Opinión Política
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El declive de las candidaturas independientes

Por José Antonio Elvira de la Torre

Prof. del Departamento de Estudios Políticos del CUCSH de la UdeG

Cuando las candidaturas independientes fueron reguladas para competir por primera ocasión en la elección de 2015, generaron una serie de expectativas que no podían cumplirse. No solamente por la forma particular en que fueron diseñadas las reglas del juego (tanto en términos de los requisitos necesarios para acceder al registro como de los mecanismos para determinar el financiamiento de sus actividades), sino de las prácticas políticas reales de una serie de actores y grupos que hacían inviable pensar en dichas candidaturas como verdaderamente “independientes”.

Sin generalizar ni poner en la misma categoría a todas las personas que aspiraron o que contendieron en procesos anteriores bajo esta figura, puede decirse que una denominación formal más apropiada hubiera sido “candidaturas sin partido”, dado que muchos de quienes contendieron de esta forma tenían vínculos con organizaciones y grupos de interés y que hubo, incluso, varios casos de candidaturas que lograron el registro, justamente por el financiamiento y respaldo ilegal que recibieron de actores que ejercían cargos gubernamentales como una estrategia para fragmentar el voto de los opositores. La confianza y sufragios de los electores en esta figura ha mermado notablemente en los años más recientes.

Las aspiraciones y candidaturas independientes crecieron exponencialmente en nuestra entidad en la elección de 2018, después de la exitosa experiencia de la contienda de 2015. Pero en 2021 decreció significativamente el interés en esta opción y más aún en 2024.

Fuente: Elaboración propia con base en datos del IEPC Jalisco.

En el caso de diputados, en el 2015 se registraron 13 intenciones para ser aspirantes (5 mujeres y 8 hombres), pero sólo uno logró ser candidato y además ganó su distrito. En 2018 aumentaron los aspirantes más de 400%: 66 aspirantes (17 mujeres y 49 hombres) y sólo 19 lograron la candidatura (6 mujeres y 13 hombres). En 2021, sólo 13 aspirantes y 3 candidaturas. Para 2024 sólo hubo 3 personas que notificaron su intención.

En lo que respecta a las candidaturas de munícipes, en 2015 manifestaron al Instituto Electoral su intención para contender 13 aspirantes (todos ellos hombres). Solamente 4 fueron candidatos (Guillermo Cienfuegos Pérez “Lagrimita”, no reunió las firmas necesarias, pero recibió resolución favorable para contender, aunque no logró regiduría) y tres de ellos fueron regidores de RP en sus municipios. En 2018 aumentaron más de 500% quienes reportaron intención: 79 (11 mujeres y 68 hombres), logrando ser candidatos 39 (6 mujeres y 33 hombres). En 2021 se redujo a 30 aspirantes y 17 candidaturas. 2024, sólo declararon su intención a ser aspirantes 7 personas.

Para el caso de la gubernatura del Estado, no hay mucho que decir. En el primer ejercicio en 2018 se registraron 7 aspirantes (ninguna mujer), de los cuales ni uno sólo pudo cumplir con todos los requisitos y registrarse formalmente a la contienda. Para 2024, sólo hubo una aspiración registrada (hombre), que finalmente declinó, por lo que de nueva cuenta no habrá candidatura independiente al gobierno estatal.

El aumento en el número de ciudadanos que solicitaron al IEPC ser aspirantes a una candidatura independiente de 2015 a 2018, puede verse como el resultado de varios factores:

 Las reformas a la Constitución Política del Estado y al Código Electoral que se realizaron en 2016 para disminuir el porcentaje de firmas necesarias para los aspirantes a candidatos independientes a diputados locales y munícipes, del 2% al 1% del listado nominal correspondiente, que evidentemente beneficiaban no sólo a los “ciudadanos independientes” de los partidos y de los grupos de interés para ser candidatos, sino también a quienes ejercían gobierno para tener opciones de fragmentar el voto por la oposición.

 Los resultados electorales positivos que tuvieron los candidatos independientes que compitieron en 2015, exceptuando a “Lagrimita” y que lograron integrar tanto los plenos de los ayuntamientos en los que compitieron como el Congreso del Estado.

 El fortalecimiento de las organizaciones con que algunos candidatos independientes contaban antes del proceso electoral y que les permitieron alcanzar las firmas, obtener financiamiento privado y alcanzar los cargos de representación, y que se convirtieron en plataformas para respaldar a un mayor número de aspirantes, aunque eso era justamente lo contrario al espíritu de la reforma que generó las candidaturas independientes, al grado tal que, incluso, se conformó un partido político estatal.

Finalmente, algunas consideraciones sobre la disminución del interés por aspirar a las candidaturas independientes:

 ¿Candidaturas independientes? El casi nulo incentivo de contender para ciudadanos que no contaban con estructuras organizativas que los respaldaran o que obtuvieran apoyo y financiamiento de grupos de interés o de poder.

 La experiencia con algunas de las candidaturas independientes que dejaron con desconfianza al electorado no sólo por lo opaco de su financiamiento y motivaciones para contender, sino de su incapacidad para ofrecer alternativas serias y viables para enfrentar los problemas públicos (“Lagrimita”, “El Bronco” y un largo etcétera).

 Los pobres resultados electorales que tanto en 2018 como en 2021 obtuvieron la gran mayoría de candidaturas independientes y la competencia contra maquinarias profesionales partidistas que, en el peor de los escenarios, pueden beneficiare del desvío que funcionarios públicos hacen de recursos gubernamentales para “respaldar sus aspiraciones”, como hemos presenciado con mayor intensidad en las precampañas de 2023.

 

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