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Evolución vs corrupción, una guerra sin fin

Charlas en la Cafetería del Barrio

Por Alberto Mora

@alberto_mora

-Es importante señalar que ningún país ha logrado terminar por completo la corrupción. Este es un problema sistémico y recurrente en todas las sociedades humanas y adopta diversas formas que se adaptan a los cambios.

“Sin embargo, sí existen países que han logrado atajarla significativamente y mantienen consistentemente los índices de percepción de corrupción más bajos del mundo. Estos países suelen compartir algunas características y han implementado estrategias que, aunque no eliminan el fenómeno, lo controlan y lo hacen menos prevalente.

“Los ejemplos más citados por Transparencia Internacional y otros organismos suelen ser los países nórdicos. Si no me falla la memoria, Dinamarca, Finlandia, Nueva Zelanda, Noruega y Suecia”.

Así arranca la charla en la cafetería del barrio el Profe, acompañado de dos de sus compañeros, grandes aficionados a los magníficos granos de café tostados por el Taller de Espresso.

Elena se incorpora a la charla al tiempo que solicita al barista un “flat white”, esa dosis doble de espresso con la microespuma de la leche aterciopelada.

-En estos países que señalas sus estrategias se basan en un enfoque integral. Tienen altos niveles de transparencia y acceso a la información pública, leyes de acceso a la información robustas y que se aplican de manera efectiva, permitiendo a los ciudadanos fiscalizar la gestión pública, la información sobre decisiones gubernamentales, presupuestos y contratos, es fácilmente accesible.

“Tienen un fuerte Estado de Derecho y un sistema judicial independiente. Ahí existe una confianza generalizada en la imparcialidad del sistema judicial y en la aplicación de la ley sin excepciones, independientemente del estatus social o político del individuo. Las sentencias son contundentes y la impunidad es baja.

“Los controles y equilibrios institucionales son sólidos. Los poderes del Estado están bien separados y los mecanismos de control, como el parlamento, las auditorías o contralorías, y los organismos de supervisión, funcionan eficazmente para prevenir abusos.

“Han desarrollado una cultura de integridad y altos estándares éticos. Allá se percibe un fuerte rechazo social a la corrupción y la integridad se valora tanto en el sector público como en el privado. Esto se fomenta desde la educación y se refleja en el comportamiento de los funcionarios y la ciudadanía. Promueven un servicio civil profesional y meritocrático, donde los funcionarios son seleccionados y promocionados por mérito, con salarios competitivos que reducen la tentación de la corrupción.

Singapur.

“La erradicación total de la corrupción es una meta utópica. Sin embargo, los países con los mejores resultados demuestran que con un compromiso sostenido, un marco institucional sólido, transparencia radical y una sociedad civil vigilante es posible reducirla a niveles manejables y minimizar su impacto negativo en el desarrollo y el bienestar social”.

“Y por su parte los medios de comunicación independientes y una sociedad civil organizada, actúan como «vigilantes» del poder, denunciando la corrupción y presionando por la rendición de cuentas”.

Daniel, amante del café espresso y del cold brew, solicita al barista su espresso doble para de inmediato incorporarse a la plática comentando:

-Recordemos que Singapur es un caso destacado en Asia por su éxito en la lucha contra la corrupción, donde a pesar de no ser una democracia plena, sus estrategias incluyen leyes anticorrupción estrictas y de aplicación rigurosa. Tiene leyes muy severas contra la corrupción con penas elevadas y una aplicación implacable, incluso para altos funcionarios.

“Cuentan con una agencia anticorrupción poderosa e independiente (Corrupt Practices Investigation Bureau), que tiene amplios poderes de investigación y está facultado para actuar sin interferencia política. Tiene altos salarios para funcionarios públicos, especialmente en los niveles superiores, lo que busca reducir la tentación de obtener ingresos ilícitos.

“Y también priorizan la meritocracia, la eficiencia y la simplicidad en los trámites administrativos para reducir las oportunidades de extorsión”.

Elena solicita otra ronda de cafés y aprovecha para retomar la voz apuntando:

-No podemos dejar de mencionar otros países con avances notables y bajos índices de corrupción como Canadá, Suiza, Países Bajos y Alemania, que mantienen consistentemente posiciones altas en los índices, con estrategias similares a las de los países nórdicos, haciendo énfasis en la transparencia, el Estado de Derecho y la independencia judicial.

“Aunque cada país tiene su contexto particular, las estrategias que han demostrado ser más efectivas en la lucha contra la corrupción comparten elementos clave: fuerte voluntad política. Es decir, un compromiso genuino de los líderes para combatir la corrupción que va más allá de la retórica y se traduce en acciones concretas: Agencias de investigación, fiscalías y tribunales con autonomía para investigar y sancionar sin injerencias políticas; transparencia y acceso a la información, con una legislación que garantiza el derecho a la información pública, registros abiertos de contratos, presupuestos y patrimonio de funcionarios”.

El Profe solicita la cuenta y a manera de conclusión comenta:

-El tema de la corrupción es vasto y complejo, con profundas raíces históricas y alcances significativos a nivel global y, de manera particular, en la sociedad mexicana. La corrupción es un fenómeno universal que ha afectado a las sociedades a lo largo de la historia, que se define generalmente como el abuso del poder público o privado para obtener beneficios personales.

“La corrupción es un flagelo arraigado en la historia de México que ha evolucionado en sus formas, pero que mantiene un impacto destructivo en la sociedad. Combatirla requiere no solo de marcos legales robustos y de instituciones fuertes, sino también de un cambio cultural profundo que fomente la integridad, la transparencia y la rendición de cuentas en todos los niveles.

“La erradicación total de la corrupción es una meta utópica. Sin embargo, los países con los mejores resultados demuestran que con un compromiso sostenido, un marco institucional sólido, transparencia radical y una sociedad civil vigilante es posible reducirla a niveles manejables y minimizar su impacto negativo en el desarrollo y el bienestar social”.

 

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