Opinión Política
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Elecciones en Brasil

Por José Antonio Elvira de la Torre

Prof. del Departamento de Estudios Políticos del CUCSH de la UdeG

El pasado 2 de octubre se realizaron comicios presidenciales en Brasil, en los que el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio “Lula” da Silva (quien ya ha ocupado el cargo de Presidente en varias ocasiones) obtuvo 57 millones 259 mil 504 sufragios, lo que representa el 48.43%, mientras que el segundo lugar lo obtuvo el candidato del Partido Liberal (PL) y actual Presidente (que busca la reelección), Jair Bolsonaro, con 50 millones 72 mil 345 votos, para un 43.20%. Lejanos quedaron la candidata del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), Simone Tebet, con 4´915,423 sufragios para un 4.16%, el candidato del Partido Democrático Laborista (PDL), Ciro Gomes, con 3´599,287 votos y 3.04%, la candidata Soraya Thronicke del Partido Unión Brasil (UNIÃO) con 600,955 sufragios (0.5%) y Felipe D´Avila del Partido Nuevo (NOVO) con 559,708 votos (0.47%).

Estos resultados, además de varios datos para el anecdotario político (como la reelección como Senador por Río de Janeiro del ex futbolista Romario de Souza Farías postulado por el PL), y sorpresas para observadores y analistas que mayoritariamente consideraban una clara victoria para Lula y una menor votación para Bolsonaro, obligan llevar a   cabo una segunda vuelta electora entre estos dos contendientes para el día 30 este mismo mes, ya que ninguno alcanzó la mayoría absoluta de sufragios emitidos, según lo reportado por el Tribunal Superior Electoral de Brasil (https://resultados.tse.jus.br/oficial/app/index.html#/eleicao/resultados), con un escrutinio del 99.9% de las casillas, gracias al adecuado funcionamiento del sistema de votación electrónica presencial.

En el caso de elecciones legislativas, parece indicar que el PL tendrá mayoría en la Cámara de Diputados y hará oficial su triunfo en 14 de los 27 escaños senatoriales en disputa.

Ante los escenarios más frecuentes y más acentuados de polarización y fragmentación política que se viven en AL, vale la pena discutir sobre las ventajas y desventajas de contar con el mecanismo de la segunda vuelta en elecciones presidenciales, así como sus efectos en la construcción de las futuras decisiones colectivas y la calidad de la misma democracia a la que sirven.

Puede resultar no solamente innecesaria una segunda vuelta, en una elección donde participó el 79.05% de los electores (aunque en este país está regulado el voto como obligación y existir sanciones económicas a quienes no sufraguen), y se presentó una diferencia de más de 6 millones de sufragios (5.23 puntos porcentuales) entre el primero y segundo lugar. Además, puede ser contraproducente para la calidad de una democracia por sus efectos negativos, tanto políticos como institucionales, como por ejemplo la dinámica que se observa en la generación de alianzas y la exacerbada capacidad de chantaje que tendrá fundamentalmente quien ejerce el gobierno, pero también en cierta medida, los partidos con menor capacidad de representación, los grupos de poder e interés que funcionan al margen.

Es necesario tener en cuenta estas lecciones cuando discutamos en México la posible adopción de este esquema, con el propósito de no favorecer escenarios de mayor confrontación que alimenten posiciones irresponsables y atentan contra la propia democracia.

 

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