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Reforma electoral: diálogo o soliloquio político

Por Juan Carlos Hernández Ascencio

Mtro. en Gestión Social y Políticas Públicas

@juancarleis2020

Ante la visible posibilidad de atender la iniciativa del Ejecutivo federal de querer, desear y pretender hacer que se cumpla “su ley” o no sé si su  gusto o capricho disfrazado de iniciativa al interferir en la “sugerencia” de si o si buscar a través del Poder Legislativo cambiar la Ley Electoral, y que en varias ocasiones se ha dicho que no hay necesidad como tal, pues el sistema político mexicano funciona,  no hay otra manera demostrar que las elecciones del 2014 (fecha de la última modificación a la Ley Electoral) hacia acá, han sido organizada al  amparo de la actual Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales.

Hay instituciones que son patrimonio de los mexicanos, al menos el INE es una de ellas, pues su labor constitucional de organizar elecciones y acreditar a las personas que alcanzan la mayoría de edad, no es cosa menor. Eso ha hecho que al inicio con el IFE y ahora con el INE la ciudadanía se identifique y haga suya a la institución que es y está al servicio de México. Si alguien no entiende que la estabilidad política es la primera tarea de este organismo en su quehacer, entonces no está informado.

El INE no trabaja para los políticos ni para los gobernantes, trabaja para la ciudadanía y esa es la opinión que más nos interesa, y hoy, afortunadamente, el Instituto sigue siendo la autoridad civil del Estado mexicano más confiable para las y los ciudadanos del país.

El órgano electoral no puede perder su plena autonomía, no deben debilitar sus cimientos legales y autónomos. Recordar que en las cuatro elecciones presidenciales que ha organizado el INE ha habido alternancia en tres, y desde 2015 hasta 2022 el organismo ha organizado 56 elecciones a gubernaturas, donde el 70 por ciento han ganado candidatos de la oposición, demuestra que vivimos en una etapa de alternancia y que por ello no es cierto que los gobiernos tengan el control de las elecciones.

Ahora que, en cuanto al apoyo a la propuesta del presidente para modificar el sistema electoral, la toma de decisiones no debe estar solo en favor de la popularidad, sino de las implicaciones desde una óptica de responsabilidad legal, transparente y funcional, prevalecer en el dialogo y análisis es primordial.

Hacer un dialogo entre las partes facultadas e interesadas será loable, pero pretender hacer un soliloquio y a oídos sordos no traerá la expectativa profesional que debería. No está el horno para bollos. ¿O sí?

Cito al Dr. Ciro Murayama, consejero electoral del INE: “Dicen que no quieren desaparecer al INE, pero un INE que no tiene el padrón, que no tiene una estructura profesional y permanente y cuyos consejeros puedan ser todos cercanos al Presidente, pues eso se llama destruir al árbitro autónomo, aunque le den la vuelta y digan que no es su intención”.

Hay que contrastar ideas, y si hay algo que mejorar, que siempre es mejorable en cualquier legislación, pues mejorarlo; y si hay algo que cuidar, pues cuidarlo, también preservarlo. No cambiemos al cuarto para la hora el tema de una reforma electoral si el método que nos ha funcionado hasta hoy, y más si no hay pleno consenso entre las fuerzas políticas y tanta desconfianza en el ambiente. Entendamos que el INE no es una contraparte de este ni de ningún otro gobierno. El INE es parte esencial de la ciudadanía para lograr el fin supremo de la política: estabilidad, acuerdo, progreso, paz social.

Que no llegue el rumor de la discordia.

 

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