín Gómez Farías sustituyó varias veces a López De Santa Anna y realizó cambios liberales.

 

Por Alfredo Arnold

Ya en otras ocasiones hemos comentado en este mismo espacio que únicamente ha habido tres presidentes de la República originarios de Jalisco: José Justo Corro, interino en 1836; Valentín Gómez Farías (cuatro interinatos) en 1834, y Victoriano Huerta, oriundo de Colotlán (en 1914). Tanto Corro como Gómez Farías fueron presidentes en una época dominada por Antonio López de Santa Anna, en tanto que Huerta lo fue después del golpe de estado perpetrado contra Francisco I. Madero.

Otras entidades, como Veracruz o el Estado de México, han tenido más representantes en la cima del Poder Ejecutivo de nuestro país.

Hoy vamos a hablar de don Valentín Gómez Farías. La información es de la investigadora Doralicia Carmona.

Valentín Gómez Farías (1781-1858). Hijo de don José Lugardo Gómez de la Vara y de doña Josefa Martínez y Farías, ambos españoles, nació el 14 de febrero de 1781 en Guadalajara. Estudió la carrera de medicina, en la que se recibió en 1807. Pasó a ejercer su profesión a Aguascalientes, en donde inició su actividad política al ser elegido regidor del ayuntamiento; poco después fue electo diputado a las Cortes españolas en 1820; sin embargo, prefirió sumarse a la causa independentista, para lo cual organizó en tierras hidrocálidas un batallón y puso sus propios recursos personales al servicio del movimiento emancipador.

Al declararse la independencia mexicana, Gómez Farías fue elegido diputado al primer Congreso mexicano en 1822. Ahí presentó la propuesta para elevar a Agustín de Iturbide al trono de México, exigiendo que la nación asumiera la forma de gobierno de una monarquía católica, constitucional y hereditaria. Al disolver Iturbide el Congreso, se convirtió en su opositor y luchó por el establecimiento de una república con el Plan de Casamata. Posteriormente formó parte del primer Congreso Constituyente en 1824, en el que destacó por sostener ideas liberales y por apoyar el federalismo. Desde entonces trabó amistad con el general Antonio López de Santa Anna.

Envuelto en el intenso y confuso panorama político de los primeros años del México independiente, Gómez Farías fue senador por Jalisco y secretario de Hacienda en la presidencia de Manuel Gómez Pedraza en 1833. El 30 de marzo del mismo año, mediante pacto entre los yorkinos, fueron electos Santa Anna y Gómez Farías como Presidente y Vicepresidente de la República, respectivamente. Sin embargo, Santa Anna se negó a tomar posesión de su cargo alegando padecer ciertos males (que en realidad eran “retiradas estratégicas” para no enfrentar problemas), los que usaría de pretexto a lo largo de su trayectoria política. Sin embargo, ocupó la presidencia interina varias veces.

Valentín Gómez Farías.

El 24 de marzo de 1868 el Congreso de la Unión declaró “Benemérito de la Patria” a Valentín Gómez Farías, cuyo nombre se inscribió en el Salón de Sesiones del Congreso de la Unión, y en julio de 1933 sus restos fueron trasladados a la Rotonda de los Hombres Ilustres en la capital de la República.

Instalado en la presidencia que dejaba temporalmente Santa Anna, y acompañado por un colaborador e ideólogo liberal de la talla del Dr. José María Luís Mora, Gómez Farías intentó llevar a cabo muchas reformas políticas y sociales fundamentales para el país, lo que le acarreó muchos conflictos.

El programa político que impulsó incluía la libertad de culto, separación de la Iglesia y el Estado, abolición de los privilegios del clero y el ejército; destrucción del monopolio en la educación pública, supresión de las instituciones monásticas y de las atribuciones del clero en materia civil, como en el caso de los matrimonios; distribución de las tierras del clero, poseedor principal de la propiedad raíz, para aumentar el número de propietarios territoriales y promover la actividad económica; enajenación de los bienes del clero para pagar y consolidar la deuda pública; y liberación de los agricultores de la obligación civil de pagar el diezmo y desaparición de la obligatoriedad civil de los votos eclesiásticos, así como otros objetivos políticos.

Estos propósitos los intentó obtener mediante la primera reforma a la Constitución de 1824, así como la expedición de varias leyes y decretos, una de las cuales resolvió que el Patronato residía en la nación (el Patronato era el derecho de los reyes españoles de intervenir en los asuntos religiosos de la Colonia). Otro decreto suprimió la Universidad Pontificia de México y estableció la Dirección General de Instrucción Pública; de igual modo, fundó el Establecimiento de Ciencias Médicas, que después sería la Facultad de Medicina y promulgó una ley para organizar la Biblioteca Nacional.

Su programa, que algunos han llamado “la primera reforma”, provocó graves enfrentamientos con los sectores afectados (los conservadores le pusieron el mote de “Gómez Furias”) y hasta rebeliones como la de Ignacio Escalada que el 26 de mayo de 1833, se levantó en armas en Morelia.

Sin embargo, al regresar al poder, Santa Anna desconoció este primer intento de reforma con excepción de la parte relativa a los diezmos y echó del gobierno a Gómez Farías.

Gómez Farías ya no vería que sus pretendidas reformas sí se llevaron a cabo, pero por el presidente Benito Juárez.

En 1835 Gómez salió desterrado del país y residió en Nueva Orleáns, pero en diciembre de 1845 volvió a colaborar con Santa Anna, y al ausentarse éste quien dirigía la guerra contra Estados Unidos, volvió a ocupar la presidencia interina, sin embargo, en 1850 se postuló sin éxito como candidato a la presidencia de la República.

Precisamente durante la guerra de reforma acaeció su fallecimiento el 5 de julio de 1858 en la ciudad de México. Al morir, el clero le negó el derecho de ser sepultado en campo santo y por eso su cadáver fue inhumado en una huerta de su propiedad. Posteriormente sus restos fueron trasladados al panteón de Santa Paula.

 

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