Por Diana Isabel Camacho Espinoza
Economista
Hay mucha incertidumbre a raíz de la revisión del Tratado Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), ya que cualquier decisión al respecto puede provocar un efecto considerable en la economía mexicana.
A diferencia de otros países, México tiene una carga impositiva menor en materia de aranceles gracias al acuerdo trilateral previamente mencionado. Sin embargo, Estados Unidos ha incumplido disposiciones del T-MEC, aumentando las tasas efectivas en sectores como la producción de acero, aluminio y cobre, y especialmente en la industria automotriz.
Esta última ha recibido un golpe particularmente fuerte: en septiembre, las exportaciones cayeron casi 60%, según el Registro Administrativo de la Industria Automotriz de Vehículos Pesados (RAIAVP) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
En los últimos días, para sorpresa de absolutamente nadie, el presidente Donald Trump mencionó la posibilidad de poner fin al T-MEC para dar paso a tratados bilaterales con cada país. Aunque esa idea sigue siendo solo una posibilidad, ya se observan las primeras consecuencias de las decisiones de política exterior que ha anunciado en semanas recientes. La más preocupante fue la decisión del 6 de octubre de 2025, cuando anunció un arancel del 25% a todas las importaciones de camiones pesados y medianos, una medida que el gobierno actual, busca evitar a toda costa.
¿Pero qué sabemos a ciencia cierta? El titular de la Secretaría de Economía, Marcelo Ebrard, ha expresado puntualmente que “nada está resuelto” en materia arancelaria, lo que nos direcciona a un escenario de incertidumbre que parece no terminar pronto. El objetivo principal de la revisión del T-MEC, ha dicho Rogelio Garza, presidente de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), será impedir el uso de piezas chinas en la producción de autos.
Producción automotriz: entre la tensión y la estrategia
A pesar de que el panorama luce desfavorable, no todo es negativo. Dentro del T-MEC, Canadá ve a México como un aliado estratégico. Así lo expresó en una comparecencia el ministro responsable de las relaciones comerciales entre Canadá y Estados Unidos, Dominic LeBlanc, el pasado 2 de octubre, quien destacó la importancia de fortalecer la cooperación trilateral. Además, el primer ministro canadiense reiteró este compromiso durante su visita a México en septiembre, subrayando que Canadá busca mantener una relación sólida con nuestro país.
Aunque el T-MEC será revisado formalmente hasta julio de 2026, las consultas preliminares ya han comenzado. En ese contexto, México ha decidido realizar una jugada estratégica en este ajedrez comercial: imponer aranceles a países sin acuerdo de libre comercio, en particular a China, lo que elevará el precio de los autos asiáticos importados. La medida busca fortalecer la relación bilateral con Estados Unidos y mostrar disposición para equilibrar las condiciones del mercado.
Todo puede suceder en este juego de ajedrez internacional que presenciamos desde inicios de año. Sin embargo, México debe mejorar su estrategia. Aunque se han emprendido negociaciones para extender los plazos de decisión en materia de política exterior, más que soluciones de fondo parecen medidas temporales. El país necesita actuar con una dirección clara, involucrando de manera más activa al sector empresarial estadounidense y a los gobiernos estatales, además de prepararse para una eventual postura más rígida o flexible por parte de Washington el próximo año.