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Claudia Sheinbaum: “vamos por el camino correcto”

Por Amaury Sánchez G.

Analista y columnista especializado en Estado, gobernanza y desarrollo social. Estudia el ejercicio del poder con mirada humanista y racional, inspirado en el pensamiento de Narciso Bassols.

 El Zócalo: del símbolo al mensaje político

El Primer Informe de gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo no fue un evento más: fue un acto de legitimidad, un ejercicio de poder civil y cercanía ciudadana. El Zócalo capitalino, corazón político y espiritual del país, volvió a ser escenario de la historia. La presidenta caminó entre la gente, saludó, sonrió, habló con serenidad. No hubo estridencia, sino autoridad serena. “El pueblo de México es mi principal aliado”, dijo. En ese gesto quedó delineado su estilo: institucional, técnico y popular a la vez.

Dato a notar: la ausencia de figuras como Marcelo Ebrard y Omar García Harfuch generó lecturas discretas en el tablero político, aunque el mensaje presidencial se mantuvo claro: el protagonismo está en el proyecto, no en las personas.

 

 Resultados medibles, política visible

La presidenta presentó cifras contundentes: Reducción de pobreza: del 45% en 2008 al 29% en 2025; Educación y juventud: becas universales y aumento de cobertura; Obra pública: ampliación del Metro, Tren del Golfo, corredores industriales; Soberanía energética: rescate de Pemex y fortalecimiento de la CFE.

Cada cifra no se presentó como logro de coyuntura, sino como piedra de construcción de un Estado social moderno, donde la justicia y la técnica se dan la mano. “El desarrollo no se mide sólo en pesos o dólares, sino en bienestar humano”, Recalcó Sheinbaum.

 

 Liderazgo racional frente a la política del espectáculo

En un país acostumbrado a los discursos encendidos, Sheinbaum representa la racionalidad política. No improvisa, no reacciona: planea, evalúa y ejecuta.

Su liderazgo se basa en datos, no en emociones. Pero también en una convicción profunda: el poder debe servir, no servirse de nadie.

 

 Claves del estilo Sheinbaum:

  • Decisiones basadas en evidencia.
  • Comunicación sobria y estratégica.
  • Construcción institucional sobre personalismo.
  • Continuidad con transformación.

 

Principios, no consignas

Sheinbaum ha dicho que México “camina con justicia, dignidad y soberanía”. No son palabras al viento: son el marco moral de su gobierno. Su administración asume que la justicia social no es caridad, sino deber constitucional.

El Estado, según su visión, no es un árbitro, sino un actor activo en la distribución equitativa del desarrollo. Diplomáticamente hablando, esto coloca a México como ejemplo regional de gobernanza progresista basada en estabilidad, algo que otros países de América Latina aún buscan alcanzar.

Sheinbaum ha dicho que México “camina con justicia, dignidad y soberanía”. No son palabras al viento: son el marco moral de su gobierno.

«Todavía no hay una propuesta formal de la presidencia sobre la reforma electoral, se iniciará con parlamento abierto, con foros desde donde se recogerán las propuestas y a partir de ahí se elaborará una propuesta por parte del gobierno federal y los partidos políticos fijarán su posición de la propuesta que el gobierno federal presente”.

 Retos que ponen a prueba la solidez del proyecto

La consolidación de un nuevo modelo nacional enfrenta desafíos reales:

  • Seguridad: reducir la violencia sin ceder a soluciones de fuerza.
  • Sostenibilidad fiscal: equilibrar gasto social y responsabilidad presupuestaria.
  • Unidad interna en Morena: evitar fracturas y consolidar liderazgo colectivo.
  • Diplomacia económica: mantener firmeza ante Estados Unidos y atraer inversión responsable.

Cada desafío es una oportunidad para demostrar que la 4T puede institucionalizarse más allá del carisma y del ciclo electoral.

 

Responsabilidad sobre poder: el sello de Sheinbaum

“Vamos por el camino correcto” no es un eslogan; es una declaración de método y propósito. El país no avanza por inercia, sino por dirección.

Sheinbaum gobierna con la serenidad de quien entiende que el liderazgo no es dominio, sino disciplina. Y que un Estado fuerte no se construye con aplausos, sino con resultados medibles y justicia tangible. “La política debe ser servicio público, no espectáculo personal.”

Esa frase, que bien podría salir de su libreta de trabajo, resume el sello del nuevo régimen.

 

Conclusión: hacia un Estado de bienestar técnico y humanista

La presidenta Sheinbaum ha dejado claro que la Cuarta Transformación ha entrado en su fase institucional. Ya no se trata de un movimiento político, sino de un modelo de Estado: Racional, justo, y sustentado en el conocimiento técnico.

México camina con paso firme hacia un Estado social de derecho, donde la dignidad no es discurso, sino política pública.

El reto será mantener esa serenidad técnica en medio de la tempestad política que toda transformación genera.

 

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