Opinión Política
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Asunto de una sola persona

Por Carlos A. Lara

Dr. en Derecho de la Cultura y Analista de la Comunicación y la Cultura

@Reprocultura

La cultura, hasta la entrada de este gobierno, era ya un asunto de Estado en el que participaban de forma sistemática el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial. Cada uno desde su respectivo ámbito competencial. Hoy ha vuelto a ser un asunto de gobierno, peor aún, asunto de una sola persona, como en el siglo pasado. Se han caído los pilares que sostenían el discurso que justificaba el centralismo y el asistencialismo que han generado, hablo de la austeridad; todo era una mentira, lo mismo que la honestidad valiente.

Los progresistas seguidores de este movimiento que va a ninguna parte, se han asumido bajo el mando de un alcalde de pueblo y su Guardia Nacional. No solo perdieron lustre en temas fundamentales del activismo democrático mundial, sus posiciones, de Nicaragua a Rusia, son una vergüenza histórica. Viven callados en la nómina de alguna oficina, viendo el mancillamiento del país en manos de un analfabeta con poder que frustra todas sus aspiraciones. Acomplejada y resentida, le quedan aún fuerzas para aplaudir la militarización del país y adoctrinar a sus nuevas generaciones, peleando, por ejemplo, por el registro y la patente de la marca «02 de octubre no se olvida” en medio del Zócalo, ese territorio que asumen como propio.

Dice la Secretaría de Cultura que la cultura es la herramienta más poderosa para la transformación social. Sin embargo, por María Minero sabemos que el gobierno invertirá en 2023, por lo menos, 21 veces más en seguridad pública que en cultura. Quienes sigan creyendo en la letanía oficialista de que la cultura es la herramienta más poderosa para la transformación social, deberían ver el proyecto de presupuesto de egresos. Verán el dinero de esta “herramienta” multiplicado por más de 20 veces en la Secretaría de Defensa Nacional, en la Secretaría de la Marina y en la Secretaría de Seguridad Ciudadana, que incluye la Guardia Nacional.

Decía la extitular de la Secretaría de Economía que la política industrial del país incluiría la economía creativa, pero no solo ya se fue sino que el presidente tiene otros datos, su necia creencia en la economía moral enemiga de la economía creativa.

Dice el presidente y sus secretarios: para qué pensar en ir al espacio si vamos a tener un tren; para qué pensar en energías limpias, mejor el carbón, así nos sumamos a la política destructiva del populismos continental; para qué impulsar una economía creativa, en la que somos líderes continentales, si podemos implementar una economía moral para acomplejados; para qué universidades con estándares de calidad si podemos tenerlas con estudiantes felices sin exámenes ni eficiencia terminal; para qué seguir midiendo el PIB si podemos medir la felicidad, para qué guiarnos por el estado de Derecho si podemos hacerlo con el estado de ánimo. Para qué invertir en ciencia y tecnología, si tenemos trapiches, bombas de mecate, carbón, elotes, piña de miel y petróleo. En síntesis: Para qué subir el piso, si podemos bajar el techo. El presidente instaló sus convicciones personales como elementos de política pública. Hubo quienes supieron renunciar a tiempo, quienes no y quienes hacen de coro de acompañamiento. La amordazada “izquierda” cuatroteista que repite pavlovianamente un catecismo de lo más anacrónico y absurdo, sintiéndose héroes de la patria.

Dice el presidente, y repiten sus secretarios, en particular la secretaria de Cultura, que su gobierno promueve una cultura de paz casi a la par que la Unesco: ¡Son la mafia del poder! ¡Ese periódico es un pasquín inmundo! ¡Son los enemigos de México! ¡Son unos borregos! ¡Unos pseudoambientalistas!.. Son algunas de las perlas mañaneras, y da igual que se trate del Parlamento Europeo que de Naciones Unidas. Aún así, en el marco de la Cumbre Mundial de Cultura Mondiacult, escuchamos el discurso de “Trabajamos por una cultura de paz”. En estas condiciones, México no merecía ser la sede de la cumbre. Una cumbre que se llevó a cabo en un país en proceso de militarización. Una cumbre en la que hubo agradecimientos a la Guardia Nacional, “por cuidarnos”, dijo la titular de la Secretaría de Cultura. Y es que es así como funciona el ejercicio del poder, cuando éste es asunto de una sola persona.

 

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