Opinión Política
EDUCACIÓN E HISTORIA

El Grito de Independencia

El calendario cívico nacional es abundante en fechas históricas que se conmemoran ya sea izando la bandera nacional en los edificios públicos o con toda la pompa y circunstacias que inspiró a Edward Elgar.

 

Por Alfredo Arnold

El calendario cívico nacional es abundante en fechas históricas que se conmemoran ya sea izando la bandera nacional en los edificios públicos o con toda la pompa y circunstancia que inspiró a Edward Elgar.

El 24 de febrero es Día de la Bandera, el 18 de marzo se festeja la expropiación petrolera, el 21 de marzo el natalicio de Benito Juárez, el 5 de mayo la Batalla de Puebla, el 13 de septiembre a los Niños Héroes, el 27 de septiembre la Consumación de la Independencia, el 20 de noviembre la Revolución; y ahora también se festeja el 1 de julio, día del triunfo de la 4T (el 2 de julio también debería celebrarse como el Día del triunfo de Fox), etcétera. Pero la gran celebración con serpentinas, confeti, banderas, mariachi y tequila ocurre entre la noche del 15 y el día 16 de septiembre. Las campanas, incluso el esquilón de la parroquia de Dolores Hidalgo, repican a los cuatro vientos mientras que los mandatarios (el Presidente, los 32 gobernadores y los 2,471 presidentes municipales) dan “El Grito” a todo pulmón.

También en los consulados y embajadas –y para qué le seguimos–, en “todo el mundo” se enteran que los mexicanos estamos de fiesta.

Tan fácil que sería tener una sola celebración, como los gringos el 4 de julio, los franceses el 14 de julio o los españoles el 12 de octubre. Pero, en fin, a los mexicanos nos gusta la fiesta y la del 15-16 de septiembre se lleva los aplausos.

El problema estriba en que partimos de datos dudosos. En primer lugar, el movimiento de Hidalgo no fue el primero ya que antes de la Conspiración de Querétaro (1810) tuvo lugar en 1809 la conspiración de Valladolid (hoy Morelia) de José Mariano Michelena y en 1808 el intento de golpe de estado al virrey, de Francisco Primo de Verdad.

Por otro lado, no se sabe a ciencia cierta qué fue lo que gritó Hidalgo en el atrio de su parroquia. Por supuesto, no sería lo mismo que gritan actualmente.

Relata Pedro García en su obra “Con el cura Hidalgo en la guerra de independencia”, que la arenga del Padre de la Patria fue en los siguientes términos:

“Mis amigos y compatriotas: no existe ya para nosotros ni el rey ni los tributos. Esta gabela vergonzosa, que sólo conviene a los esclavos, la hemos sobrellevado hace tres siglos como signo de la tiranía y servidumbre; terrible mancha que sabremos lavar con nuestros esfuerzos. Llegó el momento de nuestra emancipación; ha sonado la hora de nuestra libertad; y si conocéis su gran valor, me ayudareis a defenderla de la garra ambiciosa de los tiranos. Pocas horas me faltan para que me veáis marchar a la cabeza de los hombres que se precian de ser libres, os invito a cumplir con este deber. De suerte que sin patria ni libertad estaremos siempre a mucha distancia de la verdadera felicidad. Preciso ha sido dar el paso que ya sabéis, y comenzar por algo ha sido necesario. La causa es santa y Dios la protegerá. Los negocios se atropellan y no tendré, por lo mismo, la satisfacción de hablar más tiempo ante vosotros. ¡Viva, pues, la Virgen de Guadalupe! ¡Viva la América, por la cual vamos a combatir!”

Muy poética y elocuente esta versión casi desconocida del “Grito”.

Más parcos y menos poéticos son los siguientes renglones que proponen otros historiadores:

“¡Mueran los Gachupines!

¡Muera el mal Gobierno!

¡Viva Fernando VII!

¡Viva la América libre!

¡Viva la Virgen de Guadalupe!»

El cura Hidalgo.

O este otro:

“¡Viva la Religión!

¡Viva Nuestra Madre Santísima de Guadalupe!

¡Viva Fernando VII!

¡Viva la América!

¡Muera el mal gobierno!»

Otro historiador asegura que las palabras de don Miguel fueron:

“¡Hijos míos!

¡Únanse conmigo!

¡Ayúdenme a defender la patria!

Los gachupines quieren entregarla a los impíos franceses.

¡Se acabó la opresión!

¡Se acabaron los tributos!

Al que me siga a caballo le daré un peso; y a los de a pie, un tostón”.

Existen muchas versiones sobre el “Grito” de Hidalgo. Lamentablemente, aún no se inventaban las grabadoras y ninguno de los presentes tuvo la precaución de tomar nota de la alocución más famosa en toda la historia de México.

Hidalgo fue honrado como héroe por Ignacio López Rayón en 1812; el presidente Guadalupe Victoria celebró oficialmente el “Grito de Dolores” el 16 de septiembre de 1825, y Porfirio Díaz lo cambió a la noche del 15 porque era su cumpleaños.

En fin, cualquiera que haya sido el “Grito” original, qué bien se siente el gritar “¡Viva México…!”

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