Opinión Política
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El Futuro del Pasado

Charlas en la Cafetería del Barrio

Por Alberto Mora

@alberto_mora

 -Qué extraños son los políticos, cada uno está por un breve tiempo. Pero,  ¿con que propósito?. En los últimos cuatro años, unos nos han prometido la “Cuarta Transformación” y  otros la “Refundación del Estado”, ambos sin explicar de qué se trata. Evidentemente impulsados por ambiciones, egos y vanidades políticas, han alimentado un revisionismo histórico montados en la actual “era de la posverdad”.

Así arranca la charla Paulina, una estudiante de Negocios Internacionales que se acompaña de su abuela para disfrutar de los intensos y aromáticos sabores que nos ofrecen las fincas cafetaleras de Amacueca, Jalisco, en la cafetería del barrio.

Susy, la abuela, quien se resiste a la jubilación en la Universidad debido a las satisfacciones que le provoca el intercambio de puntos de vista con la perspectiva de mujeres y hombres  jóvenes, solicita al barista una nueva ronda de café y le responde a Paulina:

-Efectivamente, en los últimos años el revisionismo parece estar experimentando un repunte y está afectando sobre todo a la historia del siglo XX. Estos políticos, que no son ni refundadores y menos transformadores, son lo que podemos clasificar como revisionistas. Unos y otros se esfuerzan en examinar, pero sobre todo reinterpretar constantemente el pasado. Dulcifican el presente, mientras criminalizan lo anterior, descalificando a quienes los cuestionan y atacando a sus críticos. Vivimos en una era de engaños; el poder económico, pero sobre todo los políticos, hacen uso del miedo para manipular a las personas, a las agrupaciones, a los mercados. Ellos utilizan el internet como una herramienta de apropiación emocional, en un mundo donde la tecnología ha avanzado más rápido que nuestra responsabilidad cívica.

“Pero el tiempo sigue su marcha, así como nuestra vida sigue un trayecto determinado que no es susceptible de alteración alguna. Simplemente pasa y no da lugar a modificar los actos, así la voz de ahora ya es del pasado y que en algún momento a la luz de otros, de nuevas generaciones, nuestras acciones u omisiones, así como las de mujeres y hombres que hoy nos gobiernan, que hoy son protagonistas en la política de nuestro país, tendrán que pasar por el filtro de historiadores profesionales, objetivos, e independientes”.

-Abuela, me has puesto a pensar en la importancia que tiene la participación de las nuevas generaciones en cualquier actividad, y sobre todo en aquella que llega a influir en la vida de la mayoría de los habitantes de un país: la política. Aristóteles, afirmaba que una vida política activa, en la que los ciudadanos deliberan, gobiernan y construyen la polis, equivale a una vida buena y feliz.

La Abuela pausa la charla y a manera de conclusión le responde a Paulina:

-Pensar en el futuro no es malo, es más, está bien planificar para conseguir objetivos. Lo malo es estar constantemente en el futuro, autoerigiéndose como personajes históricos. Hidalgo nunca dijo “voy a iniciar la primera transformación de México”; Juárez no se reunió con su equipo a pedir apoyo para escribir las leyes de la segunda transformación y mucho menos los revolucionarios se levantaron en armas con el propósito de que los clasificaran como miembros de la tercera transformación. Así no fue. La historia los ha sancionado y los ha puesto en su lugar por lo que hicieron y como lo hicieron. Por el legado que dejaron a próximas generaciones. Por la congruencia entre las causas que defendieron y las consecuencias que su acciones lograron.

“No tengamos duda que todo momento presente se convertirá en tiempo pasado, y los aciertos o errores serán sancionados en un futuro por la historia. Los protagonistas del poder podrán decir muchas cosas, pero nunca han tenido la fuerza o el derecho de auto calificarse o decretar cómo o en qué lugar de la historia serán recordados o inscritos con letras de oro.

“Así lo vemos con el futuro que alcanzó el pasado de muchos poderosos. Monarcas, Emperadores, Sultanes, Dictadores, Presidentes, que en su momento se llegaron a autoconsiderar semidioses o, por lo menos, un ejemplo a seguir por sus pueblos. Hoy, al paso de los años, después del análisis puntual de lo que hicieron y dejaron de hacer, algunos de ellos son referencia de las más grandes imperfecciones de la política, son identificados como la encarnación de los peores vicios, excesos, perversiones y corruptelas en el ejercicio del poder. En el futuro, al pasado lo justipreciarán otras generaciones”.

 

 

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